martes, 26 de febrero de 2008

¿Será este un país para viejos?


Vaya por delante mi absoluto rechazo a las fronteras entre los países, y a la discriminación de unas personas por haber nacido en un sitio u otro. Son divisiones artificiales, que nos obligan a interiorizar en el proceso de socialización (en la familia, en la escuela), y que al final nos parecen naturales. Pero las fronteras las ha inventado el hombre, y, usualmente, el hombre más fuerte. No sé por qué tenemos que sentirnos españoles, cuando, si la historia hubiera sido diferente, seríamos andalusíes, franceses, romanos, castellanos, aragoneses, lusitanos o ciudadanos del Tercer Reich.

Aparte de estas consideraciones, me gustaría reflexionar sobre a quién perjudica la llegada de inmigrantes a España y a quién beneficia. Está claro que los empresarios obtienen mayores beneficios, puesto que la oferta de trabajadores es mayor y los salarios, por lo tanto, descenderán. Por esa misma razón, los trabajadores poco cualificados serán perjudicados, puesto que la mayor competencia rebajará sus emolumentos, a no ser que se implante un salario mínimo decente.

Entonces, ¿por qué parece que al Partido Socialista le apetece que lleguen más inmigrantes? ¿Por qué da la impresión de que al Partido Popular le molesta una llegada masiva?

Un partido conservador, que se dirige a las clases medias y altas, quienes suelen contratar empleados para sus empresas, negocios o para el servicio doméstico, debería estar a favor de la inmigración salvo si se convierte en un partido de extrema derecha, que fomenta el odio al diferente y al extranjero. Un partido socialista debería estar en contra de la inmigración, a no ser que se esté aburguesando. ¿Se está volviendo el mundo del revés? ¿Están buscando los partidos el voto de los que normalmente no les votan? No tengo ni idea. Las hipótesis las deberán formular otros, aunque quizá sea yo el único que se preocupa por esto.

En mi opinión cabemos todos. Quizá sea una comparación infantil, pero en Gran Bretaña, con la mitad de terreno viven el doble de personas. Sólo se necesitan más infraestructuras, que pueden ser construidas precisamente por los que vienen. En España sólo el 3% del suelo está urbanizado. Y todos esos nuevos inmigrantes, con sus nuevas costumbres y sus grandes tasas de natalidad, no permitirán que España se convierta en un país para viejos. España no es un país para viejos.

Cabe aquí recordar la impresionante interpretación de Javier Bardem en la película de los hermanos Coen. He oído algunas críticas afirmando que es mala porque hace pocos gestos. Eso es lo que me parece grande de su interpretación. A través de su expresión hierática y adusta el espectador puede atisbar los pensamientos del personaje. Un trabajo muy elaborado, sin duda, y posiblemente merecedor de tantos premios.

En cuanto a la película, no me llegó a interesar completamente. Me parecieron mucho más interesantes las aventurillas alrededor de un maletín con dinero que el supuesto tema central de la cinta, el de la llegada a la vejez. Realmente no la encontré redonda, como sí me lo parece Fargo, su obra cumbre, en mi modesta opinión.