viernes, 27 de marzo de 2015

Siete cuadros de Sorolla

Pronto se cumplirán 150 años del nacimiento de uno de mis pintores favoritos, al que he admirado siempre por su dominio de la luz. Por eso, los cuadros que más me gustan de Sorolla son los de su etapa denominada "luminismo".

Todos los lienzos que a continuación relaciono se pueden ver en el Museo Sorolla de Madrid, instalado en la que fue su casa del Paseo del General Martínez Campos. Si vais allí, a la salida no olvidéis pasar a tomar el vermut o la cena a "La Escalera del 15", un bar estupendo que se encuentra en ese número de la misma calle. El pulpo a la brasa es una delicia.

1. Clotilde en el estudio. 1900.
A veces llamado "Azaleas", representa a la mujer del artista en el estudio que éste ocupaba en el barrio de Chueca. Lo que más sorprende de esta obra, cuando la ves al natural, es cómo la maceta de azaleas que se encuentra en primer plano ofrece una impresión de tres dimensiones espectacular.

2. Nadadores, Jávea. 1905.
En esta ocasión, el pintor impresionista retrata a unos adolescentes nadando cerca de los acantilados. Logra una verdadera sensación de profundidad en el agua gracias al contraste de tonos claros y oscuros.

3. Paseo a la orilla del mar. 1909.
Pintada en la playa de la Malvarrosa, es quizá la más icónica de las pinturas del genio valenciano. En ella se observan las características postimpresionistas que le han dado fama, como el juego de luces y sombras, la luminosidad y la captura del sol, en este caso al atardecer. Representa a la hija mayor y a la mujer del autor. Al verla en directo te sorprende el tamaño, la elegancia y el movimiento de la brisa, que casi se huele.

4. El baño del caballo, o El caballo blanco. 1909.
La obra de Sorolla que me gustaría tener en casa. Los blancos y azules vuelven a resaltar. Al pintor le interesa el agua, la arena y las figuras que se mueven en ellas; por eso, como en tantos de sus cuadros, utiliza un encuadre muy fotográfico, en el que el cielo es apenas una fina línea. Pero no hace falta ver el sol para sentir su calorcito. Pintada en la playa del Cabañal, los reflejos y las sombras del agua son absolutamente geniales.

5. Jardín de la casa de Sorolla. 1910.
Este cuadro quizá no esté en la exposición permanente del museo Sorolla, pero me encanta por la simetría y el detalle, más generoso en esta obra que en otras del pintor. Además, el jardín sigue exactamente igual que cuando fue pintado y forma parte de la visita al museo.

6. Las velas. 1916
Una muestra de las diversas pinturas que Sorolla dedicó a las labores de la mar. En esta ocasión se ofrece un contraste de colores vivos, captando a la vez el movimiento de las velas henchidas por el viento. Para conseguirlo, el artista valenciano necesitaba pintar con celeridad y precisión.

7. La bata rosa, o Después del baño. 1916
En esta obra maestra, el genial pintor consigue crear la impresión de la luz entrando en la caseta por diferentes resquicios. Si te acercas al cuadro puedes ver que el efecto de los rayos de sol que salpican el cuerpo de las mujeres está conseguido con brochazos que parecen burdos, pero visto en conjunto es impresionante y produce una magnífica sensación de frescor y alegría.

viernes, 13 de marzo de 2015

Siete nociones clave sobre la sociedad del riesgo global

Tras el fallecimiento de Ulrich Beck, creo que conviene repasar su concepto de "sociedad del riesgo global", que resulta plenamente vigente en el año 2015, y el proceso por el que nos hemos convertido en este tipo de sociedad. Seguid leyendo sin miedo; la sociología es muy interesante porque explica lo que está pasando en el mundo. Además, voy a intentar resumir de manera clara y sencilla.

1. La primera modernidad arrancó con la Revolución Industrial. Está basada en las sociedades de Estados-nación, que tienen fronteras determinadas por los hombres, formando el marco de decisión política. En ella, las relaciones sociales y las comunidades se entienden en un sentido territorial. Hay un sentimiento colectivo de vida, progreso y control. Se busca el pleno empleo y se realiza una excesiva explotación de la naturaleza. La primera modernidad parte del hecho de que hay límites claros, como la distinción entre sociedad y naturaleza, entre yo y los demás, entre guerra y paz o entre estados diferenciados.

2. Pero la primera modernidad fue destruida, murió de éxito. Al afianzarse un tipo de sociedad que, en principio, era simple y lineal, surgieron consecuencias imprevistas, materializadas en cinco procesos que socavaron sus cimientos: la globalización, la individualización, la revolución de los géneros, el subempleo y los riesgos globales (como la crisis ecológica, la caída de los mercados financieros globales o el terrorismo). El sentimiento colectivo de progreso y controlabilidad, el pleno empleo y la explotación de la naturaleza decaen. Hemos perdido la piedra angular de la primera modernidad, la seguridad.

3. Entonces aparece la segunda modernidad, que es la propia de una sociedad que tiende a la globalización y está en constante desarrollo tecnológico. La extensión del sector informal de la economía, la flexibilización del trabajo, el crecimiento del desempleo, la intervención de las multinacionales y la violencia han sido las consecuencias no deseadas de la modernización. Se constituye un nuevo tipo de capitalismo, un nuevo tipo de economía, un nuevo tipo de orden global, un nuevo tipo de sociedad y un nuevo tipo de vida personal.

4. Esta segunda modernidad ha llegado a todos los lugares del planeta, incluido el Tercer Mundo. La creciente velocidad, intensidad e importancia de los procesos de interdependencia transnacional, así como la globalización económica, cultural, política y social, obliga a incluir a las sociedades no occidentales en los análisis de los retos de la segunda modernidad; lo global debe ser examinado también en estas localizaciones. Allí se reproducen las mismas consecuencias negativas que en los países desarrollados, pero la segunda modernidad también tiene características positivas en esos países, como el desarrollo de sociedades multirreligiosas, multiétnicas y multiculturales, que aumenta la tolerancia.

5. Ulrich Beck define a esa segunda modernidad como sociedad del riesgo global, porque es una fase de desarrollo de la sociedad moderna donde los riesgos sociales, políticos, económicos e industriales tienden cada vez más a escapar a las instituciones de control y protección de la sociedad industrial. El régimen de riesgo de la nueva sociedad invalida las normas fijas de calculabilidad con las que se tomaban anteriormente las decisiones. Las causas y efectos son imposibles de ligar. Además, el riesgo del mercado global no puede ser controlado como el de los mercados nacionales, al no existir un gobierno global. Pero el riesgo, aunque sea global, no es igual para todos. El riesgo laboral o medioambiental persigue a los pobres.

6. La Sociedad del Riesgo planteada por Beck tiene una serie de características. Vamos a reseñar siete:
- Los riesgos causan daños en el sistema que muchas veces son irreversibles.
- Los riesgos atacan más a las capas sociales inferiores.
- Existe el riesgo financiero global y el riesgo ecológico global.
- Los riesgos provocan oportunidades de mercado.
- La sociedad del riesgo crea un vacío político e institucional. Los movimientos sociales son la nueva legitimación.
- Se están perdiendo los símbolos colectivos. Existe un proceso de individualización.
- Una democratización cultural está transformando los fundamentos de la familia, las relaciones de género, el amor, la sexualidad y la intimidad.

7. El sociólogo alemán ofrece algunas soluciones para los problemas planteados por la sociedad del riesgo global. No se pueden abordar esos problemas desde la misma perspectiva que en el siglo XIX. Hay que mirar la globalización desde un punto de vista que intente alcanzar un nuevo equilibrio mundial. Se debe, según Beck, contrarrestar el excesivo peso del mercado y sus efectos, y ampliar el círculo social y cultural del individuo. Además, ve necesario que los antiguos Estado nacionales cambien y comiencen un proceso de cohesión internacional y cooperación, reconociendo la diversidad y las individualidades. Hay que reinventar el diálogo entre las naciones.




martes, 3 de marzo de 2015

Siete lugares de Villaviciosa de Odón

El sábado 28 de febrero de 2015, aprovechando que en Villaviciosa de Odón se celebraba la feria de la tapa, nos acercamos hasta esa localidad. Estos son los sitios donde estuvimos, someramente comentados:

1. Los primero que vimos fue el Ayuntamiento. Una construcción del siglo XIX de estilo castellano, enjalbegada en blanco, con cubierta de tejas en dos aguas, que se mimetiza con el resto de casas de la misma época que salpican las calles del centro histórico de Villaviciosa. En la misma Plaza de la Constitución, muy coquetuela, otra serie de edificios parecidos albergan varias dependencias municipales.

2. Tras diez minutos de paseo en cuesta, se llega al Castillo. Del siglo XVI y construido en granito, tiene planta cuadrangular y cuatro torres (tres de ellas cilíndricas y una en forma de prisma). No se puede visitar (salvo en ciertos momentos del año o solicitando una visita guiada) porque actualmente sirve como archivo del Ejército del Aire. En verano se celebran conciertos de música clásica en el patio.

3. Junto al Castillo se encuentra el Parque del Castillo, y el Jardín Histórico. El parque es un espacio bien diseñado, con un estanque central en el que viven numerosas especies de aves acuáticas. Sin embargo no encontramos el Jardín Histórico, ubicado al otro lado del Castillo, porque está muy mal señalizado. Equivocadamente pensamos que el Parque era el Jardín Histórico. También junto al Castillo hay una bonita fuente, la de los tres caños.

4. En la misma zona del Castillo, y tras otro agradable paseo, se puede ver la Casa Palacio Manuel Godoy. Edificio del siglo XVIII, enfoscado de blanco, con zócalos y cornisas de granito y cubierta de teja, es una casona simétrica. En su interior se encuentra el Café del Infante, muy acogedor, aunque sus empleados deberían ser más amables. Lo mejor es la terraza trasera, donde en verano se puede cenar, y que tiene vistas a unos magníficos jardines. Según nos explicó la encargada, habilitan también una zona chill out para las noches del estío. Allí tomamos una cerveza y la tapa que sugerían: huevos camperos fritos sobre pisto con virutas de trufa. Como además te ponen un buen aperitivo con la cerveza (revuelto de patatas y huevo), el tentempié resultó vigorizante, aunque no barato.

5. Frente a la Casa de Godoy podemos encontrar la Iglesia de San Pedro, que no tiene nada especial que reseñar, salvo que en el lateral de la nave central, y por la parte exterior, hay pintadas al fresco imágenes de santos y vírgenes.

6. Volviendo al centro del pueblo, en la calle Nueva, nos topamos con la marisquería Costimar, que pertenece a una cadena. El local está decorado con gusto y tiene el ambiente típico madrileño de tomar el aperitivo. Se encontraba lleno, pero sin agobios, y nos atendieron rápidamente, porque tienen suficiente personal. En la parte de arriba está la zona de restaurante. La carta parece asequible. Pedimos unas navajas que tardaron una eternidad en venir, aunque, entretanto, nos pusieron una pequeña tapa. Las navajas tenían algo de tierra pero estaban buenas. A pesar de todo nos quedaron ganas de volver.

7. La calle más ambientada del pueblo es la Calle Carretas. Está llena de bares donde puedes tomar el aperitivo. A las dos de la tarde de un sábado que hacía sol, la puerta de todos ellos estaba ocupada por jóvenes, mayores y familias con niños de pantaloncito corto y niñas con lazos en el pelo y en el vestido. Festivo y un poco pijo, aunque a los vecinos que viven en los pisos de arriba seguro que no les hace gracia tanta terraza.