jueves, 28 de diciembre de 2017

Siete lugares de un viaje a Suances

En Agosto de 2017 pasamos unos días de tranquilidad y playa en Suances. Vamos a recordar algunos lugares de este bonito y animado pueblo costero y de sus alrededores.
1. Playa de La Concha. Se extiende junto al casco urbano y mide unos mil metros. De arena fina y dorada, es muy amplia y siempre encontrarás sitio para estar tranquilo. Las escuelas de surf suelen utilizar un extremo de la misma para sus clases. Solíamos acercarnos a un chiringuito en la misma playa para comer unas hamburguesas o unos bocadillos.
2. Playa de Los Locos. Orientada al Oeste, su longitud es de unos trescientos metros y tiene un oleaje bastante fuerte, por lo que suele ser visitada por los más jóvenes para surfear. Su fina arena y sus aguas limpias hacen que en verano se abarrote demasiado, sobre todo cuando sube la marea y te quedas casi sin sitio para poner la toalla. Merece la pena ver sus atardeceres, en los que el sol crea preciosos juegos de luz sobre el mar. La leyenda cuenta que, debido a las olas y a su difícil acceso, la gente no solía ir a esta playa, por lo que los manicomios cercanos aprovechaban para llevar a sus internos.
3. Nuestra salida vespertina transitaba por el Paseo de la Marina Española y la Calle El Muelle, donde se pueden encontrar diversos bares y restaurantes. El restaurante La Solita, en la Calle El Muelle, da a la Playa de la Rivera. Puedes comer o picar algo, de buena calidad y a precio asequible. Las zamburiñas están de lujo. Un poquito ruidoso, porque suele estar lleno de gente tomando el aperitivo. En la calle Torrelavega, al final de la de El Muelle, encontraréis el restaurante Amita. Es un poco más elegante y caro, pero también tiene zona de bar para pedir unas raciones. El pulpo a la brasa con puré se come solo. En el Paseo de la Marina Española, frente a la Playa de la Concha, es muy agradable cenar en la terraza de El Marinero, un restaurante con decoración cuqui. No es barato, pero el producto es bueno y te atienden bien sin ser demasiado empalagosos. Mejillones, percebes o ensaladas, todo muy rico y fresquito.
4. Parque Natural de las Dunas de Liencres y Costa Quebrada. Un lugar sorprendente y poco conocido. Comenzamos aparcando el coche junto a la playa de la Arnía. Desde ahí el camino hasta la playa de Portio por el borde de los acantilados te sobrecoge. Puedes contemplar los urros, formaciones rocosas que asoman de un mar poderoso. Más hacia la izquierda se pueden ver las también pequeñas playas de Cerrias y de Somocuevas. Si sigues hacia el Oeste, entre las grandes playas de Canallave y Valdearenas encontramos las dunas, que forman parte de la Ría de Mogro, en la desembocadura del río Pas. Paraíso para el surf, el kitesurf o el parapente, un paseo por las arenas te llena de buenas energías. El pinar de entrada al parque es también magnífico y con numerosas rutas de senderismo.
5. Santillana del Mar. Visita obligada para todo el que vaya a Cantabria, se trata de una villa que lleva allí 15.000 años y que mantiene en perfecta conservación caseríos, torres e iglesias de los siglos XIV a XVIII. Pasear por sus calles empedradas te traslada a tiempos pretéritos. Eso sí, turistas como tú los encontrarás a miles, así que procura ir un día de diario. Hay que conocer la cueva de Altamira (aunque esta vez no nos acercamos), si bien sólo te dejan ver su réplica.
6. San Vicente de la Barquera es otra de las visitas obligadas si te encuentras en Cantabria, pues conserva un ambiente marinero y pescador. Hay que subir al Castillo del Rey y pasear por la zona medieval. Desde allí podrás observar la ría y la inmensidad del Parque Natural de Oyambre. También puedes dar una vuelta por los puentes y visitar los muchos bares y restaurantes, que están siempre muy animados. Si te llegas hasta el rompeolas disfrutarás de un paseo para recordar.
7. Potes. De vuelta a la meseta paramos en este hermoso pueblo de los Picos de Europa. Rodeado de montañas encontramos una población que conserva casas, torres y puentes de siglos pretéritos. Entre sus callejuelas puedes, si te dejan los turistas, pasear escuchando el rumor de los ríos que atraviesan el pueblo. La Torre del Infantado es visita obligada. En cada piso podrás conocer un poco de la historia de la zona, y desde arriba tendrás magníficas vistas. Como era el año jubilar lebaniego, subimos al Monasterio de Santo Toribio. Demasiada gente. Habrá que ir en otra ocasión.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Siete nociones clave sobre los robots y el futuro

La robótica es la ciencia que construye máquinas dotadas de inteligencia capaces de sustituir en algunas tareas al ser humano. Dentro de no mucho tiempo los robots formarán parte del paisaje cotidiano de nuestra sociedad. Ya están aquí, pero no todos son androides, es decir, no todos tienen esa silueta antropomórfica en la que muchas veces pensamos al oír la palabra robot. Vamos a intentar aprender un poquito más sobre ellos y su posible y futura aportación a la vida de los humanos.

1. Las tres leyes de la robótica. Aunque proceden de la literatura, pues aparecieron por primera vez en un cuento de Isaac Asimov, están muy bien pensadas:
1ª Ley. Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño.
2ª Ley. Un robot debe hacer o realizar las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la 1ª Ley.
3ª Ley. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.
Fueron ideadas para luchar contra el complejo de Frankenstein, es decir, el miedo a que la criatura, en este caso la máquina, se rebele contra su creador. Implantadas en el electrónico cerebro de un robot, lo obligarán a autodestruirse antes de hacer daño al hombre. Como corolario de las leyes de la robótica se creó la ley cero: un robot no hará daño a la humanidad o, por inacción, permitirá que la humanidad sufra daño. Se traspasa así a las máquinas la duda moral que siempre han tenido los hombres sobre si es lícito producir un mal menor para evitar un mal mayor. Pensad por un momento en que los coches autónomos son robots y podrían decidir, por ejemplo, salirse de la carretera para evitar un choque. Pero ¿es posible aplicarlas en la realidad? ¿no es un poco tonto pensar que se puede implantar un sistema de pensamiento tan complejo en cualquier máquina?

2. Los robots en la vida cotidiana. No hace falta ir al futuro para ver robots trabajando en las grandes fábricas, realizando operaciones quirúrgicas o desactivando bombas. Pero en el hogar han empezado a hacer sus pinitos limpiando la casa y pronto cuidarán niños o ancianos, lo que ya hacen en algunas guarderías y residencias en Japón. La película "Un amigo para Frank" (Robot & Frank) plantea algunos de los problemas que este tipo de cuidadores puede causar.

3. Robots contra humanos por un puesto de trabajo. Un robot industrial puede hacer el trabajo de cuatro humanos. Pero la inteligencia artificial puede sustituir también a un abogado, a un contable, a un agricultor o a un policía. Los robots se apropiarán en pocos años de la mitad de los puestos de trabajo que actualmente ocupan personas. Pero no se puede poner freno al progreso. Mis amigos están hartos de oírme contar que, cuando inventaron la rueda, los cuatro tíos que llevaban en palanquín al jefe de la tribu se quejaron porque perdían su trabajo. En 1812, un grupo de trabajadores incendió en Notttingham sesenta máquinas de tejer medias. No me imagino a los taxistas volcando coches autónomos sin conductor porque les quitan el trabajo. Hace no mucho más de cien años la gente trabajaba dieciséis horas y no libraba los fines de semana. Con el nuevo incremento de la productividad es necesario volver a reducir las jornadas de trabajo para distribuir la riqueza que la robótica generará, pues hace ya cincuenta años que no se tocan las cuarenta horas semanales. Y hay que ir pensando en la renta mínima garantizada.

4. Uno de las consecuencias negativas de la implantación de robots puede ser la polarización de la sociedad, es decir, su división entre una minoría bien pagada y segura y una mayoría insegura y con dificultades para sobrevivir. Las personas poco cualificadas que pierdan su trabajo a manos de los robots tendrán muchas dificultades para adaptar sus capacidades a las exigencias de los nuevos empleos tecnológicos, por lo que se encontrarán sin trabajo y sin posibilidad de conseguirlo. Entre las clases trabajadoras esta situación provocará, además de pobreza, estrés y depresión. Por eso, mientras los ingresos de los humanos dependan del empleo remunerado, la robotización podría acarrear conflictos sociales.

5. Sin embargo, la robotización puede tener consecuencias positivas, guiando al hombre hacia una sociedad más integrada. Los gobiernos podrán tomar decisiones para la redistribución de la riqueza, proporcionando formación para aquellos que pierdan su trabajo, instruyéndolos, por ejemplo, en las nuevas tecnologías ligadas a la robótica. Como no se necesitará tanta mano de obra, se podrá alcanzar una sociedad del ocio en la que casi todos consigamos una vida como la que tenía la clase noble ateniense en la Grecia antigua. Y llegará un momento en que los robots convivirán con nosotros, y puede que alcancen a tener los mismos derechos que los humanos de carne y hueso.

6. En diversos foros ya se están planteando cuáles deben ser los derechos de los robots. Las personas electrónicas, desde el momento en que tengan conciencia de sí mismas, van a sufrir. Por eso deben tener derechos (y obligaciones) como las personas orgánicas. Inmediatamente te asaltan preguntas: ¿Cuándo se convierte una máquina en alguien? Una aspiradora, un brazo robótico, un coche autónomo, ¿no pueden ser personas porque no parecen personas? ¿Llegarán los robots a ser libres o siempre tendrán un dueño? ¿Lucharán por su libertad? Hay quien propugna que se prohíba instalar emociones en los robots, y así el problema ni se llegará a plantear. Repasad Blade Runner y la serie de televisión sueca Real Humans.

7. Los cíborgs son criaturas que han sido modificadas con dispositivos electrónicos. Entonces, toda persona que porte un dispositivo de este tipo (como un brazo mecánico o un marcapasos) es un cíborg. Bueno, todos somos un poco cíborgs, porque llevamos un dispositivo electrónico (muchas veces conectado a nuestro oído) que nos permite almacenar información y compartirla con el mundo. Pero la idea primigenia para crear los ciborgs era conseguir humanos mejorados que pudieran sobrevivir en el espacio. En el futuro, muchas enfermedades se solucionarán con implantes, pero puede que se intente también conseguir superhombres. La duda es ¿Cuándo un cíborg deja de ser humano? ¿Al modificarle el cerebro? Entonces, una persona que se ha colocado un implante en el cerebro para poder hacer cálculos más deprisa ¿Es humano?. ¿Y si a un robot le implantamos un órgano vivo cultivado o trasplantado desde un humano ? ¡Ay! Ética y ciencia. Parecen conceptos incompatibles.