viernes, 25 de septiembre de 2015

Siete soluciones al sentido de la vida

Existen grandes preguntas que los individuos de la raza humana se han hecho desde que tienen conciencia de sí mismos: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Qué hay de cena?.

Una de las grandes cuestiones que toda persona debe plantearse es cuál es el sentido de su vida. En mi opinión, debe sustituirse sentido por propósito, es decir, qué utilidad va a tener nuestra vida (para nosotros, para nuestros allegados, para la humanidad en general).

Como ya ha habido mucha gente lista que se lo ha planteado antes, no voy a intentar ser más listo que ellos, sino simplemente resumir clara y sencillamente algunas soluciones que me parecen interesantes. Después, cada uno deberá profundizar en las que más le atraigan.

1. Los filósofos griegos clásicos. Por supuesto, la mayoría de los que han contestado a la preguntita han sido filósofos. Sócrates (470-399 a.c.) y Platón (427-347 a.c.) centraban el sentido de la vida en el propio individuo. Sostenían que el objeto de la existencia es alcanzar la felicidad, la armonía, para lo cual el individuo debe desarrollar completamente su personalidad. Parece sencillo, estudia mucho, sé virtuoso y alcanzarás la felicidad, que es el propósito de tu vida. Aristóteles (384-322 a.c.) consideraba que todas las cosas tienen un propósito en el que alcanzan su razón de ser. El propósito del hombre es lograr la felicidad, que él identifica con la realización virtuosa de una tarea, la que es innata al género humano. Puesto que en el hombre es más importante el alma racional que el cuerpo, su tarea innata es dedicarse al conocimiento, a ejercer la razón. Y si alcanzas el conocimiento de Dios, ya es la leche. Pero Aristóteles reconoce que para ello hay que tener las necesidades materiales y de afecto humano cubiertas.

3. San Agustín (354-430). Para que la vida tenga un sentido hay que orientarla hacia Dios. La vida por sí sola no tiene sentido sin su correlación eterna. El alma debe alcanzar la felicidad, conociendo la verdad o, lo que es lo mismo, conociendo a Dios, volviendo al Dios que creó el alma. Dios es el único capaz de dar sentido al paso del hombre por el mundo. El hombre viene de Dios y a Él tiende.

3. Kant (1724-1804). Todos los seres humanos tienen un plan sobre cómo les va a ir en la vida. Se dedican a soñar con esos planes, mientras la vida les va llevando por otros derroteros, hasta que un día viene la muerte y tira por tierra todo. La vida es lo que te pasa mientras estás entretenido haciendo planes, dijo John Lennon. Por eso, y como lo importante está más allá de la tumba, no hay que tomarse demasiado en serio los planes ni la vida. Hay que ser perseverante y optimista, pero no impaciente.

4. Hegel (1770-1831) y Marx (1818-1883). Ambos piensan en la vida como la historia del ser humano. El primero basa su historia en la evolución del espíritu y el segundo en la evolución del trabajo. La tendencia es alcanzar el fin de la historia, que Hegel ve en el Estado racional y Marx en el Estado comunista. Así, para Hegel la vida del hombre es como la historia del hombre. Uno nace, y tras las vicisitudes de la vida, su espíritu debe perfeccionarse, por medio de la razón, hasta reencontrarse al final. Marx, sin embargo, no baja hasta el individuo, porque el hombre es un ser social, y en la sociedad debe realizarse. Mantiene que el sentido de la vida es la creación de una sociedad sin propiedad privada, sin clases sociales y sin religión, acabando con Dios, con la filosofía y con el Estado. El miedo a la muerte ha creado la religión, por ello, el hombre debe asumir la muerte y morir por la lucha, por la revolución, que continuará tras él, por lo que no morirá del todo.

5. El existencialismo. Nietzsche (1844-1900) afirmó que Dios ha muerto, por lo que sólo queda la vida, como un sinsentido. No existen ya valores morales, no hay una verdad absoluta, no hay razón. Sólo queda el triste devenir de la vida en un retorno cíclico sin posibilidad de progreso. Pero de este nihilimo, y asumiendo estas premisas, se debe hacer cargo el superhombre, un nuevo estado de la humanidad que cambiará los valores, cultivará los sentidos, impondrá su voluntad como ley y vivirá día a día, como John Rambo. La vida es voluntad de poder, de ser más, de expandirse, de afirmarse y, sobre todo, de crear. Puesto que la vida no tiene sentido, disfrutemos de ella, inventemos, juguemos. Heidegger (1889-1976) definía la realidad como el simple hombre en una existencia incierta y abocado a la muerte. La única salvación es aceptar esa situación y autoafirmarse por la acción y la lucha (suena nazi, ¿por qué será?). Jean Paul Sartre (1905-1980), también afirmaba que la vida no tiene sentido. Antes de que uno viva la vida no es nada, y a uno le corresponde darle sentido mientras la vive. El hombre es plenamente responsable de la vida que lleva, puesto que es libre, y no debe poner excusas. Cada uno es lo que ha querido ser y puede dejar de serlo cuando quiera. Albert Camus (1913-1960), aunque no se consideraba existencialista, también negaba a Dios y el sentido de la vida, por lo que había que disfrutar esta con libertad. Pero la vida no se puede disfrutar, porque te topas con el sufrimiento y la muerte, lo que le llevó al absurdismo, es decir, la vida no tiene sentido y encima es chunga, no hay un código moral absoluto, así que se planteaba el suicidio como una opción, aunque no fuera la suya.

6. Ortega y Gasset (1883-1955). La realidad primordial para el filósofo español es el hombre dentro del mundo, el individuo y su circunstancia. Y a la unión del yo o subjetividad con el mundo lo llama vida. La vida, por tanto, no es sin más algo que pasa, sino que hay que sentirlo, porque las cosas nos afectan. La vida es lo que se va a hacer con ella, el proyecto del hombre dentro de la realidad. Hay que comprometerse en grandes y ricos proyectos para llegar a una vida más plena. Por eso Ortega ve la vida más como futuro que como presente y pasado. Cuando llegó a viejo su vida empezaría a perder sentido, supongo.

7. Ingmar Bergman (1886-1970). Me gustaría introducir las reflexiones de un cineasta que se ha preguntado por el sentido de la vida desde un punto de vista más psicológico. En "El séptimo sello", el caballero que juega al ajedrez con la muerte se enfrenta al vacío que supone que Dios esté callado y no te garantice la vida posterior. A la patética actitud del protagonista, Bergman opone la solución escéptica del escudero Juan, de vivir el presente tal y como te va llegando, o la más bonita de los juglares, gente sencilla que, mediante el amor y la amistad dan sentido a su vida. Aquél que no quiera pillar dolor de cabeza con tratados filosóficos sobre el sentido de la vida, puede acudir al cine, que muestra múltiples ejemplos sobre el tema, con una filosofía más barata y digerible. Repasad "La palabra", "Blade Runner", "Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera", "La gran belleza" o, naturalmente "El sentido de la vida" (con esta os reiréis, pero no sacaréis nada en claro).