viernes, 18 de marzo de 2016

Siete beneficios de la acogida de inmigrantes

Si entendemos el populismo, en su definición más peyorativa, como la utilización de medidas para mantener el poder que contentan al pueblo, pero que son antidemocráticas, podemos decir que las políticas de los dirigentes de la Unión Europea con respecto a los refugiados de guerra y los inmigrantes son plenamente populistas.

En lugar de practicar la pedagogía con las clases populares europeas y enseñarles que la llegada de extranjeros es beneficiosa para todos, hacen suyas ideas dicotómicas de europeo/extranjero, blanco/negro o cristiano/musulmán que son fáciles de instalar en la mente y que trasladan el miedo y la culpa de los pobres hacia otros más pobres que ellos.

Parece mentira que políticos que defienden las ideas liberales de que cada uno debe buscarse la vida, sin el paraguas de papá estado, defiendan también que nadie entre en sus estados a buscarse la vida.

Sin embargo, estoy convencido de que cuantos más inmigrantes lleguen a Europa, mejor nos irá, y lo intentaré demostrar en los siguientes puntos:

1. Los inmigrantes cualificados suponen un gran beneficio para los países, aportando su valía. Estados Unidos ha estado siempre a la cabeza de esta inmigración. Sus universidades, sus centros de investigación y sus empresas tecnológicas no dudan en buscar el talento allá donde se encuentre. Así han conseguido liderar el mundo también en ciencia, investigación y desarrollo tecnológico. Este tipo de inmigración llega siempre a ocupar los puestos que el país de recepción necesita, sin expulsar de ningún trabajo a los autóctonos.

2. Los inmigrantes no cualificados también suponen un gran beneficio para los países de acogida. En sus lugares de origen los han educado y cuidado hasta la edad laboral y nosotros aprovechamos sus mejores años de rendimiento. Si miráis bien las estadísticas veréis que no suelen competir por los mismos puestos que los españoles. La agricultura, las tareas domésticas, el cuidado de niños, son tareas que un joven europeo no quiere realizar.

3. Rejuvenecimiento de la población. La inmigración es una de las mejores formas de rejuvenecer un país. La gran mayoría de los inmigrantes que llegan son gente joven con muchas ganas de trabajar. Suelen ser los más osados de entre sus compatriotas y los que se ven capaces de afrontar el reto del exilio. En poblaciones avejentadas como las europea, donde algunos agoreros pronostican el fin de las pensiones de jubilación, el aumento de la natalidad de las madres autóctonas no es suficiente. Los jóvenes inmigrantes, además de llenar la hucha de las pensiones del Estado de acogida, aportan también hijos que ya nacen en Europa y, por lo tanto, son europeos de pleno derecho.

4. Los inmigrantes contribuyen al sostenimiento del estado pagando sus impuestos religiosamente. Son personas con miedo a que ser deportados del país de acogida. Por eso cumplen escrupulosamente con todas sus obligaciones legales y fiscales. Aportan trabajo e impuestos y reciben un salario muchas veces podo digno, aunque mejor que el que recibían en sus países natales. Cuantos más inmigrantes vengan, más impuestos pagarán. Y caben todos. En España somos 46 millones en 500.000 kilómetros cuadrados. En Gran Bretaña, con la mitad de territorio son 60 millones. En Japón caben 125 millones de habitantes en menos de 400.000 kilómetros cuadrados. Y sigue habiendo campo para retozar.

5. La inmigración produce también importantes beneficios psicosociales. La sociedad de acogida se enriquece con el idioma y la cultura de los que llegan. Todo el que ha tenido un trato relativamente estrecho con algún inmigrante ha podido comprobar que es una persona normal que lucha por hacerse un hueco en la vida del primer mundo. Conocer a estas personas supone un cambio de la mentalidad individualista instalada en la sociedad de consumo a otra mentalidad más abierta y solidaria, que tiene en cuenta a los demás.

6. La inmigración aporta una mayor diversidad de productos en las tiendas, que provienen de las culturas de los inmigrantes y que estos quieren también tener en sus nuevos países. Este aumento de la oferta beneficia además a los que no nos hemos movido. Hace cuarenta años nadie comía en restaurantes chinos, indios o marroquíes, por lo menos en el sur de Europa. Hace veinte años nadie sabía lo que era el ceviche o el cuscús. Igualmente, se intensifican las exportaciones y el comercio entre países de inmigración y de emigración. El dinero se mueve entre unos pueblos y otros, y al dinero nadie se atreve a ponerle fronteras.

7. Con la llegada de más gente aumenta el consumo. Los extranjeros que llegan a nuestros países tienen que comer y vestirse aquí. Está comprobado que la inmigración aumenta el producto interior bruto de los estados. También aumenta la renta por habitante, puesto que los inmigrantes tienen una tasa de ocupación mayor que los autóctonos, ya que la mayoría de los que llegan son personas en edad de trabajar. La población inmigrante produce al estado un superávit, es decir, genera más beneficios que gastos en las arcas públicas. Vean cualquier estudio de economistas serios y lo comprobarán. Así que, por favor, que nadie diga sandeces sin base alguna sobre lo que nos cuesta la inmigración.


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