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jueves, 2 de febrero de 2017

Siete buenas medidas que tomó Zapatero

La mayoría de los empresarios del IBEX35, muchos nostálgicos de la España una, grande y libre y un buen número de los socialistas viejos que mandaron mucho, consideran a Rodríguez Zapatero el peor presidente de la historia de España. Se basan para ello en su gestión de la crisis económica internacional de 2008. Pero no todo en la vida es economía. Los que no aspiramos a ser ricos damos también importancia a otras facetas de la vida. Y en algunas de ellas Zapatero hizo cosas beneficiosas para los ciudadanos. Los políticos de derechas decían que iban a derogar muchas de estas leyes cuando gobernasen, pero no lo han hecho porque en verdad eran buenas.

Me voy a centrar únicamente en leyes, no en otras decisiones de Zapatero. Además de las que aquí comento, podría hablar de la regularización de inmigrantes, del divorcio exprés o de la ley de igualdad. También me pareció acertada la decisión de salir de la guerra de Irak. Y si ETA hubiera dejado de matar durante el mandato de Aznar, este tendría estatuas en cada esquina. Pero a Zapatero muy poca gente le agradece el final de los asesinatos de la banda terrorista.

1. Ley contra la violencia de género. La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género fue una de las primeras que aprobó el gobierno socialista de Zapatero. Está dirigida a luchar contra la violencia que se ejerce sobre las mujeres por el hecho de serlo. Parecía muy necesario impulsar medidas para que quien maltrata a su mujer aprovechándose de su fuerza sea sometido a penas más duras que quien se pelea en un bar. La ley impulsa también medidas de sensibilización, prevención y detección. Es muy importante visibilizar ese sufrimiento callado que ha durado siglos y que contaba con la connivencia de la sociedad, que no se metía en lo que pasaba dentro del hogar. Hubo voces que se opusieron porque algunos hombres sufren violencia por parte de sus mujeres. Pero, en una sociedad patriarcal, en la que se sigue perpetuando la relación privilegiado/oprimida, sólo las mujeres pueden sufrir violencia de género, porque son maltratadas por ser mujeres. Y miren las cifras de muertas y de muertos, por favor.

2. Ley del matrimonio homosexual. La Ley 13/2005, de 1 de julio, por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio, colocó a España entre los países más avanzados del mundo en derechos sociales, siendo el tercero que aprobaba una ley en este sentido. Más de 20 países nos han seguido. Mucha gente se opuso a la equiparación de derechos para los homosexuales, entre ellos la Iglesia Católica. Pero el matrimonio homosexual no es obligatorio en España, sino voluntario. No comprendo en qué afecta a una persona que no es gay el hecho de que dos gays se casen. Pero quizá sí afecta a las instituciones que han querido controlar nuestras mentes y nuestros cuerpos desde tiempos inmemoriales. Ahora la cosa está normalizada y hasta Mariano Rajoy, que decía que el matrimonio era una institución entre un hombre y una mujer para la procreación, asistió a la boda gay de Javier Maroto, vicesecretario del PP.

3. Carnet por puntos. La Ley 17/2005, de 19 de julio, por la que se regula el permiso y la licencia de conducción por puntos y se modifica el texto articulado de la ley sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial fue la causa más importante de la reducción de la siniestralidad en las carreteras españolas. Su artífice, Pere Navarro Olivella, merece todos los parabienes. Nadie discute ahora la fórmula del carnet, aunque, como siempre que la legislación es progresista e innovadora, sale algún cuñado a censurarla. El 3 de mayo de 2007, José María Aznar criticaba las campañas de prevención de accidentes de tráfico: "Yo siempre pienso, ¿y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí?. Las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber déjame que las beba tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás". Penoso.

4. Ley antitabaco. La Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco, modificada por la Ley 42/2010, es lo mejor que se ha hecho a favor de la salud de los españoles en toda la democracia. Muy pocos son los que todavía se oponen a ella. Ya nadie se acuerda de cuando íbamos al médico y el facultativo nos recibía con el cigarrillo encendido. Y cómo olían todos los espacios públicos. Desde el 02/01/2011, cuando ya se prohibió fumar en todos los bares, restaurantes y salas de música o baile, la vida es más limpia y sana en España.

5. Ley de dependencia. La ley 39/2006, de 14 de diciembre, de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia engloba el conjunto de servicios y prestaciones destinados a la promoción de la autonomía de las personas que necesitan de otros para realizar las actividades básicas de la vida diaria. Era necesario que el Estado se acordase de los que no se pueden valer por sí mismos, por eso nadie discute esta Ley. Es verdad que, según datos de finales de 2016, tras diez años de Ley de dependencia, hay un 30% de personas que no reciben la ayuda que deberían, por problemas en su aplicación. Pero el 70% que sí se beneficia está mucho mejor que si no se hubiera aprobado esta norma.

6. Ley de memoria histórica. La Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, llegó tarde y ha sufrido el rechazo de una de las dos españas. En un país en el que todos nos consideramos muy demócratas y criticamos a los países que encarcelan a personas por sus ideas políticas (mucho a Venezuela, no tanto a China, nada a Arabia Saudí), el simple hecho de resarcir a quienes sufrieron cárcel o muerte por defender la democracia parece que molesta a una parte de la sociedad. Hay que tener en cuenta que la ley ni siquiera pretende castigar a los que cometieron tamañas tropelías. Y parece una norma buena, porque el Partido Popular no ha hecho amago de derogarla, aunque no ha asignado dotación presupuestaria para su aplicación. ¿A quién puede molestar esta Ley, si ya no hay fascistas ni nazis en España? ¿o sí?

7. Ley del aborto. La Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo convierte la anterior ley de supuestos en una ley de plazos. El aborto es libre en las 14 primeras semanas del embarazo y permitido hasta las 22 semanas si existen riesgos para la mujer o para el feto. Es curioso que las dos leyes del aborto han sido aprobadas por gobiernos socialistas. Los conservadores se han opuesto a ellas cuando no gobernaban, pero no las han derogado al llegar al poder, seguramente porque eran necesarias. El ministro Gallardón intentó, alentado por la Iglesia y los ultraconservadores, retrotraernos a los tiempos del aborto en Londres. Pero no fue capaz de convencer ni a su propio partido y el envite le costó el puesto.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Siete nociones clave sobre el populismo

El populismo se define en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, en su segunda acepción, como una tendencia política que pretende atraerse a las clases populares. También señala que esta acepción es más usada en sentido despectivo.

El término populista se lanza a la cara de muchos políticos para identificarlos con aquellos que hacen promesas fáciles de entender y que seducen a la gente menos culta. Pero los acusan también de que esas promesas no van a ser cumplidas, o porque el prometedor no querrá o porque no podrá hacerlo cuando llegue al poder. Se opone así el político populista al político serio que únicamente promete lo que tiene intención de cumplir.

Como el populismo está de moda, desde que Trump ganó las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos, vamos a intentar ayudar a las discusiones con los cuñados, con siete claves fáciles de entender, pero lo más rigurosas posible.

1. El populismo no es malo per se. Es simplemente una forma de dirigirse al pueblo en la que se le dice que las élites (casta o establishment) que nos gobiernan son corruptas y egoístas. Es cierto que nos gobiernan las élites. No hay más que indagar un poquito en el árbol genealógico de los que mandan en la política y en la economía de la mayoría de los países. Y también es cierto que las élites, casi por definición, son corruptas y egoístas e ignoran al pueblo. Hay quien dice que si sustituimos esas élites por gente salida del pueblo se convertirán en élites y se volverán corruptas y egoístas. Pero me gustaría verlo, porque en España hace mucho que no pasa.

2. Populismo y élites económicas. Las corporaciones y las élites económicas tienden a ser las más afectadas por las políticas que los populistas pretenden implementar. Por eso están en contra de estos líderes que dicen defender al pueblo. Un pobre va a seguir siendo pobre gobierne quien gobierne. Pero los ricos, que lo son porque dan más importancia al dinero que los pobres, lucharán hasta el último céntimo por las fortunas que les quieren "nacionalizar". Las élites económicas mundiales reman siempre en la misma dirección, la de la globalización del mercado de capitales. Muchos políticos populistas hablan en contra de la globalización, porque se apoyan en una creencia supersticiosa que surge del miedo del inculto a lo desconocido; la de que más fronteras y más aranceles protegerán a los pobres de un país frente a los pobres de fuera que quieren arrebatarles lo poco que tienen.

3. Populismo de derechas y populismo de izquierdas. Imaginemos un partido populista, es decir, una formación que lleva en su discurso la confrontación entre un pueblo virtuoso y unas élites corruptas. Si consigue llegar al poder debe dejar de destruir para construir. Tanto si es de derechas como de izquierdas ha conseguido el voto de los perdedores de la crisis y de los que se oponen al establishment. Pero un partido populista de derechas llenará sus políticas de gobierno con lo que piensan aquellos que temen perder su identidad nacional por la globalización, y fomentará la confrontación con el extranjero. Sin embargo, el populista de izquierdas abrirá los brazos al extranjero, pues no está imbuido de sentimientos nacionalistas. Por eso sus programas socioeconómicos son radicalmente distintos. El derechista baja impuestos para que cada uno se busque la vida sin ayuda del Estado, pero no permite entrar en el sistema a los que no son nacionales, para evitar la competencia por el trabajo con las clases bajas del país. El izquierdista sube los impuestos para que el Estado se preocupe de cuidar de sus nacionales, pero también de aquellos que quieran trabajar en la construcción de la nación.

4. Populismo y demagogia. Muchas veces se confunden ambos términos. El populista suele demostrar su aversión a las élites económicas e intelectuales pero, como he señalado antes, no tiene por qué mentir en sus intenciones. El demagogo utiliza promesas falaces que sabe que no va a cumplir, pero que atraen el pueblo, y lo hace con la intención de conseguir sus propios intereses, que pueden tener poco que ver con lo que dice. El demagogo es un mentiroso por definición, el populista no tiene por qué serlo. Claro, se puede ser populista y demagogo a la vez, y esto sucede a menudo.

5. Populismo desde dentro del sistema. Los populistas no quieren ser vistos como políticos profesionales. Sin embargo, ya hace tiempo que los políticos profesionales han caído en el populismo. Como dije arriba, y siempre según mi opinión, el populismo no es malo en principio. Pero no me negarán que cuando Aznar repetía una y otra vez: "España va bien", estaba siendo populista. Una frase sencilla y que entiende hasta el más inculto, pero completamente vacía de contenido. Pero no es el único político que ha usado el populismo. Zapatero decía que iba a conseguir el pleno empleo en España. Felipe González aseguraba: "OTAN, de entrada, no". Y ya no hablemos de los llamamientos a la unidad de España. Si eso no es populismo, que baje Montesquieu y lo vea.

6. Lo contrario del populismo. Pues bien, si el populismo fuera malo, lo opuesto al populismo sería bueno. Es decir, no intentar atraer al pueblo sería bueno. Pero ¿qué político no quiere atraer al pueblo? Cuando Rajoy dice que van a subir el IVA de "los chuches", ¿está siendo populista?. El político que no es populista no intenta atraer al pueblo con arengas vacías de contenido, del estilo: "para acabar con el paro, crearemos empleo", sino que argumenta con datos cómo va a crear empleo. Pero hay una enorme cantidad de gente que, por falta de formación, no puede seguir más de dos minutos el discurso de un tipo hablando de relaciones laborales y economía. Un pueblo poco educado será presa fácil de los discursos populistas.

7. Populismo y medios de comunicación modernos. El discurso populista se antoja necesario en los tiempos que corren. Nos hemos acostumbrado a entender la realidad en titulares. Casi nadie se va a parar a leer una noticia que ocupe más de quinientas palabras. En la televisión se debe resumir en un minuto el discurso de un orador en el Congreso. Por eso el discurso debe estar orientado a que se puedan extraer de él algunas frases contundentes, debe ser chisposo y contener algún "zasca" al contrario. Y las frases contundentes son populismo, porque el populismo no es una tendencia política, sino una forma de dirigirse a las masas. Por eso, si queréis escuchar un discurso que no sea populista, que diga cosas, remontaos a Antonio Maura, Emilio Castelar, Indalecio Prieto, Manuel Azaña o Adolfo Suárez.