A continuación recopilaré algunos de los sitios que más me gustaron de mi visita a la ciudad de Valladolid en el mes de noviembre de 2017, como siempre, centrándome únicamente en lo que vi y palpé, sin pretender ser exhaustivo.
1. Campo Grande. Caminando desde la estación de tren por la Calle Acera de Recoletos hacia el centro de la ciudad, llama la atención este parque. Entramos en él por el acceso que se encuentra frente al imponente edificio de la Academia de Caballería. En un entorno con un arbolado frondoso que refresca el ambiente, encontrarás un oasis romántico con numerosas fuentes, entre las que destaca por su belleza la fuente del cisne. También hay un estanque lleno de patos y con barcas para pasear. Me pareció curiosa la estatua del fotógrafo, que se encuentra situada en uno de los caminos. Llaman la atención los numerosos pavos reales que puedes observar muy de cerca.
2. Hotel Zenit Imperial. El alojamiento lo resolvimos en este hotel de cuatro estrellas, que está en el centro centro de Valladolid. La ubicación es inmejorable, pues puedes ir a pie a cualquier lugar de la ciudad en quince minutos. Es muy cómodo y tiene una buena relación calidad/precio, aunque el personal es un poco seco en general. Algún camarero no nos trató todo lo bien que debería cuando no seguimos sus instrucciones al pie de la letra. Parece ser que están acostumbrados a bregar con grupos grandes de excursionistas a los que tratan como ganado, pero a mí no me gustó ese comportamiento.
3. Plaza Mayor. Es el centro de la vida de la ciudad y está completamente peatonalizada. Se encuentra presidida por la estatua del conde Ansúrez, que fue quien hizo de la villa la gran ciudad que ahora es. En su parte norte podemos ver el edificio del Ayuntamiento, construido a principios del siglo XX. En la parte sur, bajo los soportales, hay que saber encontrar el Teatro Zorrilla que, en su primera planta, tiene una cafetería con un ambiente coqueto y decadente, desde la que puedes tomar algo con vistas a la plaza, como si fueras un señor con sombrero y bastón o una señorita de la sociedad. Los edificios de la plaza se encuentran pintados de rojo, lo que dota al conjunto de homogeneidad.
4. Calle Santiago. Entre la Plaza Mayor y el Campo Grande discurre esta calle, que es la más comercial de la ciudad. Siempre la encontrarás llena de gente. Pero debes mirar hacia arriba para observar su interesante y ecléctica arquitectura, con edificios como el de La Unión y el Fénix, construido a imagen y semejanza del que se encuentra en la Calle Alcalá de Madrid, la Iglesia de Santiago Apóstol y algunos bloques de viviendas de estilo Art Decó, modernistas, neobarrocos o racionalistas
5. Museo Nacional de Escultura. En el magnífico edificio plateresco del Colegio de San Gregorio encontramos una de las mejores colecciones de escultura del mundo, consistente en obras religiosas en madera policromada que abarcan desde el siglo XIII al XVIII, desde el gótico a lo más destacado de la exposición, que son las tallas barrocas, pasando por el renacimiento o el manierismo. Curiosas son las piezas que encontramos en la Casa del Sol, que son copias de obras de los siglos XIX y XX, procedentes del antiguo Museo Nacional de Reproducciones Artísticas.
6. Casa Museo de José Zorrilla. La casa natal del autor de Don Juan Tenorio, conserva numerosos objetos personales del poeta, entre los que destaca su máscara funeraria. A través del mobiliario y los enseres recrea a la perfección el ambiente romántico del siglo XIX. Está compuesta por dos plantas y un jardín muy bello y cuidadosamente descuidado. La visita es guiada y muy interesante, pues en ella te cuentan hasta una historia de fantasmas. Es gratuita pero, si no quieres sorpresas, deberías reservarla con antelación.
7. Comer y tapear. Si quieres sentarte a comer como una persona puedes elegir, como nosotros, La Parrilla de San Lorenzo. Situado en las antiguas bodegas de un convento, es un típico restaurante castellano, muy grande y con una recargada pero estética decoración en sus comedores abovedados. Allí podrás degustar el típico lechazo asado en horno de leña. Pero si queréis ir de tapas, la oferta es grande. Os recomendaré Jero para tomar pinchos casi al estilo vasco, como el de cabra o la mini burguer. En La Mina pedimos raciones y eran abundantes, aunque no se salen de lo más tradicional. Los Zagales sigue ofreciendo como pincho estrella el Tigretostón, que es un rollito de morcilla con la apariencia y la presentación de un Tigretón (con su plastiquito y todo). Es tan contundente que con dos podría comer una persona normal. Pero también tienen otras muchas tapas de diseño, variadas, originales y divertidas.
1. Campo Grande. Caminando desde la estación de tren por la Calle Acera de Recoletos hacia el centro de la ciudad, llama la atención este parque. Entramos en él por el acceso que se encuentra frente al imponente edificio de la Academia de Caballería. En un entorno con un arbolado frondoso que refresca el ambiente, encontrarás un oasis romántico con numerosas fuentes, entre las que destaca por su belleza la fuente del cisne. También hay un estanque lleno de patos y con barcas para pasear. Me pareció curiosa la estatua del fotógrafo, que se encuentra situada en uno de los caminos. Llaman la atención los numerosos pavos reales que puedes observar muy de cerca.
2. Hotel Zenit Imperial. El alojamiento lo resolvimos en este hotel de cuatro estrellas, que está en el centro centro de Valladolid. La ubicación es inmejorable, pues puedes ir a pie a cualquier lugar de la ciudad en quince minutos. Es muy cómodo y tiene una buena relación calidad/precio, aunque el personal es un poco seco en general. Algún camarero no nos trató todo lo bien que debería cuando no seguimos sus instrucciones al pie de la letra. Parece ser que están acostumbrados a bregar con grupos grandes de excursionistas a los que tratan como ganado, pero a mí no me gustó ese comportamiento.
3. Plaza Mayor. Es el centro de la vida de la ciudad y está completamente peatonalizada. Se encuentra presidida por la estatua del conde Ansúrez, que fue quien hizo de la villa la gran ciudad que ahora es. En su parte norte podemos ver el edificio del Ayuntamiento, construido a principios del siglo XX. En la parte sur, bajo los soportales, hay que saber encontrar el Teatro Zorrilla que, en su primera planta, tiene una cafetería con un ambiente coqueto y decadente, desde la que puedes tomar algo con vistas a la plaza, como si fueras un señor con sombrero y bastón o una señorita de la sociedad. Los edificios de la plaza se encuentran pintados de rojo, lo que dota al conjunto de homogeneidad.
4. Calle Santiago. Entre la Plaza Mayor y el Campo Grande discurre esta calle, que es la más comercial de la ciudad. Siempre la encontrarás llena de gente. Pero debes mirar hacia arriba para observar su interesante y ecléctica arquitectura, con edificios como el de La Unión y el Fénix, construido a imagen y semejanza del que se encuentra en la Calle Alcalá de Madrid, la Iglesia de Santiago Apóstol y algunos bloques de viviendas de estilo Art Decó, modernistas, neobarrocos o racionalistas
5. Museo Nacional de Escultura. En el magnífico edificio plateresco del Colegio de San Gregorio encontramos una de las mejores colecciones de escultura del mundo, consistente en obras religiosas en madera policromada que abarcan desde el siglo XIII al XVIII, desde el gótico a lo más destacado de la exposición, que son las tallas barrocas, pasando por el renacimiento o el manierismo. Curiosas son las piezas que encontramos en la Casa del Sol, que son copias de obras de los siglos XIX y XX, procedentes del antiguo Museo Nacional de Reproducciones Artísticas.
6. Casa Museo de José Zorrilla. La casa natal del autor de Don Juan Tenorio, conserva numerosos objetos personales del poeta, entre los que destaca su máscara funeraria. A través del mobiliario y los enseres recrea a la perfección el ambiente romántico del siglo XIX. Está compuesta por dos plantas y un jardín muy bello y cuidadosamente descuidado. La visita es guiada y muy interesante, pues en ella te cuentan hasta una historia de fantasmas. Es gratuita pero, si no quieres sorpresas, deberías reservarla con antelación.
7. Comer y tapear. Si quieres sentarte a comer como una persona puedes elegir, como nosotros, La Parrilla de San Lorenzo. Situado en las antiguas bodegas de un convento, es un típico restaurante castellano, muy grande y con una recargada pero estética decoración en sus comedores abovedados. Allí podrás degustar el típico lechazo asado en horno de leña. Pero si queréis ir de tapas, la oferta es grande. Os recomendaré Jero para tomar pinchos casi al estilo vasco, como el de cabra o la mini burguer. En La Mina pedimos raciones y eran abundantes, aunque no se salen de lo más tradicional. Los Zagales sigue ofreciendo como pincho estrella el Tigretostón, que es un rollito de morcilla con la apariencia y la presentación de un Tigretón (con su plastiquito y todo). Es tan contundente que con dos podría comer una persona normal. Pero también tienen otras muchas tapas de diseño, variadas, originales y divertidas.
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