miércoles, 6 de noviembre de 2019

Siete lugares de un viaje a Zamora

Del 27 al 29 de septiembre de 2019 nos acercamos a la bella ciudad de Zamora y a algunos lugares cercanos a ella para disfrutar con tranquilidad. Aquí dejo lo que vi con mis ojos y toqué con mis manos.
1. Hostería Real de Zamora. Elegimos para alojarnos este hotel de tres estrellas construido en el siglo XVI, que fue Palacio de la Inquisición. Se encuentra junto al Río Duero pero muy cerca del centro de la ciudad. Es un hotel cómodo a pesar de mantener su estructura y decoración renacentista y el personal es bastante amable. Las habitaciones también son confortables aunque pasamos algo de calor, pues nos pusieron la calefacción por la noche.
2. Catedral y Castillo. Muy cerca de nuestro alojamiento se encontraba la Catedral, situada en una plaza donde se suelen celebrar eventos populares y que es más bonita por fuera que por dentro. Junto a la Catedral, y rodeado de unos jardines magníficos, desde los que se observan estupendas vistas del río y la ciudad, puedes visitar gratuitamente lo que queda del castillo aunque, en mi opinión, deberían cobrar algo, porque se cuela gente que molesta al visitante tranquilo.
3. Centro y calles comerciales. Nos sorprendió muy gratamente el ambiente que se respira en la ciudad los viernes y los sábados por la noche. Desde la Catedral tomamos la Rúa de los Notarios, donde cenamos uno de los días en Depicoteo, un restaurante que no está nada mal. Seguimos por la Rúa de los Francos hasta llegar a la Plaza Viriato, donde tomamos algo en la terraza del Parador de Turismo, que está perfectamente integrado en la arquitectura de la ciudad. Pasamos por la puerta del teatro y compramos chorizo en Entrevinos y chocolate en La Abacería. Llegamos a la Plaza Mayor, donde no aconsejo comer en El Colmado. La comida no está buena. Donde sí recomiendo encarecidamente entrar es en el Bar Sevilla, donde las tapas son exquisitas, variadas y bien elaboradas. Está situado en la zona de Lobos, a donde llegas si sigues por la Calle Santa Clara, la zona comercial por excelencia. Otra calle que tiene multitud de bares con muy buena pinta es la Calle de Los Herreros, que baja desde la Plaza Mayor hasta la zona del río.
4. Miranda do Douro. Viajando hacia el oeste desde Zamora llegas a este pueblo portugués que, además de las consabidas calles comerciales donde puedes comprar toallas y muebles, tiene una zona antigua muy bonita y bien conservada, con sus plazas, sus casitas curiosas, su muralla y su gran iglesia, que se divisa desde kilómetros.
5. Estación biológica internacional. A los pies de Miranda fluye de nuevo el Río Duero, en cuya orilla, frontera de España y Portugal, se ha instalado una estación biológica que tiene programados pequeños cruceros. Debes reservarlo con anterioridad, porque te puedes quedar sin plazas. Cada hora sale un barco con unas cien personas a bordo y se adentra por el río en un paraje natural precioso y abrumador en el que habitan aves rapaces y nutrias, aunque nosotros solo vimos buitres en las alturas. El crucero, de una hora de duración, es muy didáctico y con un poquito de ciencia a nivel usuario. Después puedes probar el vino de la tierra y comprar algún recuerdo.
6. Bodegas Fariña. El domingo aprovechamos la vuelta a casa para parar en la localidad de Toro y visitar esta bodega familiar. En sus coquetas instalaciones nos explicaron cómo la denominación de origen Toro ha cambiado y mejorado mucho con los años, lo cual pudimos comprobar catando unos cuantos vinos. También nos mostraron la joya de la corona, el vino que llaman "Primero", un vino de maceración carbónica muy sencillo de fabricar pero muy esperado en el mundillo vitivinícola, y que promueve un concurso para poner una obra de arte distinta cada año en la etiqueta de las botellas.
7. Toro. Acudimos a comer al Restaurante La Colegiata, que se encuentra en el centro del conjunto histórico-artístico, junto a la plaza y la iglesia del mismo nombre. Menú turístico sin más, aunque no estaba malo. Después paseamos desde la Colegiata, bello templo del siglo XII, por la Calle Mayor, hasta la Puerta del Reloj, muestra de arquitectura popular del siglo XVIII. Seguimos por la Calle Corredera y pudimos sentir el ambiente de domingo de una pequeña ciudad en un entorno medieval muy agradable. Muchos restaurantes, bares y tiendas de productos de la tierra.

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