jueves, 23 de enero de 2014

Siete escenas que me hicieron reír

Hay miles de películas que me hacen gracia, y miles de escenas dentro de ellas. Voy a elegir sólo escenas de películas clásicas, que son las que las generaciones jóvenes no han visto o no pueden ver. Casualmente son en blanco y negro, y las cadenas generalistas no programan ya este tipo de películas. Pero los tipos que las hicieron son pioneros que han influido notablemente en los actuales cineastas.

Aunque son clásicos no son películas para culturetas. Los niños de hace cuarenta y más años nos partíamos la caja viéndolas los sábados por la tarde, y mantienen su frescura.

1. Sopa de ganso (1933). Una película de los Hermanos Marx, que se ve muy fácilmente, porque tiene menos números musicales que otras, y es muy cortita. La escena que he elegido es aquella en que el espía de Sylvania, Pinky (Harpo Max), se ha disfrazado como el presidente de Freedonia, Rufus Firefly (Groucho Marx), con su mismo camisón de dormir y el bigote pintado, para robar unos planos. Pero al pasar por la habitación del presidente, el espejo se rompe y tiene que imitar los movimientos de aquél, como si fuese la imagen en el espejo. Una escena muda y perfectamente coreografiada, que te sigue sorprendiendo por muchas veces que la veas.

2. Una noche en la ópera (1935). La película más conocida de los Hermanos Marx, tiene varias escenas memorables, como "La parte contratante de la primera parte...", aunque la más hilarante es sin duda la del camarote. No digo más porque todo el mundo la conoce, pero revisadla por favor, encontraréis que es más surrealista de lo que recordabais.

3. Tiempos modernos (1936). Ácida crítica de la sociedad industrial y el Fordismo que triunfaba en la época en el mundo desarrollado. Contiene muchas escenas que provocan la carcajada, pero quizás las más fuertes son para la máquina que da de comer. Chaplin debe probarla a instancias de su jefe, para demostrar que se puede ganar tiempo en la hora del almuerzo de los obreros. Por supuesto, la máquina no funciona correctamente.

4. El gran dictador (1940). Otra obra maestra de Chaplin, alegato contra el nazismo, rodada antes del inicio de la segunda guerra mundial. Es muy famosa la escena en la que el dictador Adenoid Hynkel, de Tomania, juega con el globo terráqueo a los acordes de Lohengrin. Pero yo me río más con el afeitado a la húngara. Aquí, el mítico clown, convertido en barbero judío, rasura la barba de un cliente siguiendo el compás de la danza húngara número 5, de Brahms.

5. Ser o no ser (1942). Esta gran comedia también intenta ridiculizar a los nazis. Pero es también un homenaje al teatro y a los actores. Aquí son los diálogos, los dobles sentidos y los malos entendidos los que provocan la risa continua, desde la escena en que el protagonista comienza a recitar el monólogo de Hamlet que da título a la película y un soldado se levanta de entre el público.

6. Arsénico por compasión (1944). La más alocada comedia de Frank Capra está protagonizada por el elegante Cary Grant haciendo el tonto durante todo el metraje. Quizá vista ahora parece un poco ñoña, pero es que ha sido revisitada, imitada y homenajeada muchas veces. Las actuales sit-coms le deben mucho. Por eso al espectador actual no le parece estar viendo algo original. La escena que más me gusta es esa en la que Mathew Brewster (Cary Grant) descubre el secreto de sus tías en un arcón. Las tías son adorables y asesinas a la vez.

7. Con faldas y a lo loco (1959). Una sucesión de escenas sumamente divertidas con un ritmo trepidante. Si bien la escena final de "nadie es perfecto" es maravillosa, yo me río mucho con aquella en la que Jerry (Jack Lemmon), disfrazado de Daphne, baila "La Cumparsita" con Oscar Fielding III, mientras que Joe (Tony Curtis), en su papel del Sr. Shell besa a Sugar (Marilyn Monroe) en un sofá. Los detalles de la rosa, las gafas empañadas o la venda de los músicos son geniales.

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