lunes, 1 de julio de 2019

Siete escritores que permanecieron en España tras la guerra civil

Durante la guerra civil española y tras finalizar la misma, muchos escritores e intelectuales se exiliaron. Sin embargo, algunos autores, a pesar de no comulgar con las ideas fascistas, permanecieron en España. Intentaremos aquí relatar de manera muy breve sus peripecias. Para otro día dejaremos el análisis de sus obras.

1. Jacinto Benavente (1866-1954). El feo adjetivo chaquetero ha sido empleado para describir la ideología política del premio Nobel pues, tras apoyar la dictadura de Primo de Rivera, en 1933 perteneció a la asociación de amigos de la Unión Soviética. Permaneció durante la guerra civil en zona roja, en Madrid y Valencia, donde fue homenajeado repetidamente, envió una carta contra la muerte de García Lorca e incluso estrenó una obra, Santa Rusia. Sin embargo, al acabar la contienda, manifestó que le habían obligado a comulgar con la república bajo amenaza de muerte. Por ello comenzó a escribir obras teatrales de adhesión al nuevo régimen y acudió a manifestaciones de exaltación del franquismo, lo que le congració definitivamente con los nuevos dirigentes que, en un principio, habían censurado sus obras, quizá también por su condición de homosexual.

2. Vicente Aleixandre (1898-1984). Su padre era un hombre de derechas que fue destituido de su empleo en el ferrocarril por adherirse al golpe de estado. Sin embargo, Vicente tenía ideas izquierdistas, que no habían evitado su detención por los republicanos durante veinticuatro horas en 1937. Tampoco las autoridades republicanas le permitieron viajar a Francia para cuidar su frágil salud (le habían extirpado un riñón). Desde entonces optó por el silencio y, alejado de la vida pública, permaneció en su casa de Madrid, desde la que se relacionó con poetas jóvenes y escribió lo mejor de su obra. Nuestro premio Nobel fue proclive a la reconciliación de las dos Españas, manteniendo una actitud de distanciamiento crítico con el régimen franquista, que lo nombró académico de la lengua en 1949.

3. Dámaso Alonso (1898-1990). Al principio de la guerra, el insigne poeta se refugió en la Residencia de Estudiantes de Madrid, pues temía a las represalias por tener familiares en el bando franquista. Después, y a pesar de colaborar en Valencia con la revista republicana Hora de España, no fue represaliado por el régimen fascista, por lo que pudo acceder a una cátedra en la universidad y ser nombrado académico de la lengua en 1945.

4. Gabriel Celaya (1911-1991). De familia vasca acomodada, Celaya fue combatiente en el bando republicano. Él mismo contaba que, cuando cayó Bilbao, en un acto de cobardía, se arrancó sus insignias de capitán y se presentó ante el enemigo como soldado raso. También confesó que se libró de ser juzgado y fusilado, ya que, cuando fue llevado al campo de concentración de Palencia, el padre de su novia, alto mando militar en el bando sublevado, destruyó su expediente, pero a cambio de que se casara con su hija. El matrimonio sólo duró siete años, durante los que el poeta permaneció como ingeniero en la fábrica de su familia en San Sebastián, hasta que conoció a Amparo Gastón y decidió cambiar su vida.

5. Blas de Otero (1916-1979). El poeta bilbaíno estuvo en ambos bandos durante la guerra, pues participó como sanitario en los batallones vascos pero, tras la toma de Bilbao, cayó prisionero y estuvo en un campo de concentración, desde donde fue enviado a luchar en el frente de Levante con el ejército franquista. Se trata del ejemplo paradigmático de eso que han llamado "exilio interior" pues, a pesar de que se afilió al partido comunista en 1952, siguió viviendo en España, aunque pasó largas temporadas en Francia y Cuba.

6. Antonio Buero Vallejo (1916-2000). El insigne autor teatral fue llamado a filas en 1937 por los republicanos. Cuando fue capturado pasó algún tiempo en un campo de concentración del que fue liberado. Pero en 1939 fue detenido y condenado a muerte por su actividad en el Partido Comunista. Tras conmutarle la pena por 30 años de prisión, salió de la cárcel tras siete años en diversos penales de España. A partir de ahí comienza su aclamada obra dramatúrgica.

7. Gloria Fuertes (1917-1998). Sólo tenía 16 años cuando comenzó la guerra incivil, como ella la llamó, en la que perdió a un novio republicano. La experiencia de la contienda española marcó su carácter pacifista. Para ganarse las habichuelas comenzó a trabajar en el Ministerio de Información y Turismo. Sin embargo, pronto pasó a vivir de la poesía, dedicándose a publicar poemas para niños, pero también poesía adulta, con versos que esquivaban la censura. Abanderada del amor natural, escribió a aquellos que son diferentes, como los homosexuales o los travestidos. No hay que olvidar que su gran amor, desde los años 70, fue una mujer.