jueves, 25 de octubre de 2018

Siete lugares de un viaje a Nigrán

Entre el 12 y el 20 de julio de 2018 pasamos unos días de relax y turismo en el concello de Nigrán, al sur de la provincia de Pontevedra, junto a la ría de Vigo. Vamos a recordar los lugares que visitamos sin ser exhaustivos.
1. Nigrán. Es este el nombre del concello y el de una de las parroquias. Nos alojamos en el Hotel Miramar, de tres estrellas justitas, pero muy bien situado, a escasos metros de la grandiosa Playa América, que nunca se llena por mucho turismo que haya y que tiene unas de las mejores puestas de sol que he visto. En el paseo de más de un kilómetro que bordea la playa se encontraba instalado un mercadillo de artesanía. También se celebró un festival de música. A la izquierda vemos el Monte Lourido y, enfrente, las islas Estelas. Muy cerca se puede comer en numerosos bares y restaurantes. Destacaré la Jamonería Serrano, que está siempre llena y es por algo. Otro sitio donde se come muy bien es La Galería, con cocina fina y atención inmejorable. O Xantar de Marina está muy cerca y también es recomendable. Visitamos también las cafeterías Concordia y Arealoara, que no están tan bien, aunque en Galicia es difícil que comas mal en algún sitio.
2. Panxón. En un precioso paseo por la Playa de América se llega a la parroquia de Panxón, famosa por su arco visigodo y por el templo votivo, de muy curiosa arquitectura. En la misma parroquia puedes subir a Monteferro, que tiene un estupendo bosque desde donde tendrás unas magníficas vistas del mar, de las islas Estelas y de las Cíes, si el día está despejado. Allí se encuentra también el Monumento a la Marina Universal. Abajo, junto al puerto, paramos varias veces a tomar sardinas, pimientos de Padrón y albariño en el Mesón O Peirao. La Playa de Panxón, continuación de la Playa América, sería un lugar ideal para alquilar un apartamento durante los meses de verano.
3. San Pedro de la Ramallosa. Al otro lado de la Playa de América nos encontramos con esta parroquia, en la que podemos ver una ermita y un precioso puente románico, desde donde contemplar las marismas de la desembocadura del Río Miñor, muy bonitas cuando baja la marea. Aquí fuimos a comprar a un centro comercial y visitamos el Pazo Pías, que en la actualidad es un albergue y hostal. Las instalaciones parecen buenas y tiene un jardín grande y bien cuidado en el que vimos un curioso hórreo de dos plantas.
4. Baiona. Tumbado en la Playa de América ves a tu izquierda un pueblo con un castillo. Es Baiona o Bayona en castellano. El castillo es una magnífica fortaleza que contiene en su interior el parador de turismo. Por un precio módico puedes dar una vuelta por la muralla y contemplar las estupendas vistas. En el puerto de Baiona está también la oficina de turismo y puedes visitar el interior de una reproducción de la carabela Pinta, que pasó por allí. El casco antiguo del pueblo está muy bien conservado y es interesante. Recomiendo sentarse a tomar algo en la Boquería. También probamos la carta del restaurante Pedro Madruga, más fino, junto al mar, pero con una mala relación calidad/precio, en mi opinión. Agradable resulta la excursión hasta el área recreativa de la Virgen de la Roca, una enorme escultura por cuyo interior puedes subir para que la Virgen te tome en sus brazos mientras observas el mar. Ya alejado del pueblo, pero dentro del mismo término municipal, el mirador desde el faro Silleiro te permite observar el Océano Atlántico y el agreste paisaje de la costa.
5. A Guarda. Bordeando la costa hacia el sur desde Nigrán, en un placentero viaje junto al mar, llegas a La Guardia. Allí subimos al Monte de Santa Tecla donde, en una visita guiada, te enseñan muy bien el castro y su museo. Puedes entrar también en la capilla y subir a la cima, que tiene unas vistas espectaculares de la desembocadura del Miño. El pueblo es más bonito de lo que te esperas, sobre todo cerca del puerto. Allí tomamos una mariscada de lujo en el restaurante Os Remos. Nos enamoramos tanto de A Guarda que volvimos varias veces a tomar el sol en las playas fluviales de A Lamiña y O Muiño, muy tranquilas. Eso sí, el agua estaba helada.
6. Tui. Tierra adentro, en la frontera con Portugal encontramos la bella villa de Tui o Tuy. Su casco antiguo y el paseo junto al río están muy bien cuidados y merecen la pena. La catedral, originalmente románica, aunque modificada durante los siglos, es impresionante. Por cuatro euros puedes visitarla con una audioguía. Imprescindible el claustro y las vistas del Miño desde lo alto de sus muros.
7. Valença do Minho. Junto a Tuy, pero al otro lado de la frontera portuguesa, se encuentra esta villa, que todavía mantiene muchos comercios de ropa, toallas, mantelerías, porcelana, licores o joyas, reminiscencias de la época en que en Portugal los precios eran mucho más baratos que ahora. El pueblo no está mal, pues tiene algunas bonitas casas señoriales. Destaca la muralla que lo rodea, a la que llaman fortaleza. Sin embargo, en la oficina de turismo no nos trataron con la amabilidad características de las oficinas de turismo españolas. Pillaríamos un mal día.

martes, 16 de octubre de 2018

Siete lugares de un viaje a Bélgica

Del 16 al 20 de junio de 2018 relizamos un viaje por Bélgica al que la agencia llamaba "Flandes soñado con encanto". La verdad es que sí encontré el encanto en el país de los flamencos. Recordaré aquí las ciudades y lugares que visitamos.
1. Bruselas. El avión te deja en un aeropuerto larguísimo, del que se tardan veinte minutos en salir andando. El hotel Sofitel, de cinco estrellas, está situado en el barrio europeo, que es donde se encuentra la sede de varios organismos de la UE. Es un magnífico y comodísimo alojamiento, situado en la Plaza Jourdan, muy animada por bares y restaurantes. Sin embargo, lo primero que hicimos fue probar las famosas patatas fritas de Madame Antoine, que tiene un quiosco en el centro de la plaza. No son tan buenas como los belgas creen. Después, al vernos mirar un mapa, se acercaron a nosotros dos españoles muy amables que trabajaban en las instituciones europeas y nos contaron cómo se vive en Bruselas. El paseo por la ciudad una soleada tarde de sábado fue muy bonito. Pasamos por el Parque Leopoldo, por el Parlamento Europeo, por el Parque Monts des Arts, por el Palacio Real, la Place Royal, con sus museos, y el barrio Sablon, muy fino y elegante, con sus galerías de arte. Entramos también en el museo del cómic. En el centro histórico comimos, ya tarde, en el restaurante italiano Sole d'Italia, donde pedimos, además de pizza, los famosos mejillones con patatas fritas belgas, que son mucho más pequeños que los gallegos y no tan sabrosos. Al día siguiente, y ya en visita guiada, vimos la gran plaza, preciosa y sorprendente, el centro histórico y el pequeño Manneken Pis. También tomamos un goffre, que debía estar hecho para turistas, porque no era nada bueno. Nos dieron de comer un menú turístico: sopa de tomate y albóndigas con tomate también. El atomium se encuentra a las afueras de la ciudad. Lo visitamos, pero nos quedamos con ganas de ver su interior.
2. Lovaina. Es esta una ciudad universitaria y se nota. Para empezar, visitamos el beaterio o beguinario, que es enorme y en la actualidad está dedicado a residencia de estudiantes. Las casitas que lo componen se encuentran alrededor de un río y surcadas de canales, por lo que el verdor se asoma y te envuelve. En la plaza Oude Markt, vimos, según la guía turística, la barra más larga del mundo, que conecta todos los bares ubicados en ella. En la plaza mayor, el Ayuntamiento sorprende al visistante sureño, por su recargado estilo, que recuerda al colegio Hogwarts, de magia y hechicería. Finalmente visitamos uno de los colegios que sirven de residencia a los estudiantes, y nos empapamos del joven ambiente de la ciudad.
3. Malinas. Otra bella ciudad de Flandes. Merece la pena detenerse observando los edificios de la Plaza Mayor, sobre todo los que forman el Ayuntamiento, y la catedral, muy interesante, de la que me sorprendió el enorme púlpito de madera, que cuenta toda una historia. En un paseo por sus calles pudimos ver el toisón de oro en varios edificios, y nos contaron la historia de los españoles en la región. Allí mismo visitamos la fábrica de cerveza Het Anker, donde destilan la cerveza Gouden Carolus (dedicada a Carlos V). La visita incluía una degustación, que nos dio pie a seguir probando distintos tipos de cerveza en las siguientes ciudades que visitamos.
4. Amberes. La visita a esta ciudad comenzó a la orilla del río para continuar por la plaza Groenplaats, que tiene una estatua de Rubens, la plaza mayor, con la estatua del centurión que cortó la mano del gigante (buscad la leyenda) y la plaza de la catedral. A esas alturas ya estábamos familiarizados con lo "flamenco". Amberes es una gran ciudad, de medio millón de habitantes, con sus calles comerciales, por las que paseamos. Anduvimos por Schoenmarkt, donde vimos una minúscula iglesia muy antigua y muy recargada. En la calle peatonal Schrijnwerkersstraat, llena de comercios, tomamos un tentempié en el salón de té Desire de Lille.
5. Gante. Es esta una ciudad que, según Pascuale, el guía que nos paseó por sus calles, no ha querido ser patrimonio de la humanidad, para no estar supeditada a estrictas normas de conservación. Sin embargo contiene multitud de monumentos que te sorprenden a la vuelta de cada esquina. El río que la atraviesa le da un aire romántico. Su catedral es impresionante, y contiene el famoso tríptico de la adoración del cordero místico. En Gante nos alojamos en el Sandton Grand Hotel Reylof, un enorme y precioso hotel del centro de la ciudad, que tiene las mejores almohadas en las que mi cabeza haya descansado nunca.
6. Castillo de Ooidonk. Cerca de Gante se encuentra este impresionante edificio rodeado de agua y jardines, donde se respira paz. En una visita guiada puedes conocer (en fotos y cuadros) a la familia de condes propietaria del mismo, que parece que son amiguetes de los reyes de Bélgica, porque tienen fotos posando con ellos. Está amueblado con bastante gusto, aunque un poquito recargado, y puedes imaginarte la vida de la gente con dinero.
7. Brujas. La última parada de nuestro viaje fue esta bella ciudad, llena de canales, por los que es imprescindible dar una vuelta en barco. El hotel de Brujas se llamaba Oud Huis De Peellaert y también era magnífico; bello por fuera, cómodo por dentro y situado en el centro histórico. La Plaza mayor sorprende al visitante por la arquitectura de sus típicos edificios. Dentro de uno de ellos comimos en un restaurante situado en los bajos. Allí probamos la cerveza Cuack, que se bebe en un característico vaso muy alargado. En la Plaza Burg está el Ayuntamiento, precioso. Allí nos sentamos en el café Tompouce a tomar la muy rica cerveza Leffe, de la que probamos la rubia y la oscura. Otra cerveza buenísima, pero con mucha graduación, que también bebimos, es la Karmeliet. Visitamos el beaterio, con sus casitas blancas, muy bien conservado. Pero todo paseo por Brujas es bonito y romántico. Caminas por calles de adoquines, cruzando puentecitos, oyendo el rumor del agua y rodeado de edificios antiquísimos. Nos planteamos cenar en un restaurante con un poco de calidad y elegimos el Matinée, donde probamos por fin unos buenos mejillones y un buen gofre. Para acabar nuestro viaje decidimos subir los 365 escalones de la torre Belfort, y mereció la pena, pues contemplamos las mejores vistas de la ciudad.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Siete lugares de Santa Pola

Del 27 al 29 de abril de 2018 visité de nuevo el pueblo turístico de Santa Pola, en Alicante, que es uno de los que más me gusta de la costa mediterránea. Siempre tiene un buen ambiente y es bastante acogedor. Voy a relacionar siete lugares que puedes visitar de esta población.
1. Calas de Santiago Bernabéu. Son una serie de playitas con arena natural, no muy fina, pero muy cómodas para el baño. Suelo quedarme en la primera de ellas, pues en sus proximidades encuentras numerosos bares y restaurantes.
2. Gran Playa. Efectivamente, es grande de narices, sobre todo ancha. Se trata de la playa más cercana al centro del pueblo. Mide un kilómetro de largo y en verano hay muchísima gente. Pero se ve que está muy bien adaptada para que todo el mundo pueda disfrutar del mar y el calorcito.
3. Puerto. Todas las tardes que paso en Santa Pola me resulta imprescindible dar un paseo por el puerto. Allí se encuentran ubicados restaurantes de todo tipo. El típico burguer americano, el restaurante de pintxos, otro más fino, de comida mediterránea, mexicano, marisquería, etc. En un ambiente agradable y festivo, te acordarás de que estás de vacaciones. También en el mismo puerto se suelen celebrar ferias relacionadas con la náutica.
4. Hotel Polamar. Lo mejor que se puede decir de este hotel de tres estrellas es que está a pie de playa, en la primera cala de Santiago Bernabéu, junto al Ayuntamiento. No tiene un gran servicio, no tiene unas habitaciones estupendas, el desayuno es regulero. Sin embargo, la oferta de hoteles en Santa Pola es muy escasa, así que ya hemos visitado el hotel numerosas veces.
5. Calle del Muelle. Si quieres ver escaparates, es una muy buena opción pasear por esta calle, que va desde el puerto hasta la Plaza de la Glorieta. Aquí verás tiendas de todo tipo y algunos bares interesantes.
6. Castillo. Y en la Plaza de la Glorieta nos encontramos el castillo-fortaleza, que data del siglo XVI. Es cuadrado y en su gran patio de armas he visto que se celebraban conciertos y mítines de partidos políticos. Sorprende su buena conservación y su ubicación en un lugar tan céntrico. Actualmente se usa como centro cultural, museo del mar y de la pesca y sala de exposiciones. En uno de sus rincones encontrarás una pequeña capilla.
7. Avenida de Santiago Bernabéu. Si quieres pasear tranquilamente, la mejor opción es salir del pueblo por el norte y seguir el paseo que se encuentra en esta avenida. A la izquierda tendrás las playitas y a la derecha urbanizaciones de pisos y chalés, algunos de bastante lujo. Los aromas marinos y la tranquilidad que se respira te cargarán las pilas.