martes, 10 de enero de 2017

Siete nociones clave sobre las clases sociales

El concepto de clase social siempre me ha parecido muy interesante, porque define la situación sociolaboral de una persona en el mundo, y es parecido a la imagen personal. Uno piensa que pertenece a una determinada clase social, los demás lo ven en otro lugar de la escala social, y ambos suelen ser distintos al lugar real donde uno se encuentra.

Intentaré, siguiendo el artículo que Manel García Biel escribió para www.economiadigital.es el 13/12/2016, dar varias claves sencillas para entender cómo ha cambiado la percepción de las clases sociales desde la caída del bloque comunista, uno de los hechos que más han influenciado la vida en el planeta (y con planeta me refiero al primer mundo; los que pasan hambre no conocen las clases sociales ni les importan):

1. Las clases sociales clásicas. En la sociología clásica podemos señalar como más importantes dos teorías que se referían a las clases sociales. La teoría funcionalista, que propuso Durkheim y actualizaron Davis y Moore, ve a la sociedad como un organismo en el que la estratificación consigue colocar a cada persona en el lugar que le corresponde para el mejor funcionamiento de la institución social. Las teorías del conflicto, que me parecen más interesantes, parten de la lucha de clases de Marx para decirnos que la desigualdad social está en la desigual distribución de la riqueza y las oportunidades, y quienes controlan esa desigualdad son capaces de reproducir generación tras generación un modelo que les beneficia. Esta clase social que controla los medios de producción sería la burguesía, en oposición al proletariado, que carece de propiedades y medios de producción. Luego, para liaros, los sociólogos y los economistas las habrán dividido de muchas maneras. Pero, para mí, siguen siendo básicamente dos, el que trabaja y el que vive del trabajo de otros.

2. Las clases sociales neoliberales. Pero queda muy feo dividir el mundo en explotadores y explotados. Por eso, los explotadores tienen una legión de expertos en eufemística aplicada que idearon la división de clases según el nivel de renta. Así surgieron la clase alta, la media y la baja. Como en el colegio te enseñan que lo más importante del mundo es tener dinero, nadie quiere encontrarse en la clase baja, por lo que se rizó el rizo dividiendo la clase media en clase media-alta, media-media y media-baja. Venga, todos somos clase media. Tras el hundimiento del comunismo, la izquierda europea estaba de bajona y avergonzada, por lo que los neoliberales (que no saben lo que es la vergüenza) consigueron instalar sus ideas como las verdaderas y dominantes. Así, el encargado de turno de una fábrica de quinientos obreros cree que se encuentra en la misma clase social que el dueño. Por eso intentará imitarlo e incluso imitará a qué partido vota. Tampoco luchará por sus derechos, porque él no es un obrerillo.

3. La movilidad social. Me refiero aquí a la movilidad social vertical, que es el movimiento que un individuo hace de una clase social a otra. En realidad, de un grupo de renta a otro. Es la zanahoria al extremo del palo. Es el sueño americano de que el hijo de un obrero puede llegar a ser el dueño de la fábrica. Y hay algunos que lo consiguen. Pero el entorno cultural y social en el que naces afecta notablemente al lugar al que, económicamente hablando, llegarás. No sólo influye el dinero de tus padres para pagarte una carrera, uno o varios másteres o estudios en el extranjero. También intervienen los contactos de tu familia para colocarte en un puesto una vez terminados estos estudios. Y cuanta más desigualdad hay en un país menor número de personas logran ascender en la escala social. Las políticas liberales, que han sustituido a las socialdemócratas, consiguen mantener a los pobres en su sitio.

4. El individualismo frente a lo colectivo. Si algo bueno tenemos los pobres es que somos muchos. Si nos uniéramos, y algunas veces lo hemos hecho, lograríamos mayor igualdad social. Pero desde las élites nos dividen, primero en países, enfrentando a los pobres de aquí con los de allí. Después nos educan en el individualismo, diciéndonos que todo lo que consigamos en la vida valdrá la pena únicamente porque lo hemos logrado con nuestro propio esfuerzo. Las subvenciones, los subsidios, las ayudas, las becas, la sanidad pública, la educación pública, son cosas de pobres. Y tú eres de clase media. A ver si te van a confundir con esos que, por vagos, no saldrán nunca de la miseria.

5. La demonización de los sindicatos. Muy importante es eliminar los sindicatos para que los trabajadores no puedan unirse. Se les acusa de no defender nada más que a los trabajadores que tienen un trabajo fijo y de que no se preocupan de los parados y de los precarios. También se buscan los múltiples ejemplos que existen de sindicalistas corruptos o aprovechados para extender la mancha a todas las organizaciones sindicales. Pero el debilitamiento de los sindicatos produce mayor indefensión a los trabajadores. Piensa un momento, ¿quién va a defender los derechos de los trabajadores y a unirlos para hacer fuerza? Yo creo que es mejor que existan sindicatos, aunque no sean ideales, ni mucho menos. Porque la alternativa es que los patronos (me gusta esa palabra antigua) decidan por nosotros. Y hasta el más paternalista de los empresarios arrimará el ascua a su sardina.

6. Los trabajadores como competidores. Otra manera efectiva de destruir las clases sociales, sobre todo la clase trabajadora, es enfrentar a unos trabajadores con otros. Como dije, se enfrenta a los nacionales con los extranjeros. También a los que tienen un trabajo precario con los fijos y sobre todo con los funcionarios, que tienen muchos "privilegios" (como si trabajar y cobrar un salario digno por ello fuera un privilegio). Si las mujeres trabajan quitan el trabajo a los hombres, que son los cabezas de familia. Como las grandes fábricas se han trasladado a Asia, los centros de trabajo que quedan aquí son más pequeños, lo que dificulta la unión de los trabajadores, que se quedan aislados, con su miedo a que los despidan.

7. Las clases sociales tras la crisis. Así, nos quedan tres grupos sociales bastante bien definidos y de los que cuesta trabajo salir. Los que tienen la pasta: Son un uno por ciento, tú no estás ahí. Los dueños de las empresas y sus secuaces políticos, directivos, periodísticos y sociales. Los cagaos. Viven, pero con el miedo constante a perder su trabajo o sus magros ingresos. Trabajadores y pensionistas. A estos son a los que convencen los primeros diciéndoles que están en su misma clase social y que no se fíen de los populistas, que les van a quitar lo poco que tienen. Los excluidos. Jóvenes que buscan empleo, parados mayores que no lo van a encontrar, trabajadores que van saltando de un empleo precario a otro, los que viven de los subsidios y las ayudas. A estos se los enfrenta con los extranjeros que luchan con ellos por obtener las migajas de la sociedad, diciéndoles que no se fíen de los populistas, que prefieren moros o sudacas a españoles.

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