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jueves, 5 de septiembre de 2019

Siete lugares de un viaje a Moaña

Del 12 al 20 de agosto de 2019 pasamos unos días de relajo y playa en la localidad pontevedresa de Moaña, en la Ría de Vigo. Relacionaré aquí los lugares de este viaje que mejor recuerdo me dejaron. Como siempre, no visité todo lo que había que visitar ni hice todo lo que había que hacer. Por eso esto no es una guía de viajes, sino los recuerdos del visitante tranquilo.
1. Playa de A Xunqueira. Playa de arena de unos quinientos metros, muy cercana al centro del pueblo. Es muy tranquila y está dotada de duchas, caminitos de madera para un mejor acceso y un chiringuito. Un pequeño inconveniente es que, cuando baja la marea, el agua se aleja mucho de los bañistas. Contiene mucha vida, en forma de peces y pequeños mariscos. En la misma playa hay una pista de entrenamiento de atletismo y una arboleda, donde muchas familias prefieren quedarse a pasar el día. Allí disfrutamos durante dos días de un festival de jazz con conciertos nocturnos e incluso a la hora del vermut. También coincidimos con un festival de rap, asistimos a un concierto de una pequeña banda de música y a regatas de traineras que se celebraban en el puerto de la muy cercana Isla de San Bertomeu.
2. Paseo marítimo. La Avenida de Concepción Arenal es el paseo marítimo de Moaña, pues discurre junto a la ría. Allí encontrarás la estatua de O Fisgón, un pescador con un tridente que recuerda al dios Neptuno. En esa misma zona del paseo encontrarás parques y bancos para sentarte y contemplar el bello paisaje que te rodea. Otras estatuas del paseo son el calamar y la ballena. En toda la avenida hay bares y restaurantes para tomar algo. Tiene mucha fama la Ovella Negra, que está muchas veces lleno. Sin embargo, no me parece que funcionen bien, pues dejan mesas vacías sin recoger mientras la gente espera a que le den su turno, y el tipo que reparte las mesas te trata con cierta prepotencia. Mucho más amigables son en la pizzería Anoi, donde pretenden darle un nuevo aire a la comida italiana, en la hamburguesería Beiramar, sencilla, y en el restobar Loft. Tampoco recomiendo el bar del puerto deportivo, porque te miran de arriba a abajo, calibrando el dinero que te vas a gastar. El paseo es el centro de muchas actividades, como el mercadillo o las competiciones de natación en aguas de la ría.
3. Hostal A Camelia. La oferta hotelera de Moaña es escasa. Elegimos esta pensión de tres estrellas. Por fuera parece normalita pero las habitaciones son muy confortables. Se encuentra a unos quinientos metros de la playa en una zona muy tranquila. Es recomendable. El personal adolece de cierta pachorra tanto en el hostal como en la cafetería contigua. Por ejemplo, no fueron capaces de solucionar que habíamos hecho dos reservas distintas para días consecutivos y tuvimos que dormir un día en una habitación y el resto en otra.
4. Tapería Asador A Xunqueira. Junto a la playa del mismo nombre se encuentra este restaurante en el que puedes comer productos recién sacados de la ría por un precio asequible. Te tratan con gran profesionalidad y siempre están dispuestos a aconsejarte. Fue nuestro restaurante de cabecera durante toda la estancia, aunque los fines de semana y los festivos es obligatorio reservar, porque está llenísimo. Zamburiñas, almejas, pescadito de la ría, los imprescindibles pimientos de padrón, ensaladas nada convencionales, carne a la brasa muy bien hecha. Merece la pena.
5. Tapería Bajamar. También cerca de la playa de A Xunqueira encontramos este restaurante, más barato, pero también recomendable. El personal es agradable, aunque a veces tiene demasiado trabajo, y la comida es buena sin estridencias. Si paseas un poco más, entrando ya en la parroquia de Meira, llegarás a A Carriola, un restaurante que por fuera no te llama, pero que ofrece producto de calidad. Nos acercamos uno de los días de mar de Moaña, en los que puedes comer tapas a buen precio mientras escuchas música. Las tapas eran empanada de pulpo y de choco, y jamás las he comido mejores. También tenían mejillones, con muy buena pinta. La música, tradicional gallega.
6. Redondela. En el fondo de la Ría de Vigo encontramos esta población, donde pasamos una buena tarde. Allí tomamos el Chocotren, un trenecito turístico dedicado al choco o sepia, que es típico de la zona. Dimos una vuelta por el pueblo, donde te sorprenden los viaductos y los parques, y llegamos hasta la Playa de Cesantes, desde donde se divisa la Isla de San Simón, en la que se encuentra un antiguo hospital y cárcel. Desde allí se tiene también una muy buena vista del enorme puente de Rande. Después, una cena ligera en un lugar recomendable, Casa Mucha, en la Plaza de Santiago Apóstol.
7. Cabo Home. Así se llama el extremo de la Península del Morrazo, en la que se encuentra Moaña. Desde allí puedes ver las Islas Cíes tan cerca que parece que las puedes tocar. También divisarás la Isla de Ons. En realidad, mires donde mires, verás imágenes de postal, con sus acantilados, el agua rompiendo, los pequeños faros. Si vas un día o una hora en la que no haya demasiada gente te llenarás de serenidad mientras paseas por la costa. Porque el senderismo parece la actividad más apropiada para la zona. También existen playas escondidas donde pasar un día tranquilo sintiéndote un Robinson. Envidié a los que poseen una casa en la zona.

jueves, 25 de octubre de 2018

Siete lugares de un viaje a Nigrán

Entre el 12 y el 20 de julio de 2018 pasamos unos días de relax y turismo en el concello de Nigrán, al sur de la provincia de Pontevedra, junto a la ría de Vigo. Vamos a recordar los lugares que visitamos sin ser exhaustivos.
1. Nigrán. Es este el nombre del concello y el de una de las parroquias. Nos alojamos en el Hotel Miramar, de tres estrellas justitas, pero muy bien situado, a escasos metros de la grandiosa Playa América, que nunca se llena por mucho turismo que haya y que tiene unas de las mejores puestas de sol que he visto. En el paseo de más de un kilómetro que bordea la playa se encontraba instalado un mercadillo de artesanía. También se celebró un festival de música. A la izquierda vemos el Monte Lourido y, enfrente, las islas Estelas. Muy cerca se puede comer en numerosos bares y restaurantes. Destacaré la Jamonería Serrano, que está siempre llena y es por algo. Otro sitio donde se come muy bien es La Galería, con cocina fina y atención inmejorable. O Xantar de Marina está muy cerca y también es recomendable. Visitamos también las cafeterías Concordia y Arealoara, que no están tan bien, aunque en Galicia es difícil que comas mal en algún sitio.
2. Panxón. En un precioso paseo por la Playa de América se llega a la parroquia de Panxón, famosa por su arco visigodo y por el templo votivo, de muy curiosa arquitectura. En la misma parroquia puedes subir a Monteferro, que tiene un estupendo bosque desde donde tendrás unas magníficas vistas del mar, de las islas Estelas y de las Cíes, si el día está despejado. Allí se encuentra también el Monumento a la Marina Universal. Abajo, junto al puerto, paramos varias veces a tomar sardinas, pimientos de Padrón y albariño en el Mesón O Peirao. La Playa de Panxón, continuación de la Playa América, sería un lugar ideal para alquilar un apartamento durante los meses de verano.
3. San Pedro de la Ramallosa. Al otro lado de la Playa de América nos encontramos con esta parroquia, en la que podemos ver una ermita y un precioso puente románico, desde donde contemplar las marismas de la desembocadura del Río Miñor, muy bonitas cuando baja la marea. Aquí fuimos a comprar a un centro comercial y visitamos el Pazo Pías, que en la actualidad es un albergue y hostal. Las instalaciones parecen buenas y tiene un jardín grande y bien cuidado en el que vimos un curioso hórreo de dos plantas.
4. Baiona. Tumbado en la Playa de América ves a tu izquierda un pueblo con un castillo. Es Baiona o Bayona en castellano. El castillo es una magnífica fortaleza que contiene en su interior el parador de turismo. Por un precio módico puedes dar una vuelta por la muralla y contemplar las estupendas vistas. En el puerto de Baiona está también la oficina de turismo y puedes visitar el interior de una reproducción de la carabela Pinta, que pasó por allí. El casco antiguo del pueblo está muy bien conservado y es interesante. Recomiendo sentarse a tomar algo en la Boquería. También probamos la carta del restaurante Pedro Madruga, más fino, junto al mar, pero con una mala relación calidad/precio, en mi opinión. Agradable resulta la excursión hasta el área recreativa de la Virgen de la Roca, una enorme escultura por cuyo interior puedes subir para que la Virgen te tome en sus brazos mientras observas el mar. Ya alejado del pueblo, pero dentro del mismo término municipal, el mirador desde el faro Silleiro te permite observar el Océano Atlántico y el agreste paisaje de la costa.
5. A Guarda. Bordeando la costa hacia el sur desde Nigrán, en un placentero viaje junto al mar, llegas a La Guardia. Allí subimos al Monte de Santa Tecla donde, en una visita guiada, te enseñan muy bien el castro y su museo. Puedes entrar también en la capilla y subir a la cima, que tiene unas vistas espectaculares de la desembocadura del Miño. El pueblo es más bonito de lo que te esperas, sobre todo cerca del puerto. Allí tomamos una mariscada de lujo en el restaurante Os Remos. Nos enamoramos tanto de A Guarda que volvimos varias veces a tomar el sol en las playas fluviales de A Lamiña y O Muiño, muy tranquilas. Eso sí, el agua estaba helada.
6. Tui. Tierra adentro, en la frontera con Portugal encontramos la bella villa de Tui o Tuy. Su casco antiguo y el paseo junto al río están muy bien cuidados y merecen la pena. La catedral, originalmente románica, aunque modificada durante los siglos, es impresionante. Por cuatro euros puedes visitarla con una audioguía. Imprescindible el claustro y las vistas del Miño desde lo alto de sus muros.
7. Valença do Minho. Junto a Tuy, pero al otro lado de la frontera portuguesa, se encuentra esta villa, que todavía mantiene muchos comercios de ropa, toallas, mantelerías, porcelana, licores o joyas, reminiscencias de la época en que en Portugal los precios eran mucho más baratos que ahora. El pueblo no está mal, pues tiene algunas bonitas casas señoriales. Destaca la muralla que lo rodea, a la que llaman fortaleza. Sin embargo, en la oficina de turismo no nos trataron con la amabilidad características de las oficinas de turismo españolas. Pillaríamos un mal día.