Vamos a aprender algo sobre la verdad, un concepto con muchos matices:
1. Definición de la verdad. La verdad es la correspondencia entre lo que afirmamos y lo que pensamos, sentimos o sabemos. La verdad es la interpretación mental de la realidad transmitida por los sentidos. Pero esa interpretación mental incluye creencias, valores y la consciencia, que filtran la verdad a través de nuestra subjetividad, construyendo una verdad para cada uno de nosotros. También podemos decir, como Aristóteles y Popper, que la verdad es la correspondencia entre una proposición y los hechos (o la realidad). Pero aprendemos a ver la realidad seleccionando los mensajes que llegan a nuestro conocimiento subjetivo de esa realidad, por lo que en la mayoría de los casos debemos conformarnos con llegar lo más cerca posible de una verdad que no podemos poseer completamente.
2. La verdad como conocimiento superior. La alegoría de la caverna de Platón nos enseña que el mundo se presenta ante cada ser humano de una forma distinta. Esta interpretación personal se define a través de la carga biológica y las creencias culturales. No obstante, dichas representaciones no capturan realmente la esencia de las cosas, y la mayor parte de las personas viven en un mundo de relativa ignorancia. El ser humano debe enfrentarse al miedo a cegarse, debe salir de la cueva y ver el mundo bajo el prisma de la razón, para acercarse a la verdad.
3. La verdad absoluta es peligrosa. La verdad absoluta es aquella cuyas proposiciones son verdaderas para todas las culturas y eras, aún si las personas que viven en ellas no lo saben. Cuidado con esto, porque la verdad absoluta muchas veces contiene la idea de Dios. Pero como para cada cultura existe un Dios absolutamente verdadero, hay que convencer a los demás de que tu Dios es el único y legítimo. Y hay que convencerlos, si es necesario, a garrotazos. Las religiones siempre desconfían del relativista, de aquel que piensa que la verdad depende del punto de vista. Aunque creamos haber encontrado la verdad, lo más probable es que, a la vuelta de la esquina, exista otra verdad distinta que nos sorprenderá.
4. La verdad versus la libertad. En teoría, los seres humanos debemos ser fieles a la verdad para alcanzar la libertad. Pero verdad y libertad, desde Kant, pueden entrar en contradicción. Este filósofo afirmaba que el hombre es libre porque la razón práctica le dice que existe una realidad objetiva, cual es la ley moral, que obliga a los hombres a actuar de una determinada manera. Pero esta verdad está supeditada a la existencia de Dios, por lo que, sin la existencia de Dios ni de la inmortalidad del alma, la ley moral sería una pura ilusión de la razón práctica. ¿Cómo os quedáis? Yo me quedo picueto con estas cábalas.
5. La verdad pertenece a quien ostenta el poder. Siempre se ha dicho que la historia la escriben los vencedores. En los conflictos, cada una de las partes implicadas ha luchado defendiendo una verdad en la que "firmemente" creían. El que vence en la guerra demuestra que "su" verdad era la verdad objetiva, la que no se puede discutir. Cuando los europeos dominaban el mundo era fácil conocer la verdad, que era la que la Iglesia decía. Ahora todo se ha enredado y no tenemos un poder central que nos diga que nosotros somos los buenos y ellos son los malos.
6. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Es este el título de un libro muy interesante (que se lee en un ratito) sobre la verdad, escrito por Nietzsche. El filósofo alemán piensa que el hombre no quiere la verdad, lo que quiere es la felicidad. Por eso distingue al hombre racional, que piensa que todo es regular y previsible, lo que le acarrea desgracias, porque el universo es un ente abstracto e irregular, y el hombre intuitivo, para quien la verdad es aquello que le interesa, aquello que le hace feliz. Este último sale mejor parado, porque acepta el cambio y vive la vida con pasión.
7. Más allá de la verdad. Hay quien piensa (Gianni Vattimo) que deberíamos renunciar a la pretensión de basar nuestra concepción del mundo política, social, científica y religiosa en un saber científico objetivo. Teniendo en cuenta que muchos líderes ya no se sienten atados por lo que durante siglos se ha llamado la verdad, y que la ciencia "no piensa", sería deseable basar la verdad en un diálogo social e intercultural abierto y sin condiciones. Este adiós a la verdad sería lo contrario de la política de la posverdad, que supone la apelación a las emociones del pueblo (populismo) basándose en argumentos falaces o directamente falsos, pero no en aras del diálogo, sino de la confrontación y la búsqueda del conflicto. Enfrentar a los pobres de aquí contra los de allá para seguir dominándolos a todos.
1. Definición de la verdad. La verdad es la correspondencia entre lo que afirmamos y lo que pensamos, sentimos o sabemos. La verdad es la interpretación mental de la realidad transmitida por los sentidos. Pero esa interpretación mental incluye creencias, valores y la consciencia, que filtran la verdad a través de nuestra subjetividad, construyendo una verdad para cada uno de nosotros. También podemos decir, como Aristóteles y Popper, que la verdad es la correspondencia entre una proposición y los hechos (o la realidad). Pero aprendemos a ver la realidad seleccionando los mensajes que llegan a nuestro conocimiento subjetivo de esa realidad, por lo que en la mayoría de los casos debemos conformarnos con llegar lo más cerca posible de una verdad que no podemos poseer completamente.
2. La verdad como conocimiento superior. La alegoría de la caverna de Platón nos enseña que el mundo se presenta ante cada ser humano de una forma distinta. Esta interpretación personal se define a través de la carga biológica y las creencias culturales. No obstante, dichas representaciones no capturan realmente la esencia de las cosas, y la mayor parte de las personas viven en un mundo de relativa ignorancia. El ser humano debe enfrentarse al miedo a cegarse, debe salir de la cueva y ver el mundo bajo el prisma de la razón, para acercarse a la verdad.
3. La verdad absoluta es peligrosa. La verdad absoluta es aquella cuyas proposiciones son verdaderas para todas las culturas y eras, aún si las personas que viven en ellas no lo saben. Cuidado con esto, porque la verdad absoluta muchas veces contiene la idea de Dios. Pero como para cada cultura existe un Dios absolutamente verdadero, hay que convencer a los demás de que tu Dios es el único y legítimo. Y hay que convencerlos, si es necesario, a garrotazos. Las religiones siempre desconfían del relativista, de aquel que piensa que la verdad depende del punto de vista. Aunque creamos haber encontrado la verdad, lo más probable es que, a la vuelta de la esquina, exista otra verdad distinta que nos sorprenderá.
4. La verdad versus la libertad. En teoría, los seres humanos debemos ser fieles a la verdad para alcanzar la libertad. Pero verdad y libertad, desde Kant, pueden entrar en contradicción. Este filósofo afirmaba que el hombre es libre porque la razón práctica le dice que existe una realidad objetiva, cual es la ley moral, que obliga a los hombres a actuar de una determinada manera. Pero esta verdad está supeditada a la existencia de Dios, por lo que, sin la existencia de Dios ni de la inmortalidad del alma, la ley moral sería una pura ilusión de la razón práctica. ¿Cómo os quedáis? Yo me quedo picueto con estas cábalas.
5. La verdad pertenece a quien ostenta el poder. Siempre se ha dicho que la historia la escriben los vencedores. En los conflictos, cada una de las partes implicadas ha luchado defendiendo una verdad en la que "firmemente" creían. El que vence en la guerra demuestra que "su" verdad era la verdad objetiva, la que no se puede discutir. Cuando los europeos dominaban el mundo era fácil conocer la verdad, que era la que la Iglesia decía. Ahora todo se ha enredado y no tenemos un poder central que nos diga que nosotros somos los buenos y ellos son los malos.
6. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Es este el título de un libro muy interesante (que se lee en un ratito) sobre la verdad, escrito por Nietzsche. El filósofo alemán piensa que el hombre no quiere la verdad, lo que quiere es la felicidad. Por eso distingue al hombre racional, que piensa que todo es regular y previsible, lo que le acarrea desgracias, porque el universo es un ente abstracto e irregular, y el hombre intuitivo, para quien la verdad es aquello que le interesa, aquello que le hace feliz. Este último sale mejor parado, porque acepta el cambio y vive la vida con pasión.
7. Más allá de la verdad. Hay quien piensa (Gianni Vattimo) que deberíamos renunciar a la pretensión de basar nuestra concepción del mundo política, social, científica y religiosa en un saber científico objetivo. Teniendo en cuenta que muchos líderes ya no se sienten atados por lo que durante siglos se ha llamado la verdad, y que la ciencia "no piensa", sería deseable basar la verdad en un diálogo social e intercultural abierto y sin condiciones. Este adiós a la verdad sería lo contrario de la política de la posverdad, que supone la apelación a las emociones del pueblo (populismo) basándose en argumentos falaces o directamente falsos, pero no en aras del diálogo, sino de la confrontación y la búsqueda del conflicto. Enfrentar a los pobres de aquí contra los de allá para seguir dominándolos a todos.
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