Del 1 al 4 de noviembre de 2018 visitamos una zona de la costa murciana que no conocíamos, la cercana a Puerto de Mazarrón, que nos sorprendió por la belleza de algunos de sus parajes. Como siempre, aquí describo lo que vi y palpé en primera persona.
1. Bolnuevo. A los pies de la Sierra de Las Moreras y a unos cuatro kilómetros de Puerto de Mazarrón se encuentra esta pedanía que tiene varias urbanizaciones modernas. Allí nos alojamos en el Atrium Hotel, un establecimiento de tres estrellas y diez habitaciones, que mantiene exposiciones de pintura en sus instalaciones. Está muy bien y el personal es muy amable. Para comer elegimos El Rincón de Elías, que tiene menú diario y carta, cortita pero muy rica, los fines de semana. En Bolnuevo residen numerosos jubilados ingleses y alemanes. Es un lugar bastante tranquilo, con una amplia playa de arena gruesa y chinitas, de unos dos kilómetros de longitud, y con un paseo marítimo estupendo.
2. Gredas. Caminando hacia el sur de Bolnuevo por el paseo o por la calle, muy cerca de la playa, te encuentras estas formaciones rocosas de un material arcilloso conocido como greda que, gracias a la erosión, parecen hongos. Una sorpresa de la madre naturaleza.
3. Calas de Bolnuevo. Si sigues hacia el sur, bordeando la costa, llegas a una serie de unas dieciocho calas. En un momento se acaba la carretera y comienza un camino que se puede recorrer a pie o en bicicleta. A lo largo de varios kilómetros te irás encontrando con unas pequeñas playas de arena oscura, que sirven para el baño nudista o textil, en un ambiente de paz y conexión con la naturaleza muy intenso. Vimos las tres primeras calas, pero la aventura de recorrerlas todas promete.
4. Puerto de Mazarrón. El núcleo urbano de Puerto de Mazarrón no nos pareció muy atractivo, aunque tiene un puerto deportivo con muchos garitos y restaurantes y un buen paseo marítimo que bordea la Playa de Rihuete. Sin embargo, sí nos gustó la zona entre Bolnuevo y Puerto de Mazarrón. Allí pudimos ver la Playa Grande, que es continuación de la de Bolnuevo, la Playa de Nares, la Playa de la Pava, el Mirador Cabeza del Gavilán, la Playa de Bahía, la Playa de la Ermita, que es la más cuca de todas, y la Playa de la Isla. En esta zona hay hoteles y urbanizaciones de apartamentos que invitan a vivir allí.
5. El Alamillo. Hacia el nordeste desde Puerto de Mazarrón, camino de Cartagena, nos encontramos esta localidad, que tiene una playa con piedras, pero que parece muy tranquila. El paseo junto al mar en esta zona se antoja muy apetecible.
6. Isla Plana. Siguiendo por la costa nos encontramos con este pequeño poblado, que tiene una playa de medio kilómetro, con arena y gravilla, además de algunas calas. Parece ideal para vivir en invierno, pues cuenta con tiendecitas y servicios que permanecen abiertos durante todo el año. Pasando por él se respira calma.
7. La Azohía. Y siguiendo hacia Cabo Tiñoso se llega a La Azohía, otro pueblito que también comparte bahía con Mazarrón, aunque administrativamente pertenece a Cartagena, y que tiene una playa larga, con piedras, que hace ángulo, con un paseo magnífico para los pies o las bicicletas. Apetece sentarse en las terrazas de los bares a contemplar la puesta del sol. Un lugar recóndito donde nadie te buscará.
1. Bolnuevo. A los pies de la Sierra de Las Moreras y a unos cuatro kilómetros de Puerto de Mazarrón se encuentra esta pedanía que tiene varias urbanizaciones modernas. Allí nos alojamos en el Atrium Hotel, un establecimiento de tres estrellas y diez habitaciones, que mantiene exposiciones de pintura en sus instalaciones. Está muy bien y el personal es muy amable. Para comer elegimos El Rincón de Elías, que tiene menú diario y carta, cortita pero muy rica, los fines de semana. En Bolnuevo residen numerosos jubilados ingleses y alemanes. Es un lugar bastante tranquilo, con una amplia playa de arena gruesa y chinitas, de unos dos kilómetros de longitud, y con un paseo marítimo estupendo.
2. Gredas. Caminando hacia el sur de Bolnuevo por el paseo o por la calle, muy cerca de la playa, te encuentras estas formaciones rocosas de un material arcilloso conocido como greda que, gracias a la erosión, parecen hongos. Una sorpresa de la madre naturaleza.
3. Calas de Bolnuevo. Si sigues hacia el sur, bordeando la costa, llegas a una serie de unas dieciocho calas. En un momento se acaba la carretera y comienza un camino que se puede recorrer a pie o en bicicleta. A lo largo de varios kilómetros te irás encontrando con unas pequeñas playas de arena oscura, que sirven para el baño nudista o textil, en un ambiente de paz y conexión con la naturaleza muy intenso. Vimos las tres primeras calas, pero la aventura de recorrerlas todas promete.
4. Puerto de Mazarrón. El núcleo urbano de Puerto de Mazarrón no nos pareció muy atractivo, aunque tiene un puerto deportivo con muchos garitos y restaurantes y un buen paseo marítimo que bordea la Playa de Rihuete. Sin embargo, sí nos gustó la zona entre Bolnuevo y Puerto de Mazarrón. Allí pudimos ver la Playa Grande, que es continuación de la de Bolnuevo, la Playa de Nares, la Playa de la Pava, el Mirador Cabeza del Gavilán, la Playa de Bahía, la Playa de la Ermita, que es la más cuca de todas, y la Playa de la Isla. En esta zona hay hoteles y urbanizaciones de apartamentos que invitan a vivir allí.
5. El Alamillo. Hacia el nordeste desde Puerto de Mazarrón, camino de Cartagena, nos encontramos esta localidad, que tiene una playa con piedras, pero que parece muy tranquila. El paseo junto al mar en esta zona se antoja muy apetecible.
6. Isla Plana. Siguiendo por la costa nos encontramos con este pequeño poblado, que tiene una playa de medio kilómetro, con arena y gravilla, además de algunas calas. Parece ideal para vivir en invierno, pues cuenta con tiendecitas y servicios que permanecen abiertos durante todo el año. Pasando por él se respira calma.
7. La Azohía. Y siguiendo hacia Cabo Tiñoso se llega a La Azohía, otro pueblito que también comparte bahía con Mazarrón, aunque administrativamente pertenece a Cartagena, y que tiene una playa larga, con piedras, que hace ángulo, con un paseo magnífico para los pies o las bicicletas. Apetece sentarse en las terrazas de los bares a contemplar la puesta del sol. Un lugar recóndito donde nadie te buscará.
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