lunes, 20 de enero de 2020

Las siete mejores películas sobre matrimonios

Con permiso de Dolor y Gloria, Historia de un Matrimonio es la película que más me ha conmovido en 2019. Por eso dedicaré esta entrada a repasar las siete películas sobre matrimonios que mayor huella me han dejado. Quedarán fuera otras como Dos en la carretera, Interiores, Te doy mis ojos, La habitación del Hijo o Revolutionary Road que también son muy buenas. Pero estas siete son las que dejaron en mis sentidos un recuerdo más profundo.

1. La Costilla de Adán (George Cukor) (1949). La sempiterna guerra de sexos es el eje sobre el que gira esta divertida y ágil comedia del maestro Cukor, en la que Katharine Hepburn y Spencer Tracy dan vida a un matrimonio que se enfrenta, como abogada defensora y fiscal, en un juicio a una mujer que disparó a su marido. Se trata de una refinada comedia, fruto de la época en que fue filmada, pues sus chistes se encuentran ahora un poco pasados de moda. Sin embargo, su discurso feminista todavía funciona y sigue siendo muy entretenida. Nota de 7,5.

2. Días de vino y rosas (Blake Edwards) (1962). El infierno del alcoholismo de un hombre y de cómo su mujer le sigue al abismo es el tema central de este intenso drama filmado en blanco y negro, con dos actorazos como Lee Remick y Jack Lemmon. Es un honesto intento de reflejar de una manera realista el mundo de las adicciones, en este caso, dentro del matrimonio. Puede que en momentos caiga en el melodrama, pero no me molesta en absoluto. No se parece mucho al resto de la filmografía de Edwards, aunque cuenta como casi siempre con la música de Mancini y filma San Francisco como muy pocos. Nota de 8.

3. ¿Quién teme a Virginia Woolf? (Mike Nichols) (1966). Donde hay confianza da asco. En este drama teatral, adaptación de una obra del siempre rompedor Albee, el matrimonio ya se encuentra destruido. Ya se odian tanto que esposa y esposo se maltratan y humillan el uno al otro incluso frente a otras personas. En algunos pasajes de la película sentí vergüenza ajena del comportamiento de Taylor y Burton, que se encuentran en sus papeles como peces en el agua, recreándose de una manera absurda en discutir por su hijo delante de sus jóvenes invitados, a quienes incluirán en sus crueles juegos sexuales. Nota de 7,5.

4. Secretos de un matrimonio (Scener ur ett äktenskap) (Ingmar Bergman) (1974). Referente para todas las posteriores películas sobre matrimonios, no se trata de una cinta para todos los públicos, porque he conocido gente a la que tanta conversación y tanto mirarse hacia dentro les aburría. A mí no. Yo, que me duermo en las películas de acción, acabo siempre con los ojos como platos tras las conversaciones de estos dos seres infelices, pero felices, solitarios, pero acompañados. Extraordinaria. Nota de 8.

5. Una mujer bajo la influencia (John Cassavetes) (1974). El hombre que inventó el cine independiente dirige a su manera verista una película sobre el matrimonio entre una mujer mentalmente inestable y un hombre que trata de mantener el equilibrio de la familia que quizá él ha pervertido con su actitud violenta. La depresión hay que tomársela en serio, aunque quizá aquí se pasan un poquito, consiguiendo incomodar al espectador. Gena Rowlands y Peter Falk tremendos, como siempre. Nota de 8.

6. Kramer contra Kramer (Robert Benton) (1979). Esta es la historia de una acomodada familia media y de su descomposición. Retrata el vínculo que establece un padre con su hijo de siete años cuando su mujer los abandona por la excesiva dedicación al trabajo de él, y de la lucha por la custodia del niño, llena de mezquindades. Streep y Hoffman dan cuerpo a una buena película, algo misógina para mi gusto, pero que consigue llevar al espectador hasta la lágrima, porque los personajes no son monolíticos, cometen errores y cambian de parecer. A pesar de tratar temas que siguen de actualidad, es una película algo olvidada hoy en día. Pero en su momento ganó el Óscar frente a Apocalypse Now, en un año en que Alien ni siquiera estuvo nominada. Nota de 7,5.

7. Historia de un matrimonio (Noah Baumbach) (2019). Salvo algún crítico que es más inteligente que el resto de la humanidad, todos hemos caído rendidos ante la manera precisa y cruel en la que se relata aquí la fractura de una pareja y su viaje hacia el divorcio. Sin duda bebe de Secretos de un matrimonio y de Kramer contra Kramer, pero han pasado cuarenta años, así que hay que contar las cosas de otra manera, más transparente, más sincera, más igualitaria, más divertida. Además, el guion ha quedado muy redondo, cerrando el círculo en una secuencia final que te regala un gustito agridulce para una buena temporada. Nota de 8.

martes, 7 de enero de 2020

Siete sociedades que han practicado el canibalismo

El canibalismo es una de las costumbres más repugnantes pero, a la vez, más llamativas, de las sociedades humanas. Vamos a conocer algunas de las que han practicado esta aberración, ya sea por motivos religiosos, bélicos o, simplemente, por hambre.

1. Guaraníes. Esta tribu, que habita en zonas de Brasil, Argentina y Paraguay, practicaba el canibalismo como forma de acabar con lo impuro. Los miembros de las tribus enemigas no eran considerados como verdaderos hombres. Por eso, tras matarlos había que comérselos y así purificar su carne. Se dice también que los guaraníes comían la carne de los grandes guerreros enemigos para arrebatarles su energía y alcanzar el estado sin mal, el agujé. Según los testimonios de la época, los prisioneros podían vivir con los miembros de la tribu durante meses e incluso tomar mujer allí, antes de ser sacrificados y comidos en un ritual muy complejo, que incluía danzas y cantos, dramatizaciones, incisiones sangrientas o huesos convertidos en flautas. Los guaraníes, en realidad, no se consideraban caníbales, pues nunca se comían a los de su propia especie, es decir, a los miembros de su tribu.

2. Aztecas. En este pueblo precolombino, que dominaba el México actual, el canibalismo estaba auspiciado por el estado. Se cuenta que el propio Moctezuma quiso agasajar a Hernán Cortes ofreciéndole guisos de carne de niños de corta edad. Algunos historiadores achacan el canibalismo a la falta de animales en la región. Otros señalan que se trataba de una recompensa para alentar a los guerreros a pelear. Otras teorías consideran al canibalismo una forma de controlar la población. Pero la más aceptada es la del sacrificio para venerar a los dioses. Estos rituales se celebraban en la cima de las pirámides, desde donde se dejaban caer los cuerpos. En la parte baja se despedazaban y repartían entre la nobleza y el pueblo.

3. Caribes. Del nombre de esta tribu, que ocupaba parte de Venezuela, Colombia y las Antillas, proviene la palabra caníbal. Ellos le daban un significado religioso a la antropofagia, utilizando como ritual de ofrenda a los dioses el hecho de comerse a los guerreros enemigos. Así alcanzaban un nivel espiritual que les permitía ser invencibles. Los últimos estudios corroboran que los caribes sólo practicaban el canibalismo dentro de rituales religiosos, pues se ha determinado que su dieta estaba basada en el maíz y el pescado. Los exploradores españoles pensaron que los caribes comían regularmente carne humana, pues encontraron en sus casas los huesos de antepasados que los indígenas solían conservar.

4. Monjes Aghori. En la India habitan los integrantes de esta secta, que practican el necro-canibalismo. Es decir, comen carne de cadáveres. Esta forma de canibalismo se enmarca dentro de sus creencias de aceptación de la muerte y superación de los miedos. Para alcanzar su liberación espiritual rechazan los opuestos, entre los que se encuentran los conceptos de bueno y malo. Todo lo que existe en el mundo ha sido creado por Dios, por lo que todo es perfecto y santo. Por eso, un cadáver no es más que materia orgánica.

5. Islas Fiji. Si visitas estas islas podrás comprar recuerdos caníbales y hacer recorridos por los lugares caníbales. Los nativos fijianos consumieron carne humana desde más de 2000 años atrás hasta que fueron colonizados y cristianizados en el siglo XIX. La razón más importante para la antropofagia era, como muchas veces, la de humillar al enemigo, para lo que no hay mejor forma que comerse su cuerpo muerto o, incluso, vivo. También se suponía que si te comías a alguien heredabas su conocimiento.

6. Wari. Esta tribu amazónica, que ocupaba una pequeña parte del actual Brasil, comía carne humana. Los guerreros creían que, al matar a sus enemigos, se llenaban de la sangre de su presa. En consecuencia, no podían comerlos, porque sería como comerse a sí mismo. Por ello tomaban los mejores trozos de carne y los llevaba a su tribu, para que los comieran sus esposas y el resto de hombres. También practicaban la antropofagia con sus propios muertos, como una forma de rendirles homenaje.

7. Korowai. En Papúa Nueva Guinea habitan al menos trescientas tribus. Una de ellas son los Korowai, considerados los últimos caníbales. Se trata de unas 3.000 personas que viven en cabañas construidas en las copas de los árboles, a más de treinta metros sobre los pantanos de la selva. Siguen siendo cazadores-recolectores y practican, o practicaban, el canibalismo como forma de castigar a aquellos que usan la brujería, según ha relatado un explorador que consiguió hablar con ellos y que afirma haber visto a uno de los korowai llevar un cráneo sin cerebro en una bolsa. Este mismo explorador afirma que cocinan la carne humana como la de cerdo, envuelta en hojas de plátano, y que se comen todo menos los huesos, las uñas y el pene.