jueves, 13 de febrero de 2020

Siete juicios famosos de la historia

Vamos a recordar algunos juicios, reales o legendarios, que han sido famosos a lo largo de la historia, por su trascendencia o por su originalidad.

1. Juicio de Sócrates. El filósofo ateniense fue juzgado y condenado por corromper a los jóvenes, enseñándoles el pensamiento filosófico. Como era tan hábil en el uso de la palabra, parece que el jurado tachó sus enseñanzas de charlatanería falaz, quizá siguiendo la caricatura que de él había hecho Aristófanes en sus comedias Las nubes, Las aves y Las ranas. Sócrates era también muy crítico con la democracia, lo que le granjeó no pocas enemistades. Fue juzgado además por no creer en los dioses oficiales e inventarse los suyos propios, refiriéndose al daimon, o voz mística interior que guiaba sus acciones. El filósofo se mostró altanero en el juicio, lo que seguramente influyó en la sentencia condenatoria. En realidad, el juicio fue poco imparcial, pues no se le permitió contar con abogado defensor. Sócrates fue condenado a pena de muerte. En lugar de seguir los planes de huida pergeñados por sus amigos, cumplió la sentencia, tomando cicuta.

2. Juicio de Jesucristo. Según dice La Biblia, Jesús fue juzgado hasta seis veces en una sola noche. Me río yo de los juicios exprés. En primer lugar fue llevado ante los líderes religiosos judíos acusado de blasfemia, pues había afirmado ser el Mesías, el Hijo de Dios. Anás, el sumo sacerdote saliente, y después Caifás, sumo sacerdote entrante, decidieron llevarlo ante el Sanedrín, la asamblea de los líderes religiosos, donde lo condenaron a muerte. Pero el Sanedrín no tenía autoridad para condenar a nadie a la pena capital. Por ello enviaron a Cristo ante las autoridades romanas, acusado de incitar a la gente a la revuelta, al proclamar su condición de rey. Pilatos, el gobernador, se lavó en un principio las manos y lo envió a Herodes, el rey de Galilea, quien no quiso asumir la responsabilidad política, por lo que lo devolvió a Pilatos. Este, tras flagelar a Jesús, lo condenó a muerte, parece ser que a petición popular.

3. Juicio de Galileo. El enfrentamiento entre ciencia y religión viene de lejos. En 1633, Galileo Galilei fue juzgado en Roma por la inquisición, a causa de su defensa del modelo de Copérnico, en el que se planteaba que la Tierra y el resto de los planetas giraban alrededor del Sol. Este modelo contradecía al de la iglesia, que consideraba que la Tierra se encontraba fija en el centro del universo. Galileo fue sentenciado por vehemente sospecha de herejía, siendo obligado a abjurar de sus creencias y a arresto domiciliario de por vida o, en caso contrario, a morir en la hoguera. Eligió la primera opción. La leyenda, probablemente falsa, cuenta que, tras abjurar arrodillado se levantó y, dando una patada en el suelo, dijo: "y sin embargo se mueve", refiriéndose a la Tierra. En 1992, el Papa Juan Pablo II reconoció el error de la iglesia. Pensad un momento que, en aquél tiempo, no existía todavía la libertad de pensamiento. En nuestros días no se condenaría a Galileo ni aunque estuviese equivocado. ¿O sí?.

4. El juicio del mono. En 1925, un maestro del estado de Tennesee, Estados Unidos, fue juzgado por enseñar la teoría de la evolución de las especies de Darwin, ya que en dicho Estado se había aprobado una ley que prohibía "la enseñanza de cualquier teoría que niegue la historia de la Divina creación del hombre". Por supuesto que Darwin no defiende que el hombre desciende del mono, sino que el hombre y el resto de primates desciende de un tronco común. La iglesia se ha encargado siempre de tergiversar sus teorías. El juicio enfrentó durante once días a dos de los mejores abogados del país y tuvo una gran repercusión mediática. La verdad es que el jurado deliberó únicamente durante ocho minutos, declaró al maestro culpable y lo condenó a una simbólica multa de 100 dólares. La apelación rebajó la multa a 1 dólar, sin entrar tampoco en el fondo del asunto. La enseñanza del darwinismo sigue siendo un tema debatido en los Estados Unidos.

5. Los juicios de Núremberg. Trece procesos juzgaron entre 1945 y 1946 a los dirigentes y colaboradores del régimen de Adolf Hitler. El primero y principal de ellos fue el que juzgó a los 24 principales mandamases nazis capturados por las fuerzas aliadas. Los cargos fueron crímenes contra la paz, violación de las leyes y usos de guerra y crímenes de lesa humanidad. Los acusados eran grandes jerifaltes, como Göring, Rudolf Hess, Alfred Rosenberg, von Ribbentrop o von Papen. La mayoría fueron condenados a muerte o a cadena perpetua. Otros procesos juzgaron a los médicos, a los ministros, a los jueces y a otros miembros del aparato del Tercer Reich. Se ha puesto en duda la legitimidad del Tribunal, creado ex profeso para la ocasión, sin respaldo internacional alguno, una especie de justicia del vencedor.

6. El juicio a El amante de Lady Chatterley. D. H. Lawrence había impreso privadamente su novela en 1928 en Florencia, pero en el Reino Unido sólo se habían publicado versiones que recortaban el sexo explícito. En 1960, en virtud de la Ley de Publicaciones Obscenas de 1959, se procesó a la editorial Penguin por publicar el texto íntegro, pero fue absuelta tras el testimonio de numerosos expertos, que reconocieron el mérito literario de la obra. Si queréis mi poco cualificada opinión, el estilo modernista de Lawrence me gusta. He leído también El pavo real blanco, Hijos y amantes, El arco iris y Mujeres enamoradas. En todas ellas se puede encontrar una mirada muy interesante a la sociedad inglesa y a la confrontación entre clases sociales. En cuanto al sexo, El amante de Lady Chatterley no me parece en absoluto obscena. Simplemente relata, entre otras muchas cosas, cómo vive el sexo una mujer. O como pensaba un hombre de principios del siglo XX que vivía el sexo una mujer. Creo que su mirada se encuentra ahora bastante anticuada.

7. El juicio de O. J. Simpson. El juicio penal más publicitado de la historia, celebrado entre 1994 y 1995, acusó al actor y exjugador de fútbol americano del asesinato de su esposa y de un amigo de ella. Las evidencias parecían claras, la escena del crimen estaba llena de pistas, la prueba del ADN (nueva en aquellos tiempos) dio positiva. Pero el gran equipo de abogados del actor, jugó las cartas del racismo (su mujer era blanca y él negro) y la mala praxis en la investigación. Después de once meses de juicio, un jurado de doce personas, en el que había nueve afroamericanos y un hispano, deliberó únicamente durante cuatro horas para declararlo inocente. La serie de televisión El pueblo contra O.J. Simpson repasa la vida del acusado y el juicio. La escena en que O.J. huye con un todoterreno blanco por las autopistas californianas y la escena del guante han quedado para los anales de la historia.

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