El boom latinoamericano fue en fenómeno que surgió en los años sesenta del siglo XX, en el que se mezclan autores variopintos, dependiendo del cronista. Aquí lo vamos a usar como excusa para hablar de varios libros que me parecen imprescindibles.
1. Sobre héroes y tumbas. Ernesto Sábato (1961). Es imposible explicar el argumento de una novela como esta, pues a veces parece que no dice nada y otras veces te lo está diciendo todo. Es una narración que en ciertos momentos puede parecer deslavazada y que me recuerda en eso a Kafka o a Henry Miller, pero que completa su círculo de manera magistral. Es una historia de ¿amor? entre Martín y Alejandra, pero es más. Es la historia de una familia en progresiva decadencia, que puede recordar a García Márquez, pero es mucho más. Es surrealista pero también es existencialista. Desde que leí el "Informe sobre ciegos" que incluye la novela soy otra persona. Recomiendo la lectura de la obra de ficción completa de Sábato, que incluye El Túnel y Abbadón el Exterminador.
2. Rayuela. Julio Cortázar (1963). Una de las novelas más originales que se pueden leer es también una de las mejores. Su estructura de escenas sueltas, como el cine de Tarantino, permite comenzarla en el principio y acabarla en el final, pero también puedes terminar en un determinado capítulo o saltar de uno a otro según la secuencia que recomienda el autor. Es surrealista, caótica, como la vida, pero también introspectiva, pues buena parte de la misma es relatada por su protagonista, Horacio Oliveira. Lo normal es no entenderla a la primera. Ni del todo a la segunda, me temo. Pero nunca se olvida. Y siempre se puede acudir a ella para leer un capítulo suelto. Otras obras que recomiendo de Cortázar son 62 Modelo para armar, Bestiario, Historias de cronopios y de famas, Final del juego, Las armas secretas y Todos los fuegos el fuego.
3. La ciudad y los perros. Mario Vargas Llosa (1963). La primera novela del nobel peruano fue también la primera de él que leí y me sorprendió gratamente. Supuestamente realista pero también muy simbólica en un sentido sociológico, en ella encontramos la maestría en el dominio del castellano que perdurará en toda la obra de Vargas Llosa. La ciudad es Lima y los perros son los cadetes más jóvenes de una academia militar de la capital del Perú. Todo hombre que haya sido adolescente se verá reflejado en el carácter, las cuitas y las andanzas de El Poeta, El Jaguar o El Esclavo, o en todos ellos. Un autor que te atrapa siempre. Muy recomendables también Los jefes, Los cachorros, La casa verde, Conversación en la Catedral, Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el escribidor, La guerra del fin del mundo, Historia de Mayta, Elogio de la madrastra, La fiesta del Chivo y El héroe discreto.
4. Cien años de soledad. Gabriel García Márquez (1967). Esta es la novela. Su lectura es obligatoria, pues forma parte del patrimonio consciente colectivo de la humanidad. Narra la historia de un pueblo llamado Macondo y de una familia de apellido Buendía, como el mío. Pero en esta epopeya casi bíblica, la soledad del título y la falta de capacidad de amar me parecen realmente el tema central. En ella se encuentra el realismo mágico en todo su esplendor, insertando lo mágico en lo cotidiano. No hay que dejarse aturullar por la cantidad de Aurelianos y José Arcadios, que suponen simplemente un divertimento más. Es lo mejor que se ha escrito nunca en castellano, con permiso del Quijote, por eso se puede paladear cada párrafo, del primero al último. Otros trabajos del premio nobel colombiano que también recomiendo encarecidamente son El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca, Crónica de una muerta anunciada, El amor en los tiempos del cólera, El general en su laberinto, Memoria de mis putas tristes, Relato de un náufrago, Noticia de un secuestro, De viaje por Europa del Este y Vivir para contarla.
5. Tres tristes tigres. Guillermo Cabrera Infante (1967). Dentro de los experimentos del boom encontramos esta novela que no está escrita en español, sino en cubano, en la que se cuentan las andanzas de tres amigos durante una noche por La Habana de 1958. Podrás hallar en ella una serie de capítulos a priori inconexos entre sí, pero que te introducen hipnóticamente en el calor, la humedad, el trapicheo, el alcohol y, en general, en el mosaico de la vida nocturna de la capital cubana. El autor demuestra su dominio de la lengua para, con una serie de técnicas, modismos y trucos, engendrar este arrollador discurso tropical, que a veces te atropella. Humorística y procaz, es gracioso recordar cómo fue prohibida por el régimen comunista cubano y recortada por el franquista.
6. La casa de los espíritus. Isabel Allende (1982). En una época posterior al boom, pero dentro del realismo mágico, se escribió esta novela, que narra las peripecias de varias generaciones de la familia Trueba. Influenciada notablemente por Cien años de soledad, pero con los pies más en la tierra, es un magnífico relato que te atrapa desde el principio. Aunque los hombres parecen los protagonistas, la historia de Nívea, Clara, Blanca y Alba es la de unas mujeres con ideas propias, en una época y un lugar donde la sociedad no se las concedía, un país muy parecido al Chile del siglo XX. Otra obra de esta autora que me gustó fue La isla bajo el mar.
7. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Pablo Neruda (1924). Escrito cuarenta años antes del boom y no siendo una novela sino un librito de poemas, mucho más romántico e incluso modernista que moderno, no puedo resistirme a incluir a Neruda entre mis autores latinoamericanos favoritos. Parece mentira el dominio del verso alejandrino y la introspección que consiguió un muchacho de menos de veinte años para lograr escribir un clásico. "Me gusta cuando callas" o "Puedo escribir los versos" forman parte del acervo cultural de la humanidad y todos deberíamos conocerlos. Hazlo, que cuesta muy poco.
1. Sobre héroes y tumbas. Ernesto Sábato (1961). Es imposible explicar el argumento de una novela como esta, pues a veces parece que no dice nada y otras veces te lo está diciendo todo. Es una narración que en ciertos momentos puede parecer deslavazada y que me recuerda en eso a Kafka o a Henry Miller, pero que completa su círculo de manera magistral. Es una historia de ¿amor? entre Martín y Alejandra, pero es más. Es la historia de una familia en progresiva decadencia, que puede recordar a García Márquez, pero es mucho más. Es surrealista pero también es existencialista. Desde que leí el "Informe sobre ciegos" que incluye la novela soy otra persona. Recomiendo la lectura de la obra de ficción completa de Sábato, que incluye El Túnel y Abbadón el Exterminador.
2. Rayuela. Julio Cortázar (1963). Una de las novelas más originales que se pueden leer es también una de las mejores. Su estructura de escenas sueltas, como el cine de Tarantino, permite comenzarla en el principio y acabarla en el final, pero también puedes terminar en un determinado capítulo o saltar de uno a otro según la secuencia que recomienda el autor. Es surrealista, caótica, como la vida, pero también introspectiva, pues buena parte de la misma es relatada por su protagonista, Horacio Oliveira. Lo normal es no entenderla a la primera. Ni del todo a la segunda, me temo. Pero nunca se olvida. Y siempre se puede acudir a ella para leer un capítulo suelto. Otras obras que recomiendo de Cortázar son 62 Modelo para armar, Bestiario, Historias de cronopios y de famas, Final del juego, Las armas secretas y Todos los fuegos el fuego.
3. La ciudad y los perros. Mario Vargas Llosa (1963). La primera novela del nobel peruano fue también la primera de él que leí y me sorprendió gratamente. Supuestamente realista pero también muy simbólica en un sentido sociológico, en ella encontramos la maestría en el dominio del castellano que perdurará en toda la obra de Vargas Llosa. La ciudad es Lima y los perros son los cadetes más jóvenes de una academia militar de la capital del Perú. Todo hombre que haya sido adolescente se verá reflejado en el carácter, las cuitas y las andanzas de El Poeta, El Jaguar o El Esclavo, o en todos ellos. Un autor que te atrapa siempre. Muy recomendables también Los jefes, Los cachorros, La casa verde, Conversación en la Catedral, Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el escribidor, La guerra del fin del mundo, Historia de Mayta, Elogio de la madrastra, La fiesta del Chivo y El héroe discreto.
4. Cien años de soledad. Gabriel García Márquez (1967). Esta es la novela. Su lectura es obligatoria, pues forma parte del patrimonio consciente colectivo de la humanidad. Narra la historia de un pueblo llamado Macondo y de una familia de apellido Buendía, como el mío. Pero en esta epopeya casi bíblica, la soledad del título y la falta de capacidad de amar me parecen realmente el tema central. En ella se encuentra el realismo mágico en todo su esplendor, insertando lo mágico en lo cotidiano. No hay que dejarse aturullar por la cantidad de Aurelianos y José Arcadios, que suponen simplemente un divertimento más. Es lo mejor que se ha escrito nunca en castellano, con permiso del Quijote, por eso se puede paladear cada párrafo, del primero al último. Otros trabajos del premio nobel colombiano que también recomiendo encarecidamente son El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca, Crónica de una muerta anunciada, El amor en los tiempos del cólera, El general en su laberinto, Memoria de mis putas tristes, Relato de un náufrago, Noticia de un secuestro, De viaje por Europa del Este y Vivir para contarla.
5. Tres tristes tigres. Guillermo Cabrera Infante (1967). Dentro de los experimentos del boom encontramos esta novela que no está escrita en español, sino en cubano, en la que se cuentan las andanzas de tres amigos durante una noche por La Habana de 1958. Podrás hallar en ella una serie de capítulos a priori inconexos entre sí, pero que te introducen hipnóticamente en el calor, la humedad, el trapicheo, el alcohol y, en general, en el mosaico de la vida nocturna de la capital cubana. El autor demuestra su dominio de la lengua para, con una serie de técnicas, modismos y trucos, engendrar este arrollador discurso tropical, que a veces te atropella. Humorística y procaz, es gracioso recordar cómo fue prohibida por el régimen comunista cubano y recortada por el franquista.
6. La casa de los espíritus. Isabel Allende (1982). En una época posterior al boom, pero dentro del realismo mágico, se escribió esta novela, que narra las peripecias de varias generaciones de la familia Trueba. Influenciada notablemente por Cien años de soledad, pero con los pies más en la tierra, es un magnífico relato que te atrapa desde el principio. Aunque los hombres parecen los protagonistas, la historia de Nívea, Clara, Blanca y Alba es la de unas mujeres con ideas propias, en una época y un lugar donde la sociedad no se las concedía, un país muy parecido al Chile del siglo XX. Otra obra de esta autora que me gustó fue La isla bajo el mar.
7. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Pablo Neruda (1924). Escrito cuarenta años antes del boom y no siendo una novela sino un librito de poemas, mucho más romántico e incluso modernista que moderno, no puedo resistirme a incluir a Neruda entre mis autores latinoamericanos favoritos. Parece mentira el dominio del verso alejandrino y la introspección que consiguió un muchacho de menos de veinte años para lograr escribir un clásico. "Me gusta cuando callas" o "Puedo escribir los versos" forman parte del acervo cultural de la humanidad y todos deberíamos conocerlos. Hazlo, que cuesta muy poco.