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lunes, 18 de noviembre de 2019

Siete novelas de Mario Vargas Llosa

Uno de mis tres o cuatro escritores preferidos es el premio Nobel peruano. Y aunque últimamente le escucho pontificar de una manera que no comparto en absoluto, no tengo más que abrir algún libro suyo para reconciliarme con una de las personas que mejor maneja el idioma castellano. Estas son las siete novelas que más me gustan del genio de Arequipa. Como veréis, ya hace tiempo que las escribió. No es que no aprecie las nuevas, incluso me gustó mucho "El héroe discreto", pero como las antiguas las leí de joven, su recuerdo me llena de añoranza.

1. La ciudad y los perros. La vida de los cadetes de tercer año en el colegio militar Leoncio Prado de Lima, a los que los de cuarto y quinto apodan "Los perros", sorprende por la universalidad de los temas que trata, a pesar de su aparente localismo. Es un alegato antibelicista de primer nivel, reflejando muy bien ese espíritu castrense que deforma la personalidad de los muchachos. Estos, los perros, parecen en la obligación de dar rienda suelta a la pasión de la juventud, pero no conocen otra manera que la violencia de una virilidad mal entendida. Narrada con numerosos flashbacks que aportan color e intriga a la novela, todos aquellos que hemos sido pequeños hombres adolescentes nos veremos reflejados en alguno de los variopintos, aunque muy bien retratados, personajes.

2. La casa verde. En su segunda novela, Vargas Llosa experimenta realizando un trabajo de orfebrería para contarnos varias historias alrededor del burdel que da título al libro. La narración exige un lector atento, pues comienzas a leer historias inconexas que se van entrecruzando hasta unirse en el epílogo formando un fresco de una época sin tiempo y de unos personajes y unos escenarios que, pareciendo reales, son también metáforas de nuestro mundo partiendo de otro distinto, duro, cruel hasta lo desagradable, pero casi mágico. Encontré en ella la influencia de Faulkner y de García Márquez.

3. Pantaleón y las visitadoras. Esta novela me hizo reír como pocos libros lo han conseguido. La historia de un recto y joven capitán del ejército que tiene que organizar un servicio de prostitutas para los soldados destacados en la selva amazónica es una fuente inagotable de situaciones ridículas, bien aprovechada por el escritor peruano. Pero, además, en el libro encontramos mucha carga de profundidad contra la hipocresía de la institución militar y contra el fanatismo religioso.

4. La tía Julia y el escribidor. Se cuenta aquí, de una manera muy novelesca, eso sí, la historia de amor que el escritor vivió con su tía. Además de la interesante historia entre el jovenzuelo y su amada, se narra la relación del chico, que trabaja como redactor de noticias en la radio, con Pedro Camacho, un autor de folletines radiofónicos que, casi quijotescamente, pierde la cabeza por trabajar tanto, hasta que confunde todas las tramas de sus radionovelas. El libro también es una reflexión, con mucho humor, sobre la diferencia entre la buena literatura y la de los simples escribidores.

5. La guerra del fin del mundo. Es esta la historia de la revolución de Canudos, que se produjo a finales del siglo XIX en el norte de Brasil, y de como el gobierno necesitó para atajarla cuatro batallas, a cual más cruenta. Se relata con la maestría habitual de Vargas Llosa cómo el fanatismo religioso de un legendario personaje llamado El Consejero convenció a los desarrapados para luchar contra el poder establecido e instaurar en la ciudad una especie de Utopía santera. Además, es maravillosa la capacidad del autor para narrar las batallas con tal detalle que puedes masticar el polvo y sentir el cansancio de los combatientes.

6. Historia de Mayta. Una de las novelas más olvidadas de Mario Vargas Llosa es también una de las más comprometidas. Relata de manera novelada la patética historia de Alejandro Mayta, comunista convencido que intentó, con mucha convicción pero con pocos medios y poca cabeza, llevar la revolución al Perú en los años 50 del siglo XX. Es un libro muy ameno en su lectura, pues te atrapa desde el principio, combinando la peripecia con la conversación, la primera persona con la tercera o la realidad con los ideales. Y contiene una reflexión muy interesante sobre cómo la memoria distorsiona la realidad, aun sin pretenderlo.

7. Elogio de la madrastra. La dulce felicidad amatoria (y pictórica) de don Rigoberto y su nueva mujer, Lucrecia, se extiende a su hijo Fonchito, que siente por su madrastra un limpio y candoroso amor. En una pequeña y delicada obra maestra de la literatura erótica, Vargas Llosa nos sitúa frente a la sensualidad en un relato transgresor, que se va volviendo incómodo hasta llegar a un ¿inesperado? final. Se lee casi de una sentada, pero seguramente la recordarás mucho tiempo.

lunes, 23 de julio de 2018

Siete libros del boom latinoamericano

El boom latinoamericano fue en fenómeno que surgió en los años sesenta del siglo XX, en el que se mezclan autores variopintos, dependiendo del cronista. Aquí lo vamos a usar como excusa para hablar de varios libros que me parecen imprescindibles.

1. Sobre héroes y tumbas. Ernesto Sábato (1961). Es imposible explicar el argumento de una novela como esta, pues a veces parece que no dice nada y otras veces te lo está diciendo todo. Es una narración que en ciertos momentos puede parecer deslavazada y que me recuerda en eso a Kafka o a Henry Miller, pero que completa su círculo de manera magistral. Es una historia de ¿amor? entre Martín y Alejandra, pero es más. Es la historia de una familia en progresiva decadencia, que puede recordar a García Márquez, pero es mucho más. Es surrealista pero también es existencialista. Desde que leí el "Informe sobre ciegos" que incluye la novela soy otra persona. Recomiendo la lectura de la obra de ficción completa de Sábato, que incluye El Túnel y Abbadón el Exterminador.

2. Rayuela. Julio Cortázar (1963). Una de las novelas más originales que se pueden leer es también una de las mejores. Su estructura de escenas sueltas, como el cine de Tarantino, permite comenzarla en el principio y acabarla en el final, pero también puedes terminar en un determinado capítulo o saltar de uno a otro según la secuencia que recomienda el autor. Es surrealista, caótica, como la vida, pero también introspectiva, pues buena parte de la misma es relatada por su protagonista, Horacio Oliveira. Lo normal es no entenderla a la primera. Ni del todo a la segunda, me temo. Pero nunca se olvida. Y siempre se puede acudir a ella para leer un capítulo suelto. Otras obras que recomiendo de Cortázar son 62 Modelo para armar, Bestiario, Historias de cronopios y de famas, Final del juego, Las armas secretas y Todos los fuegos el fuego.

3. La ciudad y los perros. Mario Vargas Llosa (1963). La primera novela del nobel peruano fue también la primera de él que leí y me sorprendió gratamente. Supuestamente realista pero también muy simbólica en un sentido sociológico, en ella encontramos la maestría en el dominio del castellano que perdurará en toda la obra de Vargas Llosa. La ciudad es Lima y los perros son los cadetes más jóvenes de una academia militar de la capital del Perú. Todo hombre que haya sido adolescente se verá reflejado en el carácter, las cuitas y las andanzas de El Poeta, El Jaguar o El Esclavo, o en todos ellos. Un autor que te atrapa siempre. Muy recomendables también Los jefes, Los cachorros, La casa verde, Conversación en la Catedral, Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el escribidor, La guerra del fin del mundo, Historia de Mayta, Elogio de la madrastra, La fiesta del Chivo y El héroe discreto.

4. Cien años de soledad. Gabriel García Márquez (1967). Esta es la novela. Su lectura es obligatoria, pues forma parte del patrimonio consciente colectivo de la humanidad. Narra la historia de un pueblo llamado Macondo y de una familia de apellido Buendía, como el mío. Pero en esta epopeya casi bíblica, la soledad del título y la falta de capacidad de amar me parecen realmente el tema central. En ella se encuentra el realismo mágico en todo su esplendor, insertando lo mágico en lo cotidiano. No hay que dejarse aturullar por la cantidad de Aurelianos y José Arcadios, que suponen simplemente un divertimento más. Es lo mejor que se ha escrito nunca en castellano, con permiso del Quijote, por eso se puede paladear cada párrafo, del primero al último. Otros trabajos del premio nobel colombiano que también recomiendo encarecidamente son El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca, Crónica de una muerta anunciada, El amor en los tiempos del cólera, El general en su laberinto, Memoria de mis putas tristes, Relato de un náufrago, Noticia de un secuestro, De viaje por Europa del Este y Vivir para contarla.

5. Tres tristes tigres. Guillermo Cabrera Infante (1967). Dentro de los experimentos del boom encontramos esta novela que no está escrita en español, sino en cubano, en la que se cuentan las andanzas de tres amigos durante una noche por La Habana de 1958. Podrás hallar en ella una serie de capítulos a priori inconexos entre sí, pero que te introducen hipnóticamente en el calor, la humedad, el trapicheo, el alcohol y, en general, en el mosaico de la vida nocturna de la capital cubana. El autor demuestra su dominio de la lengua para, con una serie de técnicas, modismos y trucos, engendrar este arrollador discurso tropical, que a veces te atropella. Humorística y procaz, es gracioso recordar cómo fue prohibida por el régimen comunista cubano y recortada por el franquista.

6. La casa de los espíritus. Isabel Allende (1982). En una época posterior al boom, pero dentro del realismo mágico, se escribió esta novela, que narra las peripecias de varias generaciones de la familia Trueba. Influenciada notablemente por Cien años de soledad, pero con los pies más en la tierra, es un magnífico relato que te atrapa desde el principio. Aunque los hombres parecen los protagonistas, la historia de Nívea, Clara, Blanca y Alba es la de unas mujeres con ideas propias, en una época y un lugar donde la sociedad no se las concedía, un país muy parecido al Chile del siglo XX. Otra obra de esta autora que me gustó fue La isla bajo el mar.

7. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Pablo Neruda (1924). Escrito cuarenta años antes del boom y no siendo una novela sino un librito de poemas, mucho más romántico e incluso modernista que moderno, no puedo resistirme a incluir a Neruda entre mis autores latinoamericanos favoritos. Parece mentira el dominio del verso alejandrino y la introspección que consiguió un muchacho de menos de veinte años para lograr escribir un clásico. "Me gusta cuando callas" o "Puedo escribir los versos" forman parte del acervo cultural de la humanidad y todos deberíamos conocerlos. Hazlo, que cuesta muy poco.