miércoles, 19 de noviembre de 2014

Siete libros para niños (que sepan leer)

Una de las mejores costumbres que se puede inculcar a un niño es la de la lectura. Y la mejor manera de hacerlo es con el ejemplo. Los niños suelen imitar a sus padres, y si los ven leer, también querrán probarlo. Es muy importante elegir bien las lecturas, entre las que no pueden faltar los clásicos universales. Un niño que ha leído desde pequeño puede adentrarse en lecturas de cierto nivel, aunque no hayan sido escritas específicamente para ellos, porque suelen tener más capacidad mental de la que los adultos les suponemos. A continuación relaciono algunas clásicos que me gustaron en la infancia o que leí ya mayor y considero adecuados para los jóvenes:

1. Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift (1726). Libro de aventuras, que no está escrito para los niños, puesto que, a la manera de Tomás Moro en Utopía, el autor lleva a su personaje de viaje a varias islas, donde comparará sus regímenes y sus costumbres con las de la Inglaterra de la época. Pero los jóvenes pueden apreciar este libro, pues contiene aventuras del género fantástico, que tanto les agradan, ya que Gulliver visita países de gigantes, de hombres muy pequeños o de caballos que razonan.

2. Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carrol (1865). Las aventuras de la niña Alicia en un mundo subterráneo sin pies ni cabeza, han pasado a formar parte de la iconografía de nuestra sociedad. Es imprescindible que todo niño lo lea, pues sus personajes secundarios han saltado de las páginas del libro y los puedes encontrar en cualquier lugar y en cualquier momento.

3. La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson (1883). El relato que creó la mayor parte de la imaginería pirata que ha llegado hasta nuestros días. Por ejemplo, la cruz que marca el tesoro aparece aquí por primera vez. Es a la vez una novela de aprendizaje, pues el protagonista evoluciona de la niñez a la edad adulta. La ambición es el tema central y el motor de los personajes, que están magníficamente dibujados. El más carismático y aterrador de ellos es Long John Silver, el típico pirata con pata de palo y loro en el hombro.

4. Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain (1885). Una de las novelas fundacionales de la literatura estadounidense, narra las aventuras del muchacho protagonista junto con su amigo, el esclavo Jim, viajando en una balsa por el río Misisipi. El sentido del humor y la sátira social son las características principales de la obra, que contrapone la alegría de vivir y la inocencia de la juventud con la mezquindad de la sociedad adulta.

5. Un mundo feliz, de Aldous Huxley (1932). Tampoco es una novela para niños, pero la descripción de este distópico mundo es muy atrayente para los jóvenes. A pesar de sus referencias al sexo, cualquier mayor de 12 años lo puede asimilar sin problemas, y le ayudará a iniciarse en la reflexión sobre ciertos temas filosóficos universales, como el individualismo, la felicidad o el deseo.

6. El principito, de Antoine de Saint-Exupery (1943). Todo el mundo sabe de qué va pero ninguno sabemos de qué va realmente. Todo él es una metáfora de la vida, o del amor, o de la guerra, o de la amistad. Se trata de una novela cortita que todos hemos leído, pero es importante que no se nos olvide dársela a nuestros hijos para que la lean también. Invita a reflexionar y es muy entretenida, aunque su filosofía es baratita y está algo desfasada en nuestros tiempos.

7. El señor de las moscas, de William Golding (1954). Interesantísima primera novela del premio Nobel británico, sobre un grupo de niños que deben sobrevivir en una isla desierta tras un accidente de aviación. No es nada complaciente, sino descarnada y dura, y plantea el paso de la infancia a la adolescencia, pero también el tema de la socialización de los individuos. Muchos la han visto como una metáfora de la sociedad humana global. En cualquier caso es apasionante, e invitará a la reflexión al joven que la lea.

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