miércoles, 22 de marzo de 2017

Siete nociones sobre la libertad de expresión y sus límites

Intentaré aquí hablar de la libertad de expresión y su relación con el resto de derechos humanos, porque he oído últimamente muchas aseveraciones que, en mi opinión, no se ajustan exactamente a la realidad, aunque debo respetarlas, pues de eso va la libertad de expresión:

1. La libertad de expresión es un derecho humano. El artículo 19 de la Declaración de los Derechos Humanos establece: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión". Gracias a la libertad de expresión y de información los ciudadanos pueden controlar que sus gobernantes son honestos y que las leyes se aprueban tras el obligado debate de ideas.

2. La libertad de expresión es un derecho fundamental consagrado por la Constitución Española de 1978 en su artículo 20, donde se reconocen y protegen los siguientes derechos:
a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.
b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.
c) A la libertad de cátedra.
d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.


3. Pero el derecho a la libertad de expresión no es ilimitado, y se acaba cuando conculca algún otro derecho fundamental. Es aquella frase tan manida que dice: "mi libertad termina donde empieza la de los demás". Si buscamos de nuevo en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en la Constitución Española podemos recopilar los siguientes límites a la libertad de expresión:
- La intimidad, el honor, la reputación o la propia imagen de los demás y la protección de la infancia y la juventud.
- La seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas.
- Incitación a la violencia o a la discriminación a causa de odio nacional, racial, religioso o sexual.

4. Entre los derechos personales con los que la libertad de expresión puede entrar en conflicto, está el honor, que puede definirse como la valoración que de la persona se tiene en su ámbito personal y laboral. La intimidad es lo que permite a las personas mantener fuera de la acción y conocimiento de terceros su ámbito personal y familiar. La propia imagen es una manifestación tanto del honor como de la intimidad, pues permite al individuo controlar la difusión de su aspecto más externo. Teniendo en cuenta que en las sociedades democráticas el derecho a la información es preponderante, si la información es de interés público y veraz (y eso lo decide un juez), se considera este derecho por encima del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, sobre todo si el personaje afectado es una figura pública.
Por ejemplo, la señora Olga denuncia a la señora Rita porque esta última dijo de ella que se había quedado embarazada y había abortado. Yo publico esta noticia en mi periódico con una foto de la señora Olga. Pues, según el Tribunal Supremo, si la señora Olga tiene proyección pública, no estoy violando sus derechos. Y la proyección pública puede ser cualquiera, hasta salir en un programa de cotilleo de la tele.
Los menores están más protegidos. Principalmente restringiendo su acceso a contenidos para adultos y dispensando una protección más intensa a su intimidad e imagen.

5. Si bien se puede entender un límite a la libertad de expresión en aras de la seguridad nacional, esta ha servido de excusa a muchos gobiernos para violar los derechos humanos, confundiendo la seguridad del Estado con la del partido o facción en el gobierno. Por lo que respecta a la salud y a la moral pública, al ser esta cambiante, es muy difícil establecer sus límites. Hace tiempo una pintura de desnudo podía ser prohibida por obscena. En la actualidad es admisible un libro para niños sobre el aparato reproductor humano. Está consensuado que debe existir un mínimo común de moralidad imprescindible para la vida social. Pero un mínimo, es decir, la moralidad del grupo más liberal y abierto de la sociedad, no la del más conservador. Siendo la libertad de expresión y la moral pública dos derechos fundamentales hay que intentar que no prevalezca uno sobre el otro.

6. El odio es otro límite a la libertad de expresión. Las autoridades no pueden evitar que nos odiemos unos a otros. Pero pueden prohibir que el odio se transmita en modo de incitación a la discriminación o a la violencia. Por supuesto, la incitación a la guerra o al terrorismo es un acto delictivo en cualquier país civilizado. Sin embargo, más difícil es apreciar el delito en la discriminación por raza, color, ascendencia, origen nacional o étnico, nacionalidad, género, orientación sexual, idioma, opinión política, edad, situación económica, estado civil o discapacidad. El juez debe ver intención de discriminación o de odio. Si yo digo: "todos los niños tienen pene", ¿discrimino a los niños (transexuales) que nacieron sin él? ¿Los odio?. Pues depende de la intención, y eso es muy difícil de apreciar. En una manifestación en favor de la marihuana no encontramos odio contra nadie, aunque este producto sea ilegal. Sin embargo, en una manifestación contra los inmigrantes un juez puede apreciar discriminación. Si un antiguo etarra dice que en España existe la tortura, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos no aprecia odio ni discriminación contra nadie; simplemente observa una queja del mal funcionamiento del Estado español. Como verán los límites son sutiles y hay que pensar bien cada caso.

7. En los últimos tiempos, en España se han querido aplicar límites a la libertad de expresión en el arte. Entendemos por arte todo lo que el impulso de la creatividad humana puede producir, desde los libros más sesudos a los chistes más tontos. La experimentación en el arte ha hecho avanzar nuestras sociedades. Pero siempre ha sido objeto de censura por el poderoso, desde tapar el sexo a las figuras de la Capilla Sixtina a matar escritores por parte de los regímenes totalitarios. Si quiero hacer una película sobre Hitler debo sacar banderas nazis. Si quiero hacer una obra de teatro sobre la banda terrorista ETA puedo sacar a etarras justificando sus asesinatos y eso no debe ser censurado, aunque ofenda a algunos. La religión ha pretendido detener el avance del arte desde siempre. Si por los líderes religiosos fuese no tendríamos hoy muy buenas o muy malas manifestaciones artísticas, como las Opiniones de un Payaso, de Böll, los Versos Satánicos, de Rushdie, o un transformista disfrazado de Virgen María en los carnavales. Los que más risa (o coraje) me dan son los defensores de los demás, aquellos que "saben" lo que ofende al Papa, a los niños (incluido el Niño Jesús) o a las víctimas del terrorismo.

martes, 7 de marzo de 2017

Siete momentos de un viaje al Balneario Sicilia

El fin de semana del 3 al 5 de febrero de 2017 fui a relajarme al Balneario Sicilia, situado en la población zaragozana de Jaraba. Aquí lo dejo resumido en siete momentos. Espero que cuando sea muy viejito esto siga en la red y lo pueda consultar para acordarme.
1. Balneario Sicilia. Salimos por la tarde desde Madrid. La banda sonora de la recién estrenada La La Land nos acompañó todo el camino. Llegamos ya de noche a un pueblo con cuatro casas, pero con tres balnearios. El Balneario Sicilia tiene más de 150 años y se nota. Un aire decadente te envuelve en cuanto entras en él. El olor a baños termales, los pasillos del hotel, los abuelos en albornoz. Tras registrarnos paseamos por el interior de sus instalaciones. Las mesas y las sillas de la cafetería parece que llevan allí medio siglo. Lo que no hay es un camarero que te ponga un café. Únicamente clientes/pacientes jugando al ajedrez o leyendo. Pero la gran ciudad queda atrás y el ambiente tranquilo relaja tus pulsaciones.
2. Cena en el balneario. Únicamente llevábamos contratado el desayuno, así que había que cenar. Acudimos al comedor y allí nos ofrecieron un menú por 23 euros o un bufé libre por 15 euros. Como era un hotel de cuatro estrellas nos decidimos por el último. Pero, oh sorpresa, resulta que hay un comedor para las personas y otro para los ancianos. El comedor para los clientes normales es muy bonito. Allí tomamos al día siguiente un estupendo desayuno. Sin embargo, en el hotel hay otra sala más fea, en la que nos dieron el bufé, donde la gran mayoría son personas mayores. Y la calidad es penosa. Unos filetes empanados, algo de jamón, judías verdes y nada más. Supusimos que los ancianos viajan con precios especiales y por eso los tratan de manera "especial".
3. Piscina termal. El sábado temprano tocaba bañarse en la piscina termal, que se encuentra dentro de una cueva, y cuya agua tiene una temperatura constante de 34º C. Es una sensación muy agradable, sobre todo si sales a la parte de la piscina que da al exterior, pues te mantienes calentito en el agua mientras se te queda la nariz helada. El problema es que la piscina es muy simple y sólo tiene un jacuzzi y algunos chorritos. Si quieres más tienes que hacer el circuito que llaman "jardín termal" y que cuesta 43 eurazos por persona. En otros centros termales estos circuitos son gratuitos.
4. Monasterio de Piedra. A cuarto de hora en coche del balneario se encuentra el monasterio cisterciense de Piedra, junto al río del mismo nombre. Te lo enseñan en una visita guiada y aprendes que fue el primer lugar de Europa en el que se cocinó chocolate. Pero más bonita que la obra del hombre es la obra de la naturaleza. Al lado del monasterio hay un parque natural, lugar maravilloso lleno de saltos de agua que juegan con la roca, creando preciosas grutas. Durante un par de horas (o las que quieras) puedes vivir en la naturaleza, contemplar los diversos tipos de plantas y de aves o los ejemplares de la piscifactoría que funciona en el interior del parque. Si quieres, puedes comer en los merenderos habilitados. En invierno la visita es muy tranquila, porque hay poquita gente, aunque la vegetación es menos exuberante.
5. Premios Goya. Por la noche, a ver los premios del cine español correspondientes a las películas estrenadas en 2016. Mi película favorita era Que Dios nos perdone (mi nota, 7,5). Dentro del género negro me parece más redonda que la ganadora, Tarde para la ira (un 7), aunque esta tiene un giro espectacular al final. Julieta también me gustó bastante (7); se nota la mano de un director maduro, que sabe lo que hace. El ganador del premio al mejor actor, Roberto Álamo, por Que Dios nos persone, hace un papel muy efectista y efectivo, aunque ese tío macarra da la impresión de que se parece al propio actor. Emma Suárez, en su papel de Julieta madura, es mucho más contenida y detallista en su composición.
6. Medinaceli. El domingo por la mañana, y de vuelta a casa, habría sido un perfecto momento para hacer turismo si el día no hubiese resultado tan desapacible. No obstante, lo intentamos. Primero paramos en Medinaceli, que tiene un casco antiguo precioso en la cima de una pequeña meseta. Está tan en el campo que un zorro cruzó por delante de nuestro coche. El arco romano con tres arcadas es lo más curioso de una ciudad medieval, con su castillo y todo, donde huele a leña y el frío se mastica.
7. Sigüenza. Me gustaría decir que también visitamos Sigüenza. Pero en realidad sólo paseamos por sus centenarias calles metidos en el coche, porque el viento helado no te permitía salir de él. Subimos hasta el castillo, que tiene una pinta estupenda, ya que está construido hace menos de cincuenta años sobre las ruinas del castillo antiguo. Actualmente es Parador Nacional de Turismo y apetece alojarse en él.