martes, 27 de agosto de 2024

Siete lugares de Copenhague

En junio de 2024 pasamos cinco días en Copenhague. Por supuesto vimos el castillo de Rosenborg, con sus jardines del rey, el palacio de Christianborg, el palacio y la plaza de Amalienborg, donde asistimos al cambio de guardia, la plaza de Kongens Nytorv, la plaza del Ayuntamiento, la iglesia de mármol, la iglesia de San Salvador y la torre redonda; compramos recuerdos en la calle Stroget, que es la peatonal más larga de Europa, y paseamos en barco por los canales. También hicimos un par de free tours, muy recomendables. Nos alojamos en el Comfort Hotel Vesterbro, en el barrio del mismo nombre, un hotel cómodo con buen desayuno, y desde allí pudimos ir andando a todos los sitios, pues la ciudad es llana y no muy grande. Copenhague es limpia, la gente es amable, salvo cuando monta en bicicleta, y todos los monumentos son bonitos. Encontraréis mucha información en blogs de viajes y en guías turísticas. Yo me quedaré con siete lugares que me sorprendieron y cuyas curiosidades quería compartir con vosotros:


1. Jardines de Tívoli. Uno de los parques de atracciones más antiguos de Europa, lleva en Copenhague desde mediados del siglo XIX, cuando se construyó a las afueras de la ciudad. Ahora, al expandirse ésta, se encuentra en pleno centro. Aunque no te gusten las atracciones es imprescindible darte un paseo por el parque. Te sorprenderá lo bonito y bien cuidado que está, con ese ambientillo decadente, nostálgico y decimonónico que tanto apreciamos algunos. Todos los guías turísticos te dirán que Disney se inspiró en él para sus parques temáticos. Como sitios dignos de ver están el restaurante Nimb, una especie de palacio árabe, la pagoda china, el barco restaurante, la puerta principal, preciosa, que da a Vesterbrogade. Pero en primavera todo el parque se muestra al visitante colorido y deslumbrante. Nosotros no comimos en un restaurante del parque, sino en Sticks'n'Sushi, que está tan al ladito que desde su terraza veíamos el parque. Buena comida asiática.


2. Nyhavn.
Pronúnciese "nijáun". Se trata de un paseo marítimo con zona de ocio, que da a un canal. Es la postal típica de Copenhague. Tanto que, antes de visitarla, yo creía que todas las casas de la ciudad eran de colorines. Pero no, sólo lo son las de los números impares de este "puerto nuevo", que se comenzó a construir en el siglo XVII. Tan famoso que incluso en una tienda de Lego vimos una reproducción de esta fila de casas. Ahí está la casa con el número 17, que aparece en todas las postales. En el número 71 hay un hotel muy bonito por fuera. Los bajos de las casas son bares y restaurantes que se aprovechan de su situación. Comimos y bebimos en un par de ellos y yo creo que en todos se come más o menos bien y todos son bastante caros. Es obligatorio probar el smørrebrød, que es una rebanada de pan negro con comida encima (pescado, marisco, queso, salchichas, carne, huevos). Depende de la comida que lleve encima estará más o menos bueno. En el canal hay varios barcos atracados. Algunos son restaurantes, aunque no entramos. De Nyhavn salen también los barcos que pasean por los canales. Todo el entorno es bastante agradable, si no hay demasiada gente. Allí escuchamos a virtuosos músicos callejeros. También, en un puesto ambulante, nos comimos un perrito caliente con todo, de esos que no te caben en la boca. Encontrarás buen ambiente a cualquier hora del día.


3. Kastellet. Se trata de una fortificación en forma de estrella, que tiene una parte de uso militar, pero en la que se puede entrar sin problemas. Eso sí, en una puerta vimos soldaditos haciendo guardia con sus fusiles, con cara de niño y aire marcial. En la otra nos encontramos con un concierto de música barroca vocal. El núcleo de Kastellet se compone de varios barracones sin mucho interés. Pero tiene unos jardines estupendos y kilométricos. Además, el recinto de la ciudadela está rodeado de un foso de agua. En los jardines encontramos un molino de viento antiguo muy bonito. Junto al parque está la iglesia anglicana de San Albano, que se ve en la foto, muy cerca de la impresionante fuente de Gefion, con su grupo escultórico que representa un carro tirado por cuatro bueyes. Todo el parque es muy adecuado para el paseo y el deporte, con un atardecer precioso.


4. Christiania.
En la ciudad libre de Christiania viven unas 1.000 personas en casas rodeadas de vegetación. Todo comenzó en 1971, cuando algunos padres derribaron las vallas de unos terrenos militares abandonados para que jugaran sus hijos. Después se construyeron viviendas y se les ha permitido mantenerse allí, de una manera más o menos autogestionada, sin pagar impuestos. Es famosa la calle Pusher, donde estaba permitido vender drogas "blandas". Pero justo en la primavera de 2024, unos meses antes de que yo la visitara, la venta de drogas terminó. Oí que los residentes se rebelaron porque se habían producido episodios de violencia entre bandas y levantaron los adoquines de la calle, que en junio de 2024 seguía como en obras y con un cartel que explicaba lo que había pasado. Nosotros nos sentimos completamente seguros en nuestra visita. Toda Christiania tiene un aire hippy, aunque no notamos apenas olor a porro. Hay multitud de puestos callejeros de ropa y abalorios. Yo compré un par de gorras con los tres puntos amarillos de su bandera. Se puede pagar con tarjeta sin problema. Comimos y bebimos al aire libre en Nemoland, uno de los varios establecimientos de restauración de la ciudad. Visitamos un almacén en el que vendían un poco de todo y compramos algunos recuerdos. Vimos varias casas pintadas con murales. Nos hicimos una foto frente a un enorme troll fabricado en madera, que se encuentra en una calle adyacente a la principal. También encontramos personas sin techo acampando entre la vegetación y algunas casas personalizadas muy curiosas, como una de la que salía una chica con su caballo. Al abandonar Christiania por una de las puertas leímos sobre ella un cartel que dice "Está usted entrando en la Unión Europea".

5. La Sirenita. 
Imprescindible en Copenhague es visitar la escultura de La Sirenita, una de las más famosas del mundo. Desde los barcos que recorren los canales la puedes ver de espaldas. Pero creo que lo correcto es acercarte andando y hacerte alguna foto con ella, pues no está muy lejos del centro de la ciudad. La podrás encontrar muy cerca del parque de Kastellet. Mide como metro y medio. A unos diez minutos andando de la sirenita original hay otra genéticamente alterada, curiosa de ver. Varias esculturas por todo Copenhague rinden homenaje a Hans Christian Andersen, el autor de La Sirenita y otros cuentos. Junto a la plaza del Ayuntamiento hay una estatua del escritor, mirando hacia el parque Tívoli y que te puede hablar a tu móvil. En los Jardines del Rey, junto al palacio de Rosenborg, está instalada otra escultura de Andersen. Pero la más curiosa es la sumergida en el canal, junto a la plaza Højbro y su Absalón a caballo. El grupo escultórico es un tritón con sus siete hijos, que esperan el regreso de Agnete, una mujer que vivió bajo el agua con el tritón, pero que regresó a la vida terrestre y nunca volvió al mar.


6. Mercado de Torvehallerne. 
Se trata este de un mercado gastronómico que ofrece ingredientes locales, comida tradicional y productos artesanales. Tiene una zona al aire libre, con coloridos puestos de frutas y flores, y otra parte cubierta, en dos pintorescas naves acristaladas con más de sesenta puestos que pueden ser los tradicionales, en los que despachan productos frescos (carne, pescado) o elaborados (charcutería, quesos, bollería, chocolate, café), o pequeños restaurantes donde tomar bebida y comida, que estará cocinada, muchas veces, con los propios productos frescos. En la plaza también hay otros restaurantes y merenderos. El día que estuvimos nosotros, junto al mercado se había instalado un pequeño rastrillo de venta cachivaches y ropa de segunda mano.


7. Cervecería Taphouse. 
Cerca de la plaza del Ayuntamiento se encuentra esta cervecería. Con un ambiente acogedor puedes probar más de 60 tipos de cervezas. Nosotros optamos por una muestra de cinco cervezas diversas en vasitos de 100 ml. Dejamos al camarero que eligiera las más representativas y nos las sirvió en una tablita. Eso sí, no tienen mucho de comer. Tomamos unos trocitos de queso y unos cacahuetes y nos ofrecieron poco más. De las cervezas, la verdad es que las que estaban más ricas eran las belgas. En Dinamarca es famosa la cerveza Carlsberg, pero nos dijeron que los daneses beben más la Tuborg. En un restaurante pedimos Tuborg premium y estaba muy rica. Pero luego en otro establecimiento la pedimos de nuevo y no estaba tan buena. Misterios turísticos.

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