lunes, 10 de marzo de 2014

Siete claves para aprobar un examen

"Siempre he tenido muy buena suerte en esto de matar", decía William Munny (Clint Eastwood) en "Sin Perdón". Yo puedo decir: "Siempre he tenido muy buena suerte en esto de hacer exámenes". Si hay algo que se me da bien en la vida es aprobar exámenes. No quisiera parecer engreído, pero es un hecho constatable. También es cierto que soy muy torpe en otras cosas, como el bricolaje o el deporte.

Pero, desde que volví a estudiar hace ocho años, me he presentado a alrededor de ochenta exámenes, con resultados estupendos. Incluso en los de concurrencia competitiva he superado al resto de aspirantes.

Pero basta ya de darme coba. Si uno tiene una habilidad, debe compartir sus secretos con el resto del mundo. Y me veo en la obligación de hacerlo. Aquí van siete claves que harán que apruebes tus exámenes.

1. Estudia. ¿Pensabas que te iba a dar un truco para aprobar sin estudiar? Eso es imposible. Sólo aprueban los que estudian. Quien te diga que ha aprobado sin estudiar, miente, o el examen era demasiado fácil. Pero estamos hablando de exámenes serios: universidad, oposiciones, etc. Claro que unas personas tienen que estudiar más que otras, dependiendo de sus características.

2. Sé metódico. Es importante seguir un método. No importa mucho cuál. Puedes utilizar cualquiera que esté más o menos contrastado. Yo suelo utilizar un método personal, adaptado para mí de algún otro que leí, y que se estructura en cinco pasos, incluyendo lectura, subrayado, relectura, resumen y ejercicios prácticos. Pero lo fundamental es empezar a estudiar desde que se conoce la fecha del examen y hacerse un calendario con todo lo que hay que estudiar, repartiéndolo entre los días que tienes. No vale empezar a estudiar quince días antes del examen. Puede que alguna vez suene la flauta, pero nuestro objetivo es aprobar siempre.

3. Orienta tu estudio al tipo de examen. No es lo mismo estudiar para un examen en el que haya que contestar cada pregunta en dos folios, que otro en el que las respuestas deban ser cortas, ni para un examen tipo test. Debes, además, practicar a realizar en casa exámenes del tipo que luego vas a tener, tomando el tiempo que tardas en terminarlos. Así, cuando llegues al examen estarás más tranquilo.

4. Sé curioso. Interésate por el tema que estás estudiando. Todas las áreas del conocimiento llegan a ser apasionantes si las dominas. Por eso, cuando estudies algo que, en principio, no te interesa, debes profundizar lo máximo posible en ello. Siempre, cuando empiezas a estudiar un tema, lo ves como una especie de nebulosa informe. Al ir sabiendo más de la materia, la defines en tu mente, lo que te lleva a comprenderla mejor. Al verle las formas, comenzarás a apreciarla.

5. Lee mucho. No me refiero sólo al temario del examen. En las épocas en las que no tienes que estudiar debes leer, sobre todo textos de buenos escritores. Eso te dará no sólo una buena base de cultura general; también hará que aprendas a expresarte mejor y a plasmar tus ideas por escrito. No hay nada más frustrante que saber una pregunta y no ser capaz de que el examinador pueda apreciarlo al leer tu examen. También es muy bueno escribir sobre cualquier asunto. Puedes llevar un diario, escribir cuentos, poesía, un blog. Esa práctica te ayudará mucho en los exámenes.

6. Memoriza. Algunas cosas no hay más remedio que memorizarlas. Pero sólo algunas cosas, como pequeñas listas de nombres, ciertas fechas, fórmulas o los pasos de algunos procesos. El resto de la materia se te tiene que pegar al cerebro después de haberla leído, analizado y comprendido. Incluso para un examen en el que la materia es muy extensa (notario, juez), no vale de nada memorizar miles de hojas si no se comprende el sentido de lo escrito, porque en el momento de la verdad los nervios nos harán olvidarlo.

7. Tranquilízate durante el examen. Es fácil decirlo. Un poco de adrenalina es bueno. Pero el miedo puede paralizarnos. Debemos concentrarnos en el presente y en el momento en que nos encontramos, sin pensar en las consecuencias futuras del suspenso o del aprobado. Lo ideal es llegar a ese estado de concentración que todos alcanzamos cuando realizamos una tarea que nos absorbe por completo y en la que perdemos la noción del tiempo y del espacio.

viernes, 7 de marzo de 2014

Siete etapas en la historia de Crimea

La península de Crimea está provocando que las grandes potencias se enfrenten en una pequeña guerra fría.

Y es que se trata de un punto estratégico en el equilibrio militar. Constituye la salida de Rusia al Mediterráneo a través del Mar Negro.

Como la mayoría de los rincones de Europa, ha sido dominada por diversos imperios, y sus habitantes actuales forman una mezcla interesante de todos ellos. Así, tenemos ciudadanos que hablan ucraniano, ruso (la mayoría), y tártaro de Crimea, y cuyos sentimientos nacionales son muy distintos entre sí.

Podemos distinguir varias épocas en la historia de esta región, dependiendo de quiénes han sido sus pobladores, y bajo qué dominio se encontraban.

1. Dominación por los griegos. Los griegos milesios (procedentes de Mileto), colonizaron el territorio desde el siglo VII antes de Cristo, y crearon lo que se conoció como Reino del Bósforo en el 438 a.C., que comprendía la península de Crimea y una pequeña parte de la actual Ucrania. Hacia 113 a.C. quedaron bajo la protección del Estado del Ponto, que formaban Asia Menor y la costa inferior del Mar Negro.

2. Dominación por los romanos. Desde aproximadamente el año 63 a.C. hasta el año 250 de nuestra era, los romanos dominaron el Reino del Bósforo, tras derrotar a Mitrídates, rey del Ponto.

3. Los godos y otros pueblos. En el año 250, Crimea fue invadida por los godos, que cambiaron el nombre de la península por el de Gotnia. Durante más de mil años se conoció por este nombre a la región, pese a la multitud de invasiones de pueblos como los hunos, los alanos, los bizantinos o los genoveses.

4. Dominación por turcos y tártaros. En 1475, los turcos invadieron la península con la ayuda de príncipes tártaros. Los tártaros son un pueblo túrquico (como los turcos o los azerbayanos), procedentes de Tartaristán (actualmente una república autónoma rusa). Los tártaros de Crimea son una de las tribus tártaras, caracterizada por su religión musulmana. Se creó así el Kanato o Janato de Crimea, estado satélite del imperio otomano, que acabó con todo vestigio de los pueblos godos.

5. Dominación por los rusos. La guerra ruso-turca de 1768-1774, que ganaron los rusos, provocó que Turquía reconociera la independencia de Crimea, quedando ésta como un estado dividido, con enfrentramientos entre fracciones pro-turcas y pro-rusas, lo que aprovecharon los rusos para anexionarse la península en 1783.

6. Dominación por los soviéticos. Tras la Revolución Rusa de 1917, estalló la guerra civil ganada por los comunistas. Estos otorgaron en 1921 a Crimea el estatus de república autónoma para los tártaros de Crimea, dentro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

7. Dominación por los ucranianos. La segunda guerra mundial provocó un giro brusco en el destino de Crimea. Invadida por los nazis, tras la contienda, Stalin abolió su consideración de nación por la supuesta colaboración de los tártaros con los alemanes, además de deportar a gran parte de ellos a Asia Central. En 1954, Crimea se convirtió en una región de la República Socialista Soviética de Ucrania, lo que ha provocado hasta nuestros días grandes tensiones, pues la mayoría rusa de Crimea no se encuentra cómoda dentro de Ucrania, sobre todo desde la independencia de este país en 1991.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Siete canciones inspiradas en obras de música clásica

Conoces más música clásica de la que crees. Miles de melodías de anuncios, de documentales y de películas son obras correspondientes a la música culta occidental, que es a la que nos referimos con el nombre de música clásica.

Además, cientos de canciones pop y rock están inspiradas o incluso copiadas de obras clásicas. Aquí van siete ejemplos:

1. Can't help falling in love with you. Elvis Presley (1961). Por supuesto, Elvis no compuso la canción, como casi ninguna de las suyas. La grabó en 1961 y fue una de las más queridas por él, ya que solía cerrar con ella sus conciertos. Está inspirada en Plaisir d'amour, de Jean Paul Égide Martini, compositor francés del siglo XVIII. Esta canción ya fue muy conocida en su época y aún hoy existen numerosas versiones cantadas por intérpretes modernos.

2. Rain and tears. Aphrodite's Child (1968). La secuencia de acordes del Canon de Pachelbel es una de las más utilizadas por la música pop. Pero esta es directamente una versión de la obra del compositor barroco, que, desde su redescubrimiento en los años setenta del siglo pasado nos ha bombardeado incesantemente. Por cierto, dos de los componentes de este grupo eran Vangelis y Demis Roussos.

3. Because. The Beatles (1969). Compuesta por John Lennon, e incluida en el disco Abbey Road. La leyenda relata cómo Lennon escuchó a Yoko Ono tocar la sotana nº 14 de Beethoven, conocida como Claro de luna, y que puso los acordes al revés para componer esta canción. En realidad no fue así, pero la inspiración es clarísima.

4. Song sung blue. Neil Diamond (1972). Una canción muy sencilla, de la que Diamond no esperaba mucho y que fue uno de sus mayores éxitos. Inspirada en el segundo movimiento del Concierto para piano número 21 de Mozart. Sí, es la música que salía en la película "El concierto", de Rida Mihaileanu.

5. Annie's song. John Denver (1974). La bella canción que Denver compuso para su mujer, y que suena casi como un himno religioso, comparte las primeras notas con el sumamente expresivo y mélódico segundo movimiento de la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky.

6. This night. Billy Joel (1988). Esta canción, sobre la breve relación del cantante con la modelo Elle McPherson, utiliza el segundo movimiento de la Sonata patética del gran Ludwig Van.

7. Someone to call my lover. Janet Jackson (2001). Una canción sobre la dificultad de encontrar la pareja perfecta, que incluye la música de un anuncio que Janet veía de pequeña, y que, casualmente es la Gymnopédie número 1 de Erik Satie, pero cambiando el ritmo de 3/4 a 4/4. Las Gymnopédies son tres danzas que compuso el músico francés a finales del siglo XIX, suponiendo cómo serían las antiguas danzas que realizaban los jóvenes espartanos.