domingo, 4 de julio de 2021

Siete lugares de Menorca

  Del 24 de junio al 2 de julio de 2021 viajamos hasta la pequeña y preciosa isla de Menorca para pasar unos días agradables junto al mar. Serán estas las percepciones de un viajero tranquilo, que no quería verlo todo.



1. Cala Galdana. Habíamos elegido para instalarnos el Hotel Artiem Audax, un alojamiento de calidad, con habitaciones bonitas y vistas a la playa. El buffet era variado y bastante completo; lo que se puede esperar de un cuatro estrellas. Cala Galdana es una playa familiar y acogedora, que en los últimos días de junio no estaba llena, por lo que era cómodo encontrar hamacas y sombrillas. El agua es de un turquesa precioso, no hay olas y es ideal para el baño de los más pequeños. Allí pasamos la mayor parte del tiempo. Comimos en los tres chiringuitos situados en la misma playa, pero no mereció la pena, pues están orientados al turismo y la calidad es baja. Para comer bien hay que alejarse un poquito. En el restaurante Fontana de Trevi cenamos bien una noche, nuestras gambitas rojas de Menorca y un entrecot bastante bueno. Allí nos enseñaron lo que es la pomada menorquina, un cóctel hecho con la ginebra Xoriguer, fabricada en la isla, y limonada, con hielo picado. Comimos de lujo en el restaurante el Mirador, que casi cuelga sobre la cala. Allí probamos un día las navajas, las cigalas (cortadas por la mitad y a la plancha, deliciosas), y la merluza. Otro día dimos buena cuenta de un arroz caldoso con bogavante para chuparse los dedos.


2. Las calas color turquesa. A pocos kilómetros de Cala Galdana se encuentran las calas más famosas y puede que bonitas de Menorca. A un lado, Cala Mitjana, a la que se accede siguiendo el Camí de Cavalls, un camino que bordea toda la isla. Hicimos un recorrido de unos dos kilómetros para llegar a la cala, pero había tanta gente que era imposible colocar la toalla, así que, a pesar de que sí, es preciosa, no pudimos saborear su belleza, por lo que nos dimos un chapuzón y volvimos a nuestro cuartel general en Cala Galdana. Otro día recorrimos unos dos kilómetros y medio por el Camí de Cavalls para llegar a Cala Macarella. El camino se hace un poquito pesado si el calor aprieta, porque hay subidas y bajadas algo durillas. Cala Macarella es también muy bella y dispone de puesto de la Cruz Roja y de chiringuito. No había tanta gente como en Cala Mitjana y encontramos sombra entre los pinos, como se ve en la foto. Los más atrevidos pueden hacer excursiones a pie también a Cala Macarelleta y a Cala Turqueta, algo más alejadas de Cala Galdana.


3. Ciudadela. La segunda ciudad de Menorca (visitamos Mahón, pero por varias circunstancias no encontramos cosas reseñables) es Ciudadela, que tiene un casco histórico muy bien conservado, donde visitamos un par de casas, el Palacio Salort y la Casa Olivar, en la que hicimos una foto de su fresco patio. Ambas están decoradas al estilo del siglo XIX. Por el casco antiguo puedes comprar de todo, desde bañadores a pescado fresco, pues también tiene un mercado tradicional. Bajamos después a pasear por el puerto, donde muchos restaurantes ofrecen a los viandantes sus productos.


4. Fornells. Al norte de la isla se encuentra la blanca localidad de Fornells, donde es famosa la caldereta de langosta, que es un guiso que no tiene más que un caldito, en el que puedes echar trozos de pan tostado, y la langosta. Pero qué sabor más bueno y más mediterráneo. Lo comimos en el restaurante S'Algaret, que es también hostal, y nos encantó, aunque las guías de viajes recomiendan otros sitios, que ya estaban ocupados. Después, para bajar la comida, una excursioncita a la Torre de Fornells, en mitad de cuya subida hay una pequeña capillita dedicada a la Virgen de Lourdes. Desde la torres se tienen unas vistas magníficas de la bahía de entrada a Fornells y del Mar Mediterráneo.


5. Es Mercadal y el Monte Toro. Muy cerca del blanco pueblo de Es Mercadal se encuentra el Monte Toro, que es el lugar más alto de la isla. En su cúspide se halla un santuario dedicado a la Virgen (o la Mare de Déu del Toro), desde el cual se tienen unas vistas preciosas, sobre todo, de las calas del norte de la Isla, como la Cala Blanca, que se ve en la foto. Cuando fuimos acababan de abrir los restaurantes y no te daban más que unas tristes aceitunas con la cerveza, pero el paisaje mereció la pena.


6. El sur de Menorca. En un recorrido por el sur de Menorca, pasando por los pueblos de Es Migjorn Gran y Alaior, que, como casi todos allí, tienen casitas blancas y calles tranquilas, se pueden ver varias playas y calas. La playa de Sant Tomás está bien, pero es una más que te podrías encontrar en cualquier parte del Mediterráneo español. Son Bou es una playa larguísima donde hay hamacas, chiringuitos, una urbanización, grandes zonas de aparcamiento, garitos para turistas y grandes hoteles, como el Milanos Pingüinos o el Royal Son Bou Family Club. Está en un parque natural y los patos se acercan a los bañistas sin ningún miedo. Allí vimos las ruinas de una basílica paleocristiana. Toda la isla está trufada de este tipo de construcciones. Más al sur se encuentra Cala en Porter (foto), otra bonita urbanización con su cala. En ella podemos acceder a la famosa Cova de en Xoroi, una gran discoteca construida en una cueva colgada sobre el mar, impresionante por dentro, pero que, en tiempos de pandemia, debe estar poco concurrida. Sin embargo, merece la pena entrar sólo para contemplarla. Siguiendo hacia el sur encontramos la Cala des Canutells, que me trajo recuerdos de mi anterior viaje a Menorca. Es esta una pequeñísima cala en la que no se baña casi nadie. Uno de los secretos mejor guardados de la isla. El último lugar que vimos en el sur de la isla es Binibéquer, un lugar que venden como maravilloso y que nos decepcionó un poco, porque parece construido a propósito para atraer al turismo, y la mayor parte de la urbanización son chalets sin mucho más que ver. Eso sí, allí encontramos el chiringuito Bucaneros, donde nos atendieron bien y nos dieron de comer buenos productos (tomates muy fresquitos y ricos, mejillones, vino blanco Merluzo, que también estaba en los mejillones, y tarta de queso con jengibre).

7. El norte de Menorca. Desde Fornells hasta el extremo oeste de la isla, por todo el norte, se pueden encontrar también lugares agradables. El primero es el Cap de Cavalleria, desde donde se puede ver el inmenso mar Mediterráneo. Después, la Platja de Cavalleria (foto) se encuentra en un lugar algo escondido, por lo que no hay mucha gente. Allí tomamos algo en un chiringuito mediterráneamente mediterráneo y continuamos nuestro viaje hasta llegar a Cala Morell, una urbanización muy empinada, con bonitas casas blancas y ambiente moderno, que fue nuestra última visita a la preciosa isla de Menorca.

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