miércoles, 4 de octubre de 2017

Siete nociones clave sobre el feminismo

Como hay mucha gente, interesadamente o no, que crea confusión sobre el feminismo, equiparándolo incluso al machismo, voy a ofrecer algunas nociones clave para aclarar el término. Yo creo que todo ser humano debe ser feminista (que no es lo contrario de machista), igual que debe ser no racista. Claro, que siempre hay personas incultas que insultan a quienes se autodenominan feministas.

1. Definición. El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el feminismo de la siguiente manera: "Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres". ¿Hay alguien civilizado en la sala que piense que las mujeres no deben tener los mismos derechos que los hombres? Y, si lo hay ¿se atreve a decirlo en voz alta? Esta es la prueba de que todo el mundo debería apoyar el feminismo. Sin embargo, la definición tiene tela que cortar, porque coloca a las mujeres como aspirantes al trono que ocupan de los hombres. Una definición más adecuada, en mi opinión, sería, por ejemplo: "Ideología que defiende que todas las personas tienen los mismos derechos, sin distinción de género". Porque yo no creo que una mujer quiera tener el derecho a tocarse los huevos en el sofá mientras su pareja friega o hace la comida. Ni tampoco a tener un sueldo más alto por ir a tomar copas con el jefe.

2. Historia. La primera ola de feminismo organizado se inicia en el siglo XIX, es liderada por las mujeres burguesas y se centra en la consecución del voto, lo que se logra en la mayoría de los países industrializados al término de la primera guerra mundial. El nuevo feminismo, que se inició a final de los años sesenta del pasado siglo, pone en entredicho que la mujer deba realizar el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos, por eso se opone al patriarcado y a la división sexual del trabajo. También reclama el placer sexual para las mujeres. Se puede decir que el feminismo contemporáneo se ha dividido en tres tendencias, el liberal, que ve en el capitalismo la mejor forma de que la mujer logre la igualdad, el socialista, que quiere insertar el feminismo en la lucha global contra el capitalismo, y el radical que se centra en la confrontación y en la abolición de las instituciones que oprimen a las mujeres.

3. Género y sexo. Para comprender la lucha de las mujeres hay que saber distinguir entre estas dos acepciones. Simplificando, diremos que el sexo es lo que biológicamente nos ha tocado a cada uno. Masculino o femenino según nuestros genitales. Pero el género es aquello que se ha construido socialmente sobre lo que la naturaleza nos ha dado, es decir, no es un hecho natural, sino social. La subordinación a la que están sometidas las mujeres en todas las sociedades del mundo se debe a las diferencias de género establecidas por los hombres, desde los albores de la historia, aprovechando las diferencias biológicas entre ambos sexos. Lo correcto, en mi opinión, es diferenciar entre el sexo, que es lo que biológicamente tienes, y la identidad de género, que es cómo te sientes.

4. Patriarcado. Es el sistema de dominación del hombre sobre la mujer que ha existido siempre en todas (o casi) las culturas del mundo. El mayor poder del mismo es haber convencido a todos durante siglos de que es natural, y no una construcción social. Cuando los pueblos ancestrales dejaron de ser nómadas, las mujeres se dedicaron a la maternidad intensiva, pues es más segura una comunidad con mayor número de miembros. Ello dejó el trabajo pesado en manos de los hombres y a las mujeres como dependientes económicamente, lo que provocó el sometimiento del sexo femenino al masculino. Así se instaló en las sociedades modernas este tipo de dominio, en el que la mujer es una propiedad del hombre, ejercido a través de diversos tipos de violencia: sexual, física, emotiva, psicológica y económica.

5. Androcentrismo. Muy relacionado con el patriarcado se encuentra el androcentrismo. Como la palabra sugiere, es la visión del mundo desde la perspectiva del hombre, que ha sido la predominante hasta ahora, y que excluye la mirada de la mujer. Pero no sólo excluye a las mujeres, a las que considera ciudadanas de segunda, casi objetos, sino que condiciona al hombre, que debe comportarse según una serie de atributos relacionados con la condición social, sexual, religiosa, e incluso con la apariencia.

6. Feminismo de la diferencia. Dentro del feminismo radical, a partir de la década de los 60-70, algunas mujeres criticaron el término igualdad, afirmando que lo contrario de igualdad no es diferencia, sino desigualdad. Los hombres han utilizado la diferencia para sembrar la desigualdad. Han nombrado la realidad según su visión androcéntrica. Pero estas feministas sostienen que se puede crear una sociedad que respete las diferencias entre los sexos. Partiendo de bases filosóficas y psicoanalíticas han criticado el feminismo mayoritario de la igualdad, que para ellas va a provocar la desaparición de los sexos. Parece que, si el feminismo de la igualdad se encamina a lo urgente, el de la diferencia lo hace hacia lo importante. No obstante, ambas corrientes feministas se han reencontrado en la actualidad en los nuevos feminismos.

7. Educación. Si queremos conseguir la igualdad de derechos entre los géneros, debemos trabajar con los menores pasando de una escuela mixta, en la que niños y niñas coexisten y donde, además de conocimientos académicos, aprenden los comportamientos propios de su sexo, a otra coeducativa, que favorece la interacción entre los sexos para superar la discriminación y el estereotipo. No hay que olvidar que toda transmisión de saberes responde a una finalidad política y que los políticos se han valido históricamente de la educación para fabricar hombres y mujeres obedientes y acríticos.

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