martes, 7 de marzo de 2017

Siete momentos de un viaje al Balneario Sicilia

El fin de semana del 3 al 5 de febrero de 2017 fui a relajarme al Balneario Sicilia, situado en la población zaragozana de Jaraba. Aquí lo dejo resumido en siete momentos. Espero que cuando sea muy viejito esto siga en la red y lo pueda consultar para acordarme.
1. Balneario Sicilia. Salimos por la tarde desde Madrid. La banda sonora de la recién estrenada La La Land nos acompañó todo el camino. Llegamos ya de noche a un pueblo con cuatro casas, pero con tres balnearios. El Balneario Sicilia tiene más de 150 años y se nota. Un aire decadente te envuelve en cuanto entras en él. El olor a baños termales, los pasillos del hotel, los abuelos en albornoz. Tras registrarnos paseamos por el interior de sus instalaciones. Las mesas y las sillas de la cafetería parece que llevan allí medio siglo. Lo que no hay es un camarero que te ponga un café. Únicamente clientes/pacientes jugando al ajedrez o leyendo. Pero la gran ciudad queda atrás y el ambiente tranquilo relaja tus pulsaciones.
2. Cena en el balneario. Únicamente llevábamos contratado el desayuno, así que había que cenar. Acudimos al comedor y allí nos ofrecieron un menú por 23 euros o un bufé libre por 15 euros. Como era un hotel de cuatro estrellas nos decidimos por el último. Pero, oh sorpresa, resulta que hay un comedor para las personas y otro para los ancianos. El comedor para los clientes normales es muy bonito. Allí tomamos al día siguiente un estupendo desayuno. Sin embargo, en el hotel hay otra sala más fea, en la que nos dieron el bufé, donde la gran mayoría son personas mayores. Y la calidad es penosa. Unos filetes empanados, algo de jamón, judías verdes y nada más. Supusimos que los ancianos viajan con precios especiales y por eso los tratan de manera "especial".
3. Piscina termal. El sábado temprano tocaba bañarse en la piscina termal, que se encuentra dentro de una cueva, y cuya agua tiene una temperatura constante de 34º C. Es una sensación muy agradable, sobre todo si sales a la parte de la piscina que da al exterior, pues te mantienes calentito en el agua mientras se te queda la nariz helada. El problema es que la piscina es muy simple y sólo tiene un jacuzzi y algunos chorritos. Si quieres más tienes que hacer el circuito que llaman "jardín termal" y que cuesta 43 eurazos por persona. En otros centros termales estos circuitos son gratuitos.
4. Monasterio de Piedra. A cuarto de hora en coche del balneario se encuentra el monasterio cisterciense de Piedra, junto al río del mismo nombre. Te lo enseñan en una visita guiada y aprendes que fue el primer lugar de Europa en el que se cocinó chocolate. Pero más bonita que la obra del hombre es la obra de la naturaleza. Al lado del monasterio hay un parque natural, lugar maravilloso lleno de saltos de agua que juegan con la roca, creando preciosas grutas. Durante un par de horas (o las que quieras) puedes vivir en la naturaleza, contemplar los diversos tipos de plantas y de aves o los ejemplares de la piscifactoría que funciona en el interior del parque. Si quieres, puedes comer en los merenderos habilitados. En invierno la visita es muy tranquila, porque hay poquita gente, aunque la vegetación es menos exuberante.
5. Premios Goya. Por la noche, a ver los premios del cine español correspondientes a las películas estrenadas en 2016. Mi película favorita era Que Dios nos perdone (mi nota, 7,5). Dentro del género negro me parece más redonda que la ganadora, Tarde para la ira (un 7), aunque esta tiene un giro espectacular al final. Julieta también me gustó bastante (7); se nota la mano de un director maduro, que sabe lo que hace. El ganador del premio al mejor actor, Roberto Álamo, por Que Dios nos persone, hace un papel muy efectista y efectivo, aunque ese tío macarra da la impresión de que se parece al propio actor. Emma Suárez, en su papel de Julieta madura, es mucho más contenida y detallista en su composición.
6. Medinaceli. El domingo por la mañana, y de vuelta a casa, habría sido un perfecto momento para hacer turismo si el día no hubiese resultado tan desapacible. No obstante, lo intentamos. Primero paramos en Medinaceli, que tiene un casco antiguo precioso en la cima de una pequeña meseta. Está tan en el campo que un zorro cruzó por delante de nuestro coche. El arco romano con tres arcadas es lo más curioso de una ciudad medieval, con su castillo y todo, donde huele a leña y el frío se mastica.
7. Sigüenza. Me gustaría decir que también visitamos Sigüenza. Pero en realidad sólo paseamos por sus centenarias calles metidos en el coche, porque el viento helado no te permitía salir de él. Subimos hasta el castillo, que tiene una pinta estupenda, ya que está construido hace menos de cincuenta años sobre las ruinas del castillo antiguo. Actualmente es Parador Nacional de Turismo y apetece alojarse en él.

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