lunes, 9 de abril de 2018

Siete maneras de falsear un currículum

Hoy hablaremos de personas más o menos famosas que engordaron su currículum. Quizá no hicieron nada ilegal, pero quedaron mal, porque siempre es un feo gesto falsear un documento, y más si se trata de políticos, que representan a sus votantes y, por lo tanto, deben observar un comportamiento intachable. Otra cosa son aquellos que mueven los hilos para que les aprueben un título sin haber acudido a los exámenes o sin haber realizado los trabajos necesarios.

1. Nivel de estudios. Engordar el nivel de estudios alcanzado es una de las más usuales mentiras en un currículum. Aquí van siete ejemplos. El presidente del eurogrupo, Joroen Dijsselbloem se adjudicó un máster en business economics en la universidad de Cork. José Blanco, ministro de fomento de España, decía tener una licenciatura en derecho. El ministro del interior de Irán, Alí Kordan, se consideraba doctor honoris causa en derecho por la universidad de Oxford. El lehendakari Patxi López también infló su currículum, adjudicándose una ingeniería. Tampoco Carles Puigdemont, que fuera presidente de la generalitat de Catalunya, es ni filólogo ni periodista titulado. La vicepresidenta de la generalitat de Catalunya, Joana Ortega, reconoció que en su currículum se había transcrito por error que era licenciada en psicología. La alcaldesa de Santander, Gema Igual, nunca ha sido diplomada en magisterio.

2. Empresas para las que se ha trabajado. Es bastante frecuente en los currículums mencionar empresas para las que, en realidad, nunca se ha trabajado. Iñaki Urdangarín presumía de ser profesor de política de empresa en ESADE, la elitista escuela de negocios. La actriz Ana Allen, para demostrar que estuvo en The Big Bang Theory, sustituyó la cara de otra actriz por la suya en una foto con el reparto de la serie. El comentarista de la cadena Fox, Wayne Simmons, sostenía que había sido agente de la CIA durante décadas.

3. Experiencia laboral. También puedes engordar el puesto que has ocupado en alguna organización. Por ejemplo, la exministra Leire Pajín afirmaba que formó parte del claustro de la Universidad de Alicante por una inexistente Facultad de Económicas y Sociología. Así dicho, parece que fue profesora pero, en realidad, formó parte del claustro como integrante de la cuota que corresponde a los alumnos. El chef Robert Irvine aseguraba en EE.UU. que tenía el tratamiento de Sir y que había recibido de la reina de Inglaterra un castillo como regalo. En realidad, únicamente había trabajado en el Britannia, el yate de la famila real, en su calidad de cocinero militar. Otro ministro, Bernat Soria, sostenía que trabajó con los premios nobel Erwin Neher y Bert Sakman. En realidad trabajó en el mismo instituto que los científicos alemanes, pero no junto a ellos, como parecía decir su currículum.

4. Idiomas. Dicen que los españoles mentimos siempre cuando relacionamos en nuestro currículum los conocimientos de lenguas extranjeras que poseemos. La dictadura relegó la enseñanza de idiomas, seguramente para que no nos enteráramos de que existían otras maneras de vivir distintas a la nuestra. Esa tradición ha llegado hasta nuestros días y las lenguas extranjeras se siguen enseñando mal. Fue de vergüenza ajena oír a Mariano Rajoy decirle a Cameron: "It's very difficult todo esto". Otras figuras públicas inflaron su conocimiento de idiomas, como Francisco Pérez de los Cobos, que en su candidatura al Tribunal Europeo de Derechos Humanos afirmaba poseer un buen dominio del inglés y un muy buen manejo del francés, pero pidió ser entrevistado en español, por lo que recibió un cero de la Comisión del Consejo de Europa que lo evaluó.

5. Experiencias. En tu currículum puedes contar mil batallitas, sobre todo si son difíciles de comprobar. Joseph Ellis, que consiguió el premió Pulitzer por uno de sus libros de historia, contaba a sus alumnos que había luchado en la guerra de Vietnam. Famoso es el caso de Enric Marco, que fuera presidente de una asociación de víctimas del nazismo, quien, en realidad, nunca estuvo internado en el campo de concentración de Flossenburg. María Elósegui, jueza del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, no fue autora del anteproyecto de la Ley de Igualdad, ni siquiera participó en él, pero así lo mantenía en el currículum que envió al Tribunal.

6. Lugar de nacimiento. Para algunas personas puede ser conveniente, necesario e incluso vital falsear el lugar de nacimiento por razones de política de inmigración, eludir la xenofobia o simplemente por ser más glamuroso. El gran Tony Leblanc afirmaba haber nacido en el mismísimo Museo del Prado, del que su padre era vigilante. Hasta bien mayor, el dramaturgo Antonio Gala sostenía que era de Córdoba. Así que en su pueblo natal, Brazatortas (Ciudad Real), hay una placa que dice: "Aquí nació el escritor cordobés Antonio Gala" (y si no lo pone, debería). Y si Maduro y Obama no hubieran nacido en su país, como algunos afirmaron, no podrían haber sido nombrados presidentes.

7. Ocultación de empleos. Finalmente, hablaremos de aquellas personas que no se sienten muy orgullosas de determinados trabajos que han realizado o de determinados lugares donde han estado. Albert Rivera ocultaba que había pertenecido al Partido Popular. El fiscal mexicano de delitos electorales, Santiago Nieto Castillo, ocultó que fue asesor del Partido de la Revolución Democrática. El presidente de Smith & Wesson, James Minder, se vio forzado a dimitir por ocultar sus estancias en prisión por robo a mano armada. También fue despedido Paul Manafort, asesor de campaña de Donald Trump, por haber trabajado para gente cercana a la órbita de Putin.

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