martes, 30 de agosto de 2016

Siete lugares de Marbella

Cuando oyes hablar de Marbella sueles relacionarlo con el lujo, la jet set, Puerto Banús y la corrupción. Pero cuando llegas allí, te sorprende un casco antiguo muy coqueto, que ha sabido conservar en sus calles la huella de la historia, y en el que, además de las numerosísimas tiendas, se pueden visitar varios lugares que merecen la pena:
1. Plaza de los Naranjos. Es el corazón del barrio. Lugar para sentarse a comer o cenar, porque está ocupada totalmente por las terrazas de los restaurantes. En ella se encuentran la Casa del Corregidor, la Ermita de Santiago, el Ayuntamiento, la Oficina de Turismo y otra serie de edificaciones blancas típicamente andaluzas. Por la noche, las flores de azahar despiden un aroma especial y es refrescante y agradable pasear en verano por un lugar tan acogedor, como lo es todo el casco histórico de la ciudad. Junto a esta plaza abrió su tienda de sombreros la tía Elvira, según la novela "Un gran mundo", de Álvaro Pombo.
2. Ermita de Santiago. Situada en la misma plaza de Los Naranjos, la ermita de Santiago es el templo más antiguo de Marbella, construido en el siglo XV. Sede de varias cofradías, es una pequeña iglesia de planta rectangular y tejado a dos aguas. Destaca la hornacina del apóstol que se encuentra incrustada en uno de sus laterales. En el interior se pueden encontrar algunas tallas policromadas barrocas.
3. Casa del Corregidor. También en la plaza de Los Naranjos. Se trata de una casa señorial del siglo XVI, con una fachada que contiene elementos góticos, como el arco apuntado de la primera planta, combinados con elementos mudéjares, como los arcos del segundo piso. Sin embargo, la puerta de piedra es típicamente renacentista. Alberga un restaurante. Es una pena que el lugar esté lleno de restaurantes, pues las sombrillas no dejan ver el bosque, digo, la plaza.
4. Iglesia del Santo Cristo. En realidad, se trata originariamente de una ermita, la del Santo Cristo de la Vera Cruz, construida en el siglo XV y ampliada en el XVIII. Se encuentra en la parte alta del casco antiguo y está completamente enjalbegada al estilo andaluz, salvo la puerta, que es de piedra vista. Cuando pasé por ella, una mañana de Semana Santa, los cofrades se afanaban en preparar la procesión de la tarde, y daba gusto verlos trabajar gratis para el Señor.
5. Alcazaba y Muralla Árabe. Los amantes de las ruinas árabes apreciarán este castillo, que en tiempos debió de ser magnífico. Parece que fue levantado en el siglo X sobre construcciones romanas de los siglos I y II y reparado después durante siglos. La muralla tuvo al menos diez torres y en su interior se encontraba la ciudad primitiva de Marbella, que pronto rebasó sus confines. Actualmente quedan dos torres y dentro de su recinto hay varias edificaciones, entre ellas dos colegios públicos. Al pie de la muralla se suelen celebrar ahora conciertos durante el verano.
6. Iglesia de la Encarnación. La iglesia más grande del casco antiguo de Marbella, tiene una planta de tres naves, estilo basílica. Ocupa ese lugar desde que fuera mezquita, pero ha sido destruida y reedificada varias veces, la última tras derrumbarse al ser quemada durante la guerra civil española, aunque conserva algunas partes más antiguas, como la portada de piedra de estilo rococó. Merece la pena entrar pues el interior es impresionante, con múltiples y hermosas capillas. Para los que gustan de la prensa del corazón, les diré que esta iglesia fue escenario de la boda de Lolita, la hija de Lola Flores, uno de los capítulos más bochornosos de la España cañí, con aquella mítica frase de Doña Lola: "si me queréis, irse".
7. Restaurante Altamirano. Después de ver tantos monumentos, es necesario descansar y tomar un refrigerio. Ningún lugar mejor que este restaurante, situado en la plaza del mismo nombre. Por un módico precio puedes degustar una cocina típicamente andaluza (pescaíto y marisco, principalmente). Servido por un equipo de buenos profesionales, lleva treinta años siendo un referente para todo el que pretende tomar algo en Marbella. No hace falta que vayas elegante, que no es de esos. El problema de los buenos sitios es que se llenan muy rápido, por lo que cuesta encontrar mesa, sobre todo en verano.