Desde que vi Testigo de cargo siempre me han gustado las películas de juicios. Hay muchas y muy buenas. Sin duda para mí la mejor es Doce hombres sin piedad, pero podría hablar de Vencedores y vencidos, El crisol, JFK, En bandeja de plata, La caja de música, La carta, La costilla de Adán y otras muchas.
Sin embargo, me ceñiré a las más típicas películas de juicios. Esas en las que la mayoría del metraje transcurre en la sala de vistas y que suelen tener una gran sorpresa guardada para el final. No voy a ser muy original porque los grandes clásicos son insuperables:
1. Testigo de cargo (1957). La película referente del género de juicios adaptaba a Agatha Christie y fue dirigida por su santidad Billy Wilder e interpretada por Charles Laughton, Marlene Dietrich y Tyrone Power. Una puesta en escena y unas actuaciones muy teatrales para presentar un juicio por asesinato en el que el acusado parece culpable, pero la habilidad de su abogado podría conseguir que lo exculparan. Como casi todas estas películas, el guion está lleno de trucos que, vistos ahora, pueden parecer infantiles. Pero si la hubierais visto de pequeños, como yo, os habríais quedado con la boca abierta. Imprescindible. 8,5 de nota.
2. Anatomía de un asesinato (1959). Un abogado de pueblo debe defender a un teniente del ejército, quien ha matado al hombre que, supuestamente, violó a su atractiva mujer. James Stewart, Ben Gazzara y Lee Remick son un reparto de lujo; si además sale George C. Scott, ya no podemos pedir más. Desde el principio sabemos quién es el asesino, pero el abogado, que parece buena persona, utilizará todas sus sucias artimañas para que salga libre. Cuando vi la película todavía no era un adulto, y la palabra bragas, utilizada repetidamente durante el juicio, causó en mí la incomodidad que también debió provocar en la sociedad de la época. Aunque es un poquito larga merece la pena su visión. Si además añadimos los títulos de crédito de Saul Bass, la música de Duke Ellington, el blanco y negro con mucho contraste de la época y la dirección rotunda y seca de Otto Preminger, el cóctel está completo. Nota de 8.
3. Matar a un ruiseñor (1962). Si no habéis visto esta película no entenderéis muchas referencias que se hacen a ella en otros muchas películas y series americanas, pues es un icono de la cultura estadounidense, al igual que la novela en la que se basa. La palabra que mejor la define es "bonita". Durante la gran depresión, en un pueblo de Alabama, el abogado Atticus Finch defiende a un hombre negro acusado de violar a una mujer blanca. El conflicto racial y las relaciones personales están vistos desde la ingenua óptica de la hija pequeña del abogado. Dirección sublime (el calor de la sala del juicio se siente) y magníficas interpretaciones (ojo, que, además de Don Gregory Peck, está aquí el primer Robert Duvall). Perfecta para un sábado por la tarde, en lugar de la porquería de películas que suelen poner en las televisiones. Un 8,5.
4. Veredicto final (1982). Paul Newman compone uno de los personajes de su carrera, el de un abogado acabado y alcohólico que podrá redimirse como profesional y como persona si supera las presiones de la Iglesia para ganar un juicio por un error médico. Sydney Lumet a la dirección, guion de David Mamet. Secundarios de lujo, como Jack Warden, Charlotte Rampling o James Mason. Cuántas películas se han ido a la porra con buenos elementos. Pero esta no. A pesar de contar una historia trillada de la que sospechas el final a los diez minutos, consigue absorber al espectador y que se preocupe por las cuitas del protagonista. Para mí gran parte del mérito es la maestría de Lumet rodando diálogos. El señor Newman aparece tan ajado que, cuando vi la película en su estreno, pensé que estaba enfermo de verdad. 7,5.
5. Algunos hombres buenos (1992). Un enorme Jack Nicholson, que sólo sale veinte minutos, pero que se merienda al resto del reparto, se enfrenta, como el malo de la película, a un Tom Cruise pipiolo, en este juicio militar. Acompaña una sosita Demi Moore. Es un buen film, rodado con mano firme, sin secuencias de relleno. No obstante, ha sido tan parodiada y homenajeada desde entonces que, si no la viste cuando la estrenaron, ya no te sorprenderá el final, aunque aprenderás lo que es un código rojo. Se tratan aquí interesantes cuestiones morales y filosóficas sobre los conceptos de honor y patria, aunque de una manera algo manida y superficial. En su momento agradecí que los dos jóvenes abogados no tuvieran una historia de amor que habría estropeado todo. Un 7.
6. Las dos caras de la verdad (Primal Fear) (1996). Abogado estrella defiende a un joven que, según todas las pruebas, ha matado al arzobispo de Chicago. El guion entretiene y sorprende, aunque tiene más truco que una película de Fu Manchú. Richard Gere da la talla como la estrella del film, Laura Linney está muy bien y, sobre todo, es el debut de Edward Norton, que ya apuntaba a gran actor. Si bien podría haber profundizado en los abusos sexuales dentro de la iglesia, la película transita por caminos más convencionales y se centra en abogado y cliente, y en la posible enfermedad mental de éste. Un 7.
7. El jurado (2003). Gene Hackman, Dustin Hoffman, John Cusack, Rachel Weisz y una pequeña aparición de la mítica Jennifer Beals. Sólo con ese reparto merece la pena la visión de una película efectista, pero entretenida, sobre el enfrentamiento en los tribunales entre una viuda, con su abogado paleto y perspicaz, y una enorme empresa armamentística con una flotilla de abogados de lujo. Inspirada en una novela de John Grisham, el interés se encuentra aquí en la elección de los miembros del jurado, y en que algunos de ellos no son lo que parecen. Notita de 7.
Sin embargo, me ceñiré a las más típicas películas de juicios. Esas en las que la mayoría del metraje transcurre en la sala de vistas y que suelen tener una gran sorpresa guardada para el final. No voy a ser muy original porque los grandes clásicos son insuperables:
1. Testigo de cargo (1957). La película referente del género de juicios adaptaba a Agatha Christie y fue dirigida por su santidad Billy Wilder e interpretada por Charles Laughton, Marlene Dietrich y Tyrone Power. Una puesta en escena y unas actuaciones muy teatrales para presentar un juicio por asesinato en el que el acusado parece culpable, pero la habilidad de su abogado podría conseguir que lo exculparan. Como casi todas estas películas, el guion está lleno de trucos que, vistos ahora, pueden parecer infantiles. Pero si la hubierais visto de pequeños, como yo, os habríais quedado con la boca abierta. Imprescindible. 8,5 de nota.
2. Anatomía de un asesinato (1959). Un abogado de pueblo debe defender a un teniente del ejército, quien ha matado al hombre que, supuestamente, violó a su atractiva mujer. James Stewart, Ben Gazzara y Lee Remick son un reparto de lujo; si además sale George C. Scott, ya no podemos pedir más. Desde el principio sabemos quién es el asesino, pero el abogado, que parece buena persona, utilizará todas sus sucias artimañas para que salga libre. Cuando vi la película todavía no era un adulto, y la palabra bragas, utilizada repetidamente durante el juicio, causó en mí la incomodidad que también debió provocar en la sociedad de la época. Aunque es un poquito larga merece la pena su visión. Si además añadimos los títulos de crédito de Saul Bass, la música de Duke Ellington, el blanco y negro con mucho contraste de la época y la dirección rotunda y seca de Otto Preminger, el cóctel está completo. Nota de 8.
3. Matar a un ruiseñor (1962). Si no habéis visto esta película no entenderéis muchas referencias que se hacen a ella en otros muchas películas y series americanas, pues es un icono de la cultura estadounidense, al igual que la novela en la que se basa. La palabra que mejor la define es "bonita". Durante la gran depresión, en un pueblo de Alabama, el abogado Atticus Finch defiende a un hombre negro acusado de violar a una mujer blanca. El conflicto racial y las relaciones personales están vistos desde la ingenua óptica de la hija pequeña del abogado. Dirección sublime (el calor de la sala del juicio se siente) y magníficas interpretaciones (ojo, que, además de Don Gregory Peck, está aquí el primer Robert Duvall). Perfecta para un sábado por la tarde, en lugar de la porquería de películas que suelen poner en las televisiones. Un 8,5.
4. Veredicto final (1982). Paul Newman compone uno de los personajes de su carrera, el de un abogado acabado y alcohólico que podrá redimirse como profesional y como persona si supera las presiones de la Iglesia para ganar un juicio por un error médico. Sydney Lumet a la dirección, guion de David Mamet. Secundarios de lujo, como Jack Warden, Charlotte Rampling o James Mason. Cuántas películas se han ido a la porra con buenos elementos. Pero esta no. A pesar de contar una historia trillada de la que sospechas el final a los diez minutos, consigue absorber al espectador y que se preocupe por las cuitas del protagonista. Para mí gran parte del mérito es la maestría de Lumet rodando diálogos. El señor Newman aparece tan ajado que, cuando vi la película en su estreno, pensé que estaba enfermo de verdad. 7,5.
5. Algunos hombres buenos (1992). Un enorme Jack Nicholson, que sólo sale veinte minutos, pero que se merienda al resto del reparto, se enfrenta, como el malo de la película, a un Tom Cruise pipiolo, en este juicio militar. Acompaña una sosita Demi Moore. Es un buen film, rodado con mano firme, sin secuencias de relleno. No obstante, ha sido tan parodiada y homenajeada desde entonces que, si no la viste cuando la estrenaron, ya no te sorprenderá el final, aunque aprenderás lo que es un código rojo. Se tratan aquí interesantes cuestiones morales y filosóficas sobre los conceptos de honor y patria, aunque de una manera algo manida y superficial. En su momento agradecí que los dos jóvenes abogados no tuvieran una historia de amor que habría estropeado todo. Un 7.
6. Las dos caras de la verdad (Primal Fear) (1996). Abogado estrella defiende a un joven que, según todas las pruebas, ha matado al arzobispo de Chicago. El guion entretiene y sorprende, aunque tiene más truco que una película de Fu Manchú. Richard Gere da la talla como la estrella del film, Laura Linney está muy bien y, sobre todo, es el debut de Edward Norton, que ya apuntaba a gran actor. Si bien podría haber profundizado en los abusos sexuales dentro de la iglesia, la película transita por caminos más convencionales y se centra en abogado y cliente, y en la posible enfermedad mental de éste. Un 7.
7. El jurado (2003). Gene Hackman, Dustin Hoffman, John Cusack, Rachel Weisz y una pequeña aparición de la mítica Jennifer Beals. Sólo con ese reparto merece la pena la visión de una película efectista, pero entretenida, sobre el enfrentamiento en los tribunales entre una viuda, con su abogado paleto y perspicaz, y una enorme empresa armamentística con una flotilla de abogados de lujo. Inspirada en una novela de John Grisham, el interés se encuentra aquí en la elección de los miembros del jurado, y en que algunos de ellos no son lo que parecen. Notita de 7.
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