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domingo, 6 de septiembre de 2020

Siete lugares de Luanco

 Entre los días 9 y 15 de agosto de 2020 pasamos unos tranquilos días de playa en la localidad asturiana de Luanco, que nos había gustado mucho cuando la habíamos visitado el mes anterior. Como no hicimos otra cosa que comer, dormir y pasear, esta entrada parecerá casi una guía gastronómica. 

1. Hotel La Plaza II. Este pequeño hotel, que en realidad son dos, uno con dos estrellas y otro con tres, se encuentra en la Plaza de Baragaña, en pleno casco histórico de Luanco. Nos trataron bien, tenían unas habitaciones bastante chulas y está situado a un paso de todo, de la playa, del puerto y de los bares y restaurantes. Además, aunque se encuentra en una zona peatonal, te facilitan el aparcamiento del coche muy cerca. Nos faltó probar el desayuno, que habían retirado por el coronavirus. Pero, por lo demás, muy recomendable.

2. Gastrobar La Rula. Comimos muchos días en este garito de inspiración andaluza, que tiene una situación privilegiada junto al puerto. A pesar de que, en mi opinión, le viene grande el nombre de gastrobar, tiene algunos platos que están buenos. Casi siempre comíamos el tomate preparado,probamos el rabo de toro, que nos pareció muy rico, los chipirones, que no están mal, así como los mejillones, que tenían una salsa muy sabrosa. Las rabas no lo estaban tanto. Las zamburiñas sí, eran frescas y bastante grandes. Los postres, originales y bien preparados.
3. Bar El Muelle de Luanco. Al lado de La Rula, junto al mar, se encuentra este bar-restaurante que está siempre llenísimo, salvo a la hora del desayuno. Hay que reservar y hay mucha gente que espera sentada en el pretil del muelle para ser atendida mientras toman una cerveza. También tiene mesas al otro lado del puerto. En una de ellas cenamos un día y nos decepcionamos profundamente. 19 euros por una ración de pulpo escasa y dura. El resto, normalito, pero no merece la pena, a pesar de su fama.
4. Restaurante El Puerto. Este sí merece la pena. Comimos en la terraza, con vistas al mar, una ensalada de pulpo, espectacular; gambones y solomillo ibérico; todo muy rico y a un precio nada desorbitado. Los postres también están muy bien elaborados. Por las mañanas solíamos también ir a desayunar a su cafetería, donde comíamos el pincho de tortilla, los bocadillitos y sándwiches y el zumo de naranja natural.
5. Restaurante El Tormentín. En este establecimiento, con unas vistas estupendas desde su terraza (que no pudimos disfrutar, al no haber reservado), comimos almejas a la marinera, ensalada y cachopo. Todo estaba muy bueno. Se nota que cuidan las materias primas y la elaboración. No obstante, los precios están un poco inflados y los camareros no son los más agradables del mundo.

6. Bar de tapas Gabiana. En la pequeña calle Teatro se encuentra este bar, que tiene una terraza acogedora donde te dan de comer bien sin grandes aspavientos. No se llena pero es un sitio que no decepciona. Allí comimos varias veces mejillones picantes, picadillo y escalopes. El servicio no es el más profesional del mundo, pero sí bastante atento. Si quieres llenar el estómago por poco dinero y con comida casi casera, este es tu sitio.

7. Un paseo por Luanco. En la tarde es sumamente agradable pasear por las calles de la localidad. Puedes comenzar en el paseo de la playa, rodear la Iglesia de Santa María y seguir por la Calle Riba hasta la playa de la Ribera. Allí puedes tomar la Calle Marcelino Rodríguez y la Calle Gijón, hasta el Museo Marítimo, visitar la Plaza de la Villa y volver a la playa por la calle Salvador Escandón o por la Calle Hermanos González Blanco. En todo ese paseo encontrarás bares, restaurantes y pizzerías, pero también tiendas para mirar escaparates, siempre con el sonido del mar de fondo. 

martes, 25 de agosto de 2020

Siete lugares de un viaje al occidente asturiano

Entre los días 16 y 23 de julio de 2020 nos instalamos en Asturias para visitar la parte occidental de esta comunidad autónoma, que conocíamos muy de pasada. La verdad es que tuvimos una climatología tan buena que pasamos mucho tiempo en la playa y poco visitando lugares. Además, como nos gustó tanto, volvimos a Asturias del 9 al 15 de agosto. Aquí dejo algunos lugares que pudimos visitar y la impresión que me causaron.
1. Candás. Elegimos para hospedarnos el Hotel Piedra, de tres estrellas, situado en Perlora, una parroquia cercana a Candás. El Hotel es bastante antiguo y un poquito siniestro, pero está en buena zona. Candás es un pueblo bonito estropeado por un hotel en la entrada, que es un mazacote de cemento. Tiene un amplio paseo marítimo, aunque mal conservado, y dos playas pequeñas. En el puerto solíamos comer en el restaurante El Muelle, donde había producto de buena calidad. También probamos en El Espigón, pero el marisco no era muy fresco, y en El Pescador, que no estaba mal.
2. Cudillero. En este bello pueblo debes dejar el coche en el puerto y caminar unos cientos de metros junto a la orilla del mar. A la entrada tienes la oficina de turismo, donde te darán un mapa. Accederás al casco urbano por la Plaza de La Marina, llena de restaurantes y casitas de colores, que forman el anfiteatro. Después, lo tradicional es visitar los miradores. Nosotros subimos por la calle Salsipuedes (que debe su nombre a que es muy enrevesada), al mirador del Picu, desde donde se ve el pueblo, el puerto y el mar. Muy bonito y bucólico, si no hubiese tanto turista.
3. Luarca. En esta blanca villa marinera disfrutamos de un buen rato paseando por sus calles y plazas decimonónicas, recordando a Severo Ochoa y llegándonos hasta la ermita de la Blanca y las inexistentes playas urbanas (cuando sube la marea). Paseamos por el puerto, vimos muchos puentes que sorteaban el río que atraviesa el pueblo, incluyendo el puente del beso, que tiene su propia leyenda, y paramos a comer en el restaurante La Gaviota, que se encuentra en el Paseo del Muelle, en un lugar espectacular, y donde no dan mal de comer.

4. Frexulfe (Navia). Pasando por el pueblo de Navia (donde no paramos), llegamos a la playa de Frexulfe o Frejulfe. Se trata de una preciosa playa de unos 700 metros de longitud y con mucho oleaje, por lo que el baño en sus aguas no parece apacible. Para llegar a la arena hay que caminar unos cientos de metros, pero merece la pena. Se encuentra rodeada de acantilados, lo que la hace más bella. Sobre su arena tostada pasamos una tranquila tarde observando a algunos surfistas y empapándonos de los aromas marinos.
5. Salinas. Villa turística, repleta de veraneantes, tiene una playa de fina arena dorada de más de dos kilómetros, por la que da gusto pasear. Como hay buenas olas está llena de surfistas. Los socorristas sólo dejan que los bañistas nos metamos en el mar en algunos puntos. Parece ser que el oleaje es muy traicionero para el nadador confiado. Allí comimos en el Restaurante Ewan, en pleno paseo marítimo, con vistas al mar. Un poquito caro pero con buena calidad.
6. Gijón. Visitamos la capital de la Costa Verde en un día lloviznoso. Después de un paseo por la muy concurrida playa de San Lorenzo, y tras visitar la oficina de turismo, que se encuentra instalada en la misma playa, pasamos por el puerto y subimos por el antiguo barrio de pescadores de Cimadevilla, con sus plazas llenas de bares, hasta el monumento de Chillida, que se encuentra en el cerro de Santa Catalina, desde donde se contempla el mar sin obstáculos. A la bajada, paramos a comer en Casa Zabala, un buen sitio, donde probamos la pata de pulpo y el rollo de bonito. Todo muy rico.
7. Concejo de Gozón. Este concejo se distingue como el pico que sobresale en el mapa de Asturias. Contiene la villa de Luanco, pero además vimos allí el Cabo de Peñas, un lugar tremendo, con acantilados de más de cien metros, que está preparado con un camino de madera para dar un paseo por la costa y contemplar el mar en todo su esplendor. También en Gozón se encuentra la playa de Xagó, que es grande y se encuentra en un bonito paraje, aunque había que aparcar bastante lejos para llegar a ella. También fuimos a la playa de Tenrero, en la parroquia de Verdicio; pero después de recorrer un camino infame con el coche, era tal la aglomeración que volvimos sin bajarnos. Creo que su puesta de sol es maravillosa, pero habrá que verla en invierno.

lunes, 26 de agosto de 2019

Siete lugares de la costa cantábrica

El mes de julio de 2019 lo pasamos casi completo visitando diversos lugares de la costa cantábrica, en las comunidades de Asturias, Cantabria y el País Vasco. Algunos nos gustaron, como Ajo, otros nos decepcionaron, como Solares o Santoña, pueblo este último del que teníamos un recuerdo mucho más agradable, pero que encontramos muy abandonado. Sin embargo, ciertos lugares nos volvieron a conmover o nos conmovieron por primera vez. Aquí os dejo mis impresiones de siete de ellos, que nunca había comentado, ordenados de Oeste a Este. Como siempre, no contaré nada que no haya visto ni tocado en persona. Así que esto no puede considerarse una guía de viajes, sino los recuerdos de un visitante tranquilo.
1. Ribadesella. El pueblo turístico por excelencia de Asturias contiene la playa de Santa Marina, de fina arena y con un precioso paseo. Allí se encuentra el Hotel Don Pepe, tranquilo y bien atendido. Imprescindible en Ribadesella es visitar la cueva de Tito Bustillo, eso sí, reservando con unas semanas de antelación. El recorrido y las pinturas rupestres te dejan con la boca abierta. Conviene acercarse también a la cuevona. Te sorprenderá su tamaño y el entorno. Para tomar algo acompañado de un culín de sidra, la calle de los Marqueses de Argüelles, junto al mar, está llena de bares y restaurantes, aunque por las calles del pueblo se pueden descubrir muchos otros. Allí he tomado las mejores navajas del mundo. El paseo hasta la ermita de la Virgen de la Guía es muy recomendable y tiene la sorpresa de los azulejos dibujados por Mingote.
2. Comillas. Es este un pueblo costero que merecería sólo la pena visitar por la casa denominada "El Capricho", diseñada por Gaudí. Ya por fuera es espectacular, pero conviene seguir una visita guiada para que te expliquen bien su historia y el motivo de su originalísimo diseño. Es curioso saber que pertenece a una empresa privada japonesa cuyos dueños, parece ser que multimillonarios, gustan de vivir en Comillas y trabajar todo el año en la casa. El Palacio de Sobrellano palidece al lado de El Capricho, pero su visita también es interesante. Conviene pasear por el pueblo para disfrutar de sus edificios y acercarse al mirador de Santa Lucía, desde cuya ermita tendréis unas vistas magníficas de la playa. Comimos en el Restaurante Quique, al comienzo de la Calle Infantas, donde probamos el cocido montañés. A los restaurantes de estos sitios turísticos es mejor acudir a la una o una y media, porque todavía no tienen muchos clientes y la atención es bastante mejor que a las dos y media o las tres.
3. Liérganes. Considerado uno de los más bonitos de España, este pueblo cántabro destaca por su núcleo urbano declarado de interés histórico-artístico, donde se puede pasear con sosiego. Por supuesto hay que acercarse al molino donde te cuentan la leyenda del hombre pez, cuya estatua se encuentra debajo de uno de los puentes más fotografiados de la región, el puente romano sobre el río Miera.
4. Liendo-Ramales de la Victoria. Una pequeña ruta nos llevó a visitar en un día estos dos pueblos. Liendo se encuentra incrustado entre las montañas y el mar. Su valle se ve precioso desde los miradores circundantes y el pueblo es tranquilo y está bien conservado. Merece la pena acercarse al mirador de San Julián, desde donde verás la cala del mismo nombre y los acantilados más altos de la región. Ramales de la Victoria nos acogió con una tromba de agua, por lo que no pudimos pasear tranquilamente por sus calles, pero sí comprobamos que mantiene ese aire cantábrico de piedra tan relajante. Cerca del pueblo hay muchas cuevas, pero no pretendíamos ni acercarnos. Buscábamos el mejor restaurante y nos metimos en El Ronquillo. Pensábamos comer por todo lo alto. Pero como no íbamos vestidos de domingo sólo nos ofrecieron el menú, que no estaba mal. Sin embargo, al terminar de comer preguntamos y nos dijeron ¡Ah! ¿Queríais comer a la carta? Nos habían prejuzgado por ir en vaqueros. Ay, ay, ay.
5. Castro Urdiales. En este animado pueblo aparcamos el coche en la playa urbana de Brazomar, y desde allí anduvimos por todo el paseo marítimo, lleno de gente, bares y jardines, divisando la silueta del castillo y la iglesia, que se encuentran al otro lado del puerto. Llegamos hasta la plaza del ayuntamiento, donde comienza el barrio más antiguo de la villa. Hay un gran ambiente y parece un lugar para visitar con más detenimiento.
6. Getxo-Portugalete. A cada lado del Abra, estuario del río Nervión, ya convertido en ría de Bilbao, se encuentran estas dos poblaciones; Getxo más señorial, Portugalete más humilde. Empezamos visitando el Puerto Viejo de Getxo, con sus callejones empinados y sus bares. Después, andando por el paseo, junto a la playa de Arrigunaga, puedes ver una serie de preciosos palacetes mandados construir por los indianos, que volvían ricos de América. Llegarás al final al puente de Vizcaya, maravilla de la ingeniería, por el que cruzarás la ría hasta Portugalete. Allí también puedes pasear junto al agua hasta Santurce, o entrar en la preciosa oficina de turismo, instalada en una antigua estación de tren. Eso sí, hay que ir parando en los pocos sitios de pintxos que encontrarás por el paseo. En Getxo paramos en La Ola y en el restaurante El Puente; en Portugalete tomamos algo en el Puerto Deportivo, que tiene una estupenda terraza con magníficas vistas, y en el Gran Hotel Puente Colgante.
7. Bilbao. Es esta una ciudad más bonita de lo que me esperaba. Nada que ver con la Bilbao sucia de los años 70 y 80 del siglo XX. Es moderna y limpia, y encontraréis edificios de gran belleza en el centro de la ciudad. La visita al museo Guggenheim merece la pena, aunque sólo sea por la originalidad de su arquitectura. Por dentro, arte moderno. Por fuera, algunas esculturas icónicas, como el perrito o la araña. Después aparcamos el coche en el centro y cruzamos la ría para dirigirnos al Casco Viejo, donde probamos pintxos exquisitos en la Plaza Nueva. Allí entramos en Sorginzulo, en el Bar Charly y en el Café Bar Bilbao. Después paseamos por las siete calles para llegar al Mercado de la Ribera, donde sólo pudimos ya tomar algo en la cervecería Arambarri, porque íbamos llenísimos. Os puedo asegurar que los pintxos en Bilbao son de otro nivel.