Hay grandes naciones que se sienten fuertes porque poseen armamento atómico. Hay otras naciones que en su día quisieron tener ese armamento o que siguen deseando tenerlo pero no lo han conseguido. Son los quiero y no puedo de los países. Vamos a recordar la manera en que cada una de ellas intentó conseguir la bomba atómica.
1. Alemania. Se llamó proyecto uranio al plan de los nazis para fabricar la bomba atómica. Al frente se colocó a Werner Heisenberg, que estudió como dividir (fisionar) átomos de uranio bombardeándolos con neutrones. Los científicos alemanes se afanaron en conseguir un explosivo a partir de esa fisión nuclear. Para obtenerlo fabricaban un elemento que era necesario, el agua pesada, en una factoría en Noruega. Un miembro de la resistencia noruega, Joachim Ronnenberg, se introdujo en la fábrica y la destruyó colocando cargas explosivas, lo que retrasó los planes de los nazis. La evolución de la guerra desfavorable para Alemania hizo el resto.
2. España. Hubo un intento en los años 47 y 48, que no duró mucho, de crear una bomba atómica con ayuda de científicos nazis e italianos (incluso se dice que Heisenberg y Otto Fritz estuvieron en España). Posteriormente se llamó Islero (como el toro que mató a Manolete) al proyecto de fabricación de armamento atómico español, que Franco inició en los años 60 pretendiendo ganar respeto internacional y disuadir a Marruecos de un posible ataque. Los restos de las bombas caídas en Palomares ayudaron en alguna medida a los científicos españoles para la fabricación de un artefacto propio. España siguió con su proyecto incluso tras la muerte del dictador. Pero las presiones del presidente Carter de Estados Unidos consiguieron que se abandonara la idea. En 1987, el gobierno socialista firmó el tratado de no proliferación de armas nucleares.
3. Argentina. En 1949, un tal Ritcher, de Alemania, convenció a Perón de que era capaz de construir una bomba de nitrógeno. El propio presidente se olvidó de los secretos de estado y quiso tirarse el pisto, dando una rueda de prensa en 1950, en la que aseguró que en dos años Argentina estaría en condiciones de fabricar la bomba. Se montó una enorme planta de agua pesada en el sur, pero pasó el tiempo y la cosa no funcionó, por lo que se abandonó el proyecto. Parece que Ritcher sabía algo de física nuclear, pero no tanto. Sin embargo, durante esos años el país se llenó de espías de todo el mundo, atentos a lo que pasaba.
4. Brasil. En 1974, el presidente brasileño Ernesto Geisel, que gobernó durante una etapa de la dictadura, temiendo que Argentina estuviera intentando fabricar armas atómicas, comunicó al Alto Comando de las Fuerzas Armadas la necesidad de desarrollar una tecnología para la utilización de la explosión nuclear para fines pacíficos (sic). José Sarney, el primer presidente democrático tras la dictadura, confesó que conoció en 1986 la existencia de un pozo cavado por las fuerzas armadas para probar una bomba nuclear. En 1988 este país firmó el tratado de no proliferación de armas nucleares.
5. Yugoslavia. El antiguo país balcánico tenía en 1979 el uranio y el conocimiento suficiente para fabricar su propia bomba atómica. Esa posibilidad dependía únicamente de la voluntad política. Pero Tito se encontraba ya delicado de salud y había dejado de desempeñar un papel destacado en la toma de decisiones del país. Muchos miembros de la clase dirigente ya veían el futuro de Yugoslavia dividido en otras repúblicas y por eso no se decidieron a dar el paso.
6. Irak. Desde la primera guerra del Golfo en 1990 hasta el comienzo de la segunda en 2003, numerosas informaciones en periódicos supuestamente prestigiosos "bombardeaban" a la población mundial con la posibilidad de que Sadam Husein estuviese fabricando la bomba atómica. Ya en 1991 la ONU ratificaba los avances de los iraquíes, aunque no se habían encontrado las instalaciones para el enriquecimiento de uranio. En 2002 se afirmaba que Bagdad estaba a unos meses de conseguir la bomba. Irak siempre lo negó y no se ha podido demostrar hasta la fecha. Sí es cierto que hacia 1980 Husein usó armas químicas contra los kurdos, pero en la década de los noventa fueron eliminadas bajo la supervisión de los inspectores de Naciones Unidas. Son las famosas armas de destrucción masiva que nunca se encontraron tras la invasión de 2003.
7. Venezuela. En 2008, según Wikileaks, Hugo Chávez tenía esperanzas de construir un reactor nuclear. En 2009, a raíz de que se encontraran nuevas reservas de petróleo y gas en Venezuela, la opinión internacional comenzó a afirmar que el país estaba intentando fabricar la bomba atómica. Su presidente lo negó y, tras el desastre de Fukushima, canceló el programa nuclear. Desde entonces, los líderes bolivarianos han resultado huesos duros de roer para las grandes corporaciones petrolíferas de Estados Unidos y Europa y para sus dirigentes políticos. Todavía no hemos visto la bomba atómica venezolana, pero si existe, seguro que va pintada de vivos colores.
1. Alemania. Se llamó proyecto uranio al plan de los nazis para fabricar la bomba atómica. Al frente se colocó a Werner Heisenberg, que estudió como dividir (fisionar) átomos de uranio bombardeándolos con neutrones. Los científicos alemanes se afanaron en conseguir un explosivo a partir de esa fisión nuclear. Para obtenerlo fabricaban un elemento que era necesario, el agua pesada, en una factoría en Noruega. Un miembro de la resistencia noruega, Joachim Ronnenberg, se introdujo en la fábrica y la destruyó colocando cargas explosivas, lo que retrasó los planes de los nazis. La evolución de la guerra desfavorable para Alemania hizo el resto.
2. España. Hubo un intento en los años 47 y 48, que no duró mucho, de crear una bomba atómica con ayuda de científicos nazis e italianos (incluso se dice que Heisenberg y Otto Fritz estuvieron en España). Posteriormente se llamó Islero (como el toro que mató a Manolete) al proyecto de fabricación de armamento atómico español, que Franco inició en los años 60 pretendiendo ganar respeto internacional y disuadir a Marruecos de un posible ataque. Los restos de las bombas caídas en Palomares ayudaron en alguna medida a los científicos españoles para la fabricación de un artefacto propio. España siguió con su proyecto incluso tras la muerte del dictador. Pero las presiones del presidente Carter de Estados Unidos consiguieron que se abandonara la idea. En 1987, el gobierno socialista firmó el tratado de no proliferación de armas nucleares.
3. Argentina. En 1949, un tal Ritcher, de Alemania, convenció a Perón de que era capaz de construir una bomba de nitrógeno. El propio presidente se olvidó de los secretos de estado y quiso tirarse el pisto, dando una rueda de prensa en 1950, en la que aseguró que en dos años Argentina estaría en condiciones de fabricar la bomba. Se montó una enorme planta de agua pesada en el sur, pero pasó el tiempo y la cosa no funcionó, por lo que se abandonó el proyecto. Parece que Ritcher sabía algo de física nuclear, pero no tanto. Sin embargo, durante esos años el país se llenó de espías de todo el mundo, atentos a lo que pasaba.
4. Brasil. En 1974, el presidente brasileño Ernesto Geisel, que gobernó durante una etapa de la dictadura, temiendo que Argentina estuviera intentando fabricar armas atómicas, comunicó al Alto Comando de las Fuerzas Armadas la necesidad de desarrollar una tecnología para la utilización de la explosión nuclear para fines pacíficos (sic). José Sarney, el primer presidente democrático tras la dictadura, confesó que conoció en 1986 la existencia de un pozo cavado por las fuerzas armadas para probar una bomba nuclear. En 1988 este país firmó el tratado de no proliferación de armas nucleares.
5. Yugoslavia. El antiguo país balcánico tenía en 1979 el uranio y el conocimiento suficiente para fabricar su propia bomba atómica. Esa posibilidad dependía únicamente de la voluntad política. Pero Tito se encontraba ya delicado de salud y había dejado de desempeñar un papel destacado en la toma de decisiones del país. Muchos miembros de la clase dirigente ya veían el futuro de Yugoslavia dividido en otras repúblicas y por eso no se decidieron a dar el paso.
6. Irak. Desde la primera guerra del Golfo en 1990 hasta el comienzo de la segunda en 2003, numerosas informaciones en periódicos supuestamente prestigiosos "bombardeaban" a la población mundial con la posibilidad de que Sadam Husein estuviese fabricando la bomba atómica. Ya en 1991 la ONU ratificaba los avances de los iraquíes, aunque no se habían encontrado las instalaciones para el enriquecimiento de uranio. En 2002 se afirmaba que Bagdad estaba a unos meses de conseguir la bomba. Irak siempre lo negó y no se ha podido demostrar hasta la fecha. Sí es cierto que hacia 1980 Husein usó armas químicas contra los kurdos, pero en la década de los noventa fueron eliminadas bajo la supervisión de los inspectores de Naciones Unidas. Son las famosas armas de destrucción masiva que nunca se encontraron tras la invasión de 2003.
7. Venezuela. En 2008, según Wikileaks, Hugo Chávez tenía esperanzas de construir un reactor nuclear. En 2009, a raíz de que se encontraran nuevas reservas de petróleo y gas en Venezuela, la opinión internacional comenzó a afirmar que el país estaba intentando fabricar la bomba atómica. Su presidente lo negó y, tras el desastre de Fukushima, canceló el programa nuclear. Desde entonces, los líderes bolivarianos han resultado huesos duros de roer para las grandes corporaciones petrolíferas de Estados Unidos y Europa y para sus dirigentes políticos. Todavía no hemos visto la bomba atómica venezolana, pero si existe, seguro que va pintada de vivos colores.
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