Saludos cordiales y afectuosos a todos los que puedan leer estas pobres líneas.
En primer lugar, y para aclarar alguna posible confusión, debo decir que mi nombre es una composición de los de dos de mis héroes favoritos de ficción.
El primero es el Winston Smith de 1984, que tantas fatigas pasó en un mundo muy parecido a éste en que yo me encuentro ahora.
El segundo es el Aureliano Buendía de Cien Años de Soledad, que tantas fatigas pasó para enfrentarse a un mundo muy parecido al que sospecho que será este dentro de no muy lejanas fechas.
Pueden ver que mi nombre está escrito en minúsculas. Esto es así porque considero que las mayúsculas deberían dejarse para personalidades importantes. Yo no lo soy, ni tengo intención de serlo nunca. Prefiero el papel anónimo del observador. Y como dijo Homer Simpson: "Es mejor ver cosas que hacer cosas". Toda una declaración de principios con la que no podría estar más de acuerdo.
Debo aclarar también que aunque mi nombre suene realmente sudamericano, soy español. Tampoco es un tema que me preocupe mucho, pero al ver mi nombre en el blog me he dado cuenta que bien podría ser el de un inmigrante ecuatoriano, y me he acordado de ellos.
Ayer pude visionar por vez primera una película de la que esperaba mucho y que me aportó mucho. Se trata de Azul Oscuro Casi Negro, de un tal Sánchez Arévalo del que ya había visto algunos cortos, como Gol, Expréss y otro con la idea básica parecida a la de este largometraje y del que no recuerdo el título, quizá se llamaba Física II.
Este tipo es muy listo, gran guionista y contador de historias y buen director. No me extraña que se alzara con tres Goyas. Destaca entre los actores Raúl Arévalo, hay que seguir a este chico.
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