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lunes, 29 de abril de 2013

Los siete atentados terroristas más sangrientos

A raíz del atentado de Boston se me ocurre que los atentados terroristas más sangrientos de la historia no son los que más recordamos. Por ejemplo, el atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid no entraría ni entre los diez primeros. Aquí van los siete con más víctimas, sean estas del primero, segundo o tercer mundo:

1. Atentados del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York. Los atentados causaron la muerte de 2973 personas y la desaparición de otras 24, resultando muertos igualmente 19 terroristas. Cuatro aviones fueron secuestrados, los dos primeros impactaron contra las torres gemelas, el tercero contra el Pentágono y un cuarto cayó sin alcanzar su objetivo. Se han atribuido a la red yihadista Al Qaeda.

2. Atentados contra los yazidi. Fueron ataques suicidas con coches bomba el 14 de agosto de 2007 en Sinjar, al norte de Irak. Aquí perdieron la vida 796 personas. El objetivo eran los miembros de la secta yazidi, pertenecientes a la minoría kurda del país. Al Qaeda aparece aquí también como principal sospechoso.

3. Incendio del Cinema Rex. El 19 de agosto de 1978, este recinto fue pasto de las llamas, matando al menos a 422 personas, aunque algunas fuentes afirman que la masacre fue mayor. La versión oficial es que fueron radicales islamistas quienes provocaron la tragedia, aunque en su momento se llegó a acusar al servicio secreto del Sha.

4. Masacre en Beslán. El 3 de septiembre de 2004, en esta población rusa de la región de Osetia del Norte se produjo el tiroteo entre fuerzas rusas y un grupo de terroristas que habían secuestrado un colegio dos días antes. El número de víctimas fue de 370 (171 de ellos niños), aparte de unos 200 desaparecidos. Los terroristas parece que también eran musulmanes, en este caso chechenos e ingusetios.

5. Vuelo 182 de Air India. El 23 de junio de 1985, este vuelo, que realizaba el trayecto Montreal-Bombay, explotó en el aire mientras sobrevolaba el espacio aéreo de Irlanda. Murieron 329 personas, la mayoría canadienses. El atentado se ha atribuído a miembros de un grupo indio separatista de la secta sikh.

6. Atentado contra los cuarteles en Beirut. El 23 de octubre de 1983, dos camiones bomba conducidos por terroristas suicidas se estrellaron simultáneamente contra el cuartel de los marines estadounidenses y el puesto de mando francés. Murieron 309 personas, según la mayoría de las fuentes. Se atribuyen a Hezbolá.

7. Explosiones en edificios rusos. En septiembre de 1999, una serie de bombas afectaron a edificios de apartamentos en las ciudades de Buynaksk, Moscú y Volgodonsk, asesinando a 307 personas. Las explosiones dieron lugar a la segunda guerra chechena. La milicia islamista de esta república fue considerada oficialmente culpable. Pero una teoría de la conspiración bastante creíble afirma que fue el propio gobierno ruso quien realizó los atentados como excusa para iniciar la mencionada contienda.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Derecho a manifestarse

No voy a ser original, pero quiero dejar constancia de mi oposición a regular de una manera más restrictiva el derecho de manifestación.

Cuando los ciudadanos advierten que los gobernantes no atienden el sentir de una parte importante de ellos, tienen como una de las pocas vías para mostrar su opinión la de manifestarse. Por supuesto que esta debe ser pacífica, pero nadie puede afirmar con criterios objetivos, antes de una manifestación, que vaya a ser o no violenta.

No todas las manifestaciones son iguales. En aquellas en las que se defiende el derecho a la vida (es decir, se promueve la prohibición de abortar), habrá muchas más camisas de marca que en la que protesta para conseguir una vivienda digna. Pero ambas son lícitas y defendibles. Y ambos colectivos deben ser prejuzgados como no violentos. Y mientras se limiten a manifestarse en la vía pública y con los permisos correspondientes no hay nada que objetarles.

Queda feo que haya muchas manifestaciones en una ciudad, y más si se producen altercados violentos. Pero la mejor forma de evitarlas es el diálogo y la atención de los gobiernos a los problemas de los ciudadanos. Creo que es mejor prevenir las manifestaciones que tener que reprimirlas.

Es curioso cómo cambia la percepción de los delitos a lo largo de la historia. En los tiempos en que los hombres se mataban unos a otros habitualmente, nadie se preocupaba por definir como delito el insulto.

Cuando el verdadero terrorismo nos ataca de manera esporádica, se tildan de terrorismo actos que no lo son de ninguna manera.