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jueves, 5 de noviembre de 2015

El Padrino. Soneto al cuarto de hora

Me gusta escribir sonetos de una manera rápida. Es un pasatiempo divertido cuando tienes un ratito libre. Yo los llamo sonetos al cuarto de hora, porque decido el tema en un minuto y después dedico un minuto a cada verso. Es obligatorio dedicar un minuto o menos, porque en caso contrario se convierte en una actividad más tediosa y nunca llegas al final. Pero esas son las normas que yo me he inventado, cada cual puede hacerlo a su manera.

No es una actividad para intelectualoides. Sólo hay que aprenderse las reglas de métrica y rima de los sonetos, que son muy sencillas, y tener un boli y un papel. Suele quedar gracioso porque tienes que resolverlo a toda prisa y, casi siempre, de una manera chapucera. Lo mejor, después de terminar, es tirarlos, para que no te condicionen en el futuro.

Por supuesto, el resultado no es ni parecido a lo que Lope de Vega nos enseñó en su famoso soneto de repente. La mayor parte de las veces ni están las sílabas ni las rimas, pero te lo has pasado bien y aprendes a usar las palabras.

Pondré un ejemplo. Aquí el tema es una de las primeras escenas de El Padrino, aquella en que Bonasera, el dueño de la funeraria, visita a Don Vito en su casa el día de la boda de su hija. No sé por qué pero esta escena me tiene obsesionado, sobre todo lo de que te voy a hacer un favor y me debes una.

¿Qué he hecho yo, que poco me respetas?
traicionas la amistad que te he entregado
al venir a pedirme, descarado,
que te vengue, que mi honor comprometa.

Me pides que se empuñen metralletas.
Se hará, pero al cumplirse tu recado
quedarás, por tu parte, endeudado,
al forzar que el desquite acometa.

Esa deuda algún día has de pagarme,
no en dinero, que en actos o favores,
no sé si ahora, luego, pronto o tarde.

Pero ten por seguro que mis hombres
llegarán a tu puerta a llamarte
para que la palabra dada honres.

sábado, 15 de junio de 2013

Siete estrofas que se pueden aprender de memoria

Recuerdo un día en que al oir el inicio de la sinfonía núm. 40 de Mozart, le comenté lo que estaba sonando a un amigo que no es amante de la música clásica, y el pensó que yo conocía todas las sinfonías del gran Amadeus, cuando sólo soy capaz de distinguir el comienzo de dos o tres.

Este es el efecto que se puede conseguir aprendiéndose ciertos versos de memoria.

Siempre me ha admirado la gente que puede recitar algunos poemas. En las películas americanas de autor, todo el mundo conoce la poesía de T.S. Eliot o Walt Whitman. Como nosotros no queremos hacer un esfuerzo tan grande, aquí os presento pequeñas estrofas que, si te las aprendes, te darán una pátina intelectualoide que puede ser apreciada en ciertos círculos. Pero, sin duda, para lo que sirven es para el propio placer. Leer buena poesía es un ejercicio intelectual que abre la mente y el corazón.

De todas formas, no he elegido nada demasiado profundo ni demasiado moderno. Sólo algunos versos que me tocan por ciertas razones. Seguro que hay poetas actuales que pueden llegarte al alma, pero el verso libre es más difícil de aprender. No obstante, las siguientes estrofas pertenecen a grandes autores.

1. Vida retirada (Fray Luis de León)

!Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!

2. Romance sin título (Lope de Vega)

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

3. Epístola satírica y censoria (Francisco de Quevedo)

No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca, ya la frente,
me representes o silencio o miedo.

4. La desesperación (Atribuído a José de Espronceda)
Este lo aprendí gracias al mítico programa de televisión "La bola de cristal".

Me agradan las queridas
tendidas en los lechos,
sin chales en los pechos
y flojo el cinturón,
mostrando sus encantos,
sin orden el cabello,
al aire el muslo bello...
!Qué gozo! !qué ilusión!

5. Retrato (Antonio Machado)

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

6. El remordimiento (Jorge Luis Borges)

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
la sombra de haber sido un desdichado.

7. Poema 15 y Poema 20 (Pablo Neruda)
Como Neruda es el más grande, os invito a aprenderos dos estrofas de sus poemas.

Me gusta cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

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Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "la noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.