lunes, 24 de septiembre de 2018

Siete lugares de Águilas

En la Semana Santa de 2018, desde el 25 al 30 de Marzo, pasamos unas relajadas vacaciones en la población murciana de Águilas, que ya he visitado varias veces y me parece un sitio muy amigable. Aquí os dejo siete lugares que me gustan del pueblo natal de Don Francisco Rabal.
1. Playa de Poniente. Esta gran playa familiar se extiende un kilómetro desde la punta del Castillo hasta el puerto deportivo Juan Montiel. La playa es de arena más o menos fina y tiene cuarenta o cincuenta metros de ancho, así que es difícil que se llene. Por toda ella se extiende un paseo marítimo, pero apenas encontrarás en él tiendas de flotadores o bares para tomarte algo.
2. Playa de las Delicias. La otra gran playa de Águilas se orienta al sur y va desde el puerto hasta la Punta de la Aguilica. Está junto al centro del pueblo por lo que aquí sí hay más lugares de ocio cercanos en el paseo marítimo que la rodea, pero también encontrarás muchos bañistas, lo que puede resultar algo incómodo.
3. Playa de los Cocederos y Playa de La Carolina. A unos seis kilómetros del centro urbano, hacia el sur, se encuentran estas dos pequeñas playas contiguas, que son las más meridionales de la región de Murcia y que, junto con Calarreona y la Higuerica, forman el paraje conocido como Las Cuatro Calas. Sus aguas cristalinas y su estado semisalvaje proporcionan paz al viajero, salvo en aquellos meses en los que la afluencia de bañistas es demasiado grande.
4. Rincón del Hornillo. Efectivamente, es este un pequeño rincón del pueblo que hay que saber encontrar. A un lado, la escalinata artesanal y las estatuas, todo ello de un mosaico que recuerda a Gaudí. Al otro lado, la pequeña playa. Seguro que haces muchas fotos.
5. Centro histórico. La Plaza de España es el centro neurálgico de la ciudad, donde confluyen las principales calles. Contiene unos bellos jardines con una fuente en el centro. El Ayuntamiento y la iglesia parroquial se encuentran en este lugar. Allí puedes tomar algo en cualquiera de los bares. Desde este punto puedes visitar el puerto y subir hasta el castillo para contemplar las vistas, en un agradable paseo que debes iniciar cuando no haga demasiado calor.
6. Hotel Puerto Juan Montiel. En el extremo de la playa de Poniente se encuentra este hotel de cuatro estrellas situado junto a un pequeño puerto deportivo. Las instalaciones son buenas, aunque quizá se están quedando anticuadas, la comida esta bien y te atienden con pulcritud. Si subes al spa situado en la azotea tienes magníficas vistas desde los jacuzzis, pero últimamente hemos notado que lo tienen algo abandonado.
7. Restaurantes. Recomendaré encarecidamente El Pimiento, taberna decorada al estilo andaluz que se encuentra en dos locales enfrentados en una calle peatonal con escaleras. Hay que llegar pronto porque se llena muy rápido y no reservan. Comimos caracoles y fritada de hígado. Delicioso y muy barato. Otro día cenamos en El Faro, más elegante pero ni de lejos tan bueno, y mucho más caro. No obstante, los mejillones, el pulpo y el revuelto de setas y vieiras estaban buenos. Otro lugar donde se puede tapear es El Tiburón.

martes, 11 de septiembre de 2018

Siete lugares de Pedraza

El 10 de marzo de 2018 viajé a Pedraza para pasar un día de asueto y probar su gastronomía. Aquí dejo lo que me quedó de mi estancia en este bonito pueblo Segoviano. Como siempre, no soy exhaustivo ni concienzudo. Simplemente relato lo que experimenté como turista tranquilo.
1. Plaza mayor. Una plaza diáfana, con sus casas con escudos nobiliarios, su Ayuntamiento, su iglesia, sus bares, sus restaurantes. Todo muy limpio y medieval, con soportales, balcones, suelo empedrado y un tono marrón uniforme que ofrece paz al visitante. Para muchos, a pesar de su forma irregular, es una de las plazas más bonitas que se pueden visitar en España.
2. Restaurante El Yantar de Pedraza. En la misma Plaza Mayor comimos en la mesa que se ve en la fotografía al fondo a la izquierda, cerca de los ventanales. Es un lugar grande pero acogedor en el que intentan un poquito más que servirte el típico cordero que, por cierto, lo hacen muy bien. Además del lechazo comimos ensalada de pimientos, revuelto de setas, patatas revolconas (que tenían el torrezno algo duro para mi gusto) y unos curiosos paragüitas de hongos. Los postres caseros y el servicio adecuado. Claro que fuimos un día de marzo en el que había pocos clientes. A estos restaurantes hay que probarlos en temporada alta.
3. Castillo. Antes de ir al castillo, que está a las afueras del pueblo, preguntamos en la oficina de turismo a qué hora lo abrían. Nos dijeron que a las seis, pero a las seis no lo abrieron, y bastantes personas concentradas en la puerta del castillo nos quedamos con dos palmos de narices. Mala coordinación. No obstante, esta edificación medieval se encuentra en un entorno magnífico, rodeado de campos y con unas vistas estupendas. En su interior se ha instalado el museo Zuloaga, pues este pintor compró el castillo en 1926. También celebran bodas y eventos. Todo muy medieval.
4. Cárcel de la Villa. A la entrada del pueblo se encuentra este pequeño edificio que tiene mucho que contarnos. En una visita guiada te harás una ligera idea del sufrimiento de los que allí fueron encarcelados. Conocerás el hacinamiento en las celdas de madera (15 presos en 10 metros cuadrados), la tortura, los cepos para retener a los prisioneros o la manera en la que los internos del piso de arriba podían defecar sobre los más peligrosos, que se encontraban encerrados en el piso inferior. Estos últimos eran arrojados a la celda desde varios metros de altura, lo que les provocaba roturas de miembros. Todo bastante sobrecogedor e interesante. Puedes ver también cómo era la vivienda del carcelero. Saldrás por un momento trasladado al siglo XIII.
5. La Tahona de Pedraza. Si queréis complar los dulces típicos del pueblo, como los soplillos, os recomiendo esta panadería, que creo está situada en la calle Calzada. No recomiendo el horno que se encuentra en la calle Real, 9, porque no te tratan con la amabilidad que deberían.
6. Puerta de la villa. La única manera de entrar a Pedraza con un vehículo es a través de esta puerta, situada en el mismo torreón que la cárcel. Reformada en el siglo XVI, destacan sus preciosos portones de madera negra que pueden ser cerrados para sellar la villa.
7. La Tienda Artesanía y Color. Un paseo por la Calle Mayor de Pedraza siempre resulta entretenido. Si vas sin prisa, en el número 4 encontrarás esta tienda, que en sus dos pisos ofrece desde los más típicos souvenirs de la zona hasta los objetos más raros y fuera de lugar, pasando por aperos de oficios antiguos y toda una serie de cacharros servibles e inservibles.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Siete lugares de Teruel

El fin de semana anterior al San Valentín de 2018 visité la ciudad de Teruel. Si hubiera ido la siguiente semana, habría visto las celebraciones de las bodas de Isabel de Segura, una fiesta que se celebra en la ciudad aragonesa todos los años. Pero para ello necesitaría haber planeado mi viaje con mucha antelación. No obstante, aquí os dejo los lugares que más me gustaron. Como siempre, sólo hablaré de lo que vi con mis propios ojos y toqué con mis propias manos. Os recomiendo ir a la oficina de turismo y tomar parte en alguna visita guiada donde, además de lo que aquí describo, os enseñarán más cosas, como las murallas, los puentes o el acueducto.
1. Mausoleo de los amantes. Este bello espacio está dedicado a los amantes de Teruel, que se llamaban Diego e Isabel y vivieron en el siglo XIII. No digáis a los turolenses aquello de "tonta ella y tonto él" porque os contestarán "más tontos los que los vienen a ver". En varias estancias se narran las características sociales de la época y el relato de la aventura de los amantes, que no contaré aquí, pero de la que os tenéis que quedar con la frase "bésame, que me muero". También podréis ver cómo se encontraron las supuestas momias de ambos y dónde estuvieron colocadas hasta su ubicación actual, en un clásico mausoleo, que es la pieza central de la exposición.
2. Iglesia de San Pedro. El Mausoleo de los amantes se encuentra físicamente en una capilla de este templo, que es más bonito por dentro que por fuera, pues está decorado en estilo modernista neomudéjar. Destaca su retablo renacentista. Cuando lo visitamos estaba preparado para la representación de una ópera sobre los amantes, con globos de colores dorados y grandes instrumentos de percusión. La visita guiada te permite subir por su perímetro y observar las vidrieras desde fuera, así como tener vistas de la ciudad.
3. Torres mudéjares. Precisamente en la iglesia de San Pedro se encuentra una de las cuatro torres mudéjares de Teruel. Los mudéjares son musulmanes que se quedaron a vivir en la España cristiana. Sus edificios se inspiran en el gótico pero añadiendo elementos musulmanes y utilizando ladrillo y azulejos en lugar de piedra. Las cuatro torres (San Pedro, La Catedral, El Salvador y San Martín) se construyeron entre los siglos XIII y XIV. La de San Martín es la que se contempla mejor por encontrarse en una plaza. Sin embargo, la de El Salvador, situada en una callejuela, puede ser visitada por dentro. Si vais, que os cuenten la leyenda de la construcción de estas dos últimas torres.
4. Hotel Reina Cristina. En la Plaza del Óvalo, en pleno centro, se encuentra este alojamiento de cuatro estrellas, integrado perfectamente en el conjunto arquitectónico. Desde aquí se puede recorrer a pie toda la ciudad sin cansarte. Es cómodo y acogedor, si bien tiene un parking muy pequeño. No obstante, hay un aparcamiento público en la misma plaza.
5. Restaurante el Boulevard. En el número 3 de la Plaza del Óvalo os encontraréis este restaurante, muy bien decorado por dentro, con la letra de la canción "Por el bulevar de los sueños rotos" escrita en una pared de manera muy artística. Probamos los huevos trufados con jamón, las manitas de cerdo deshuesadas, que no son para todos los paladares, pero sí para los amantes del sabor de las manitas, y la oreja cocida picante y dulce, de nuevo una delicatesen muy original. Este sí merece la pena. Por favor, tened cuidado al meteros en otros restaurantes de la misma plaza, porque te pueden atender con desgana y darte una porquería de comida.
6. Aljibes medievales. Por un médico precio puedes acceder a la visita de estos aljibes, grandes depósitos de acopio de agua datados en el siglo XIV y que se encuentran en el subsuelo, cerca de la Plaza del Torico, pero que no son los más interesantes que he visto. También proyectan un video sobre la historia de la ciudad.
7. Plaza del Torico. La plaza más famosa de Teruel tiene en su centro una fuente de cuatro caños en la que hay una columna con un pequeño toro encima. El torico y una estrella forman parte de la leyenda de la fundación de la ciudad. En la plaza hay que fijarse en dos edificios modernistas, La Madrileña, estrechito pero muy interesante y el de la Caja Rural, que es espectacular. Pero por toda la ciudad puedes contemplar edificios modernistas, la mayoría diseñados por Pau Monguió.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Siete lugares de Cáceres

Se me están acumulando los viajes, así que, en las próximas fechas, me dedicaré a recordar los últimos que he realizado, antes de que se me olviden para siempre. Empezaremos por Cáceres, ciudad que visité en diciembre de 2017.
1. Extremadura Hotel. Nos alojamos en este hotel de cuatro estrellas, que cuenta con todas las comodidades. El desayuno es muy bueno y sorprende una máquina en la que te puedes fabricar tú mismo las tortitas. Aunque se encuentra a las afueras de la ciudad, es el mejor si vas a ir en coche a Cáceres, pues el centro histórico está vedado para los vehículos privados. Desde el hotel a la Plaza Mayor tardas veinte minutos andando, que se hacen agradables si vas por el Paseo de Cánovas. Este bulevar contiene un parque urbano muy bien conservado y en esos días se podía ver en él una exposición de grandes fotografías al aire libre, realizadas por Sebastiao Salgado, en la que se mostraban personas y animales que han escapado del mundo moderno.
2. Plaza Mayor. Por la calle Pintores llegas a este bello espacio en el que encuentras el Ayuntamiento, una parte de la muralla a la derecha, con la Torre de los Púlpitos, la Torre de Bujaco y el Arco de la Estrella, que da acceso a la parte antigua y, a la izquierda, una serie de tiendas, donde puedes comprar los famosos bombones de higo, además de restaurantes, que están siempre llenísimos. Nosotros probamos el restaurante El Pato y la heladería de yogures artesanos, donde el gofre estaba bastante bueno. En la misma Plaza Mayor se encuentra la oficina de turismo. Si llegas antes de las doce de la mañana puedes apuntarte a una de las visitas guiadas que realizan varias empresas. Nosotros nos fuimos con uno de los chicos del zurrón rojo, un grupo de jóvenes historiadores que te guían por la ciudad monumental. Merecieron la pena los seis euros por cabeza.
3. Ciudad Monumental. La parte más antigua de la ciudad es el recinto dentro de las murallas y está declarada patrimonio de la humanidad. Nada más entrar te transportas a siglos pretéritos, por eso allí se han rodado series y películas. Contiene innumerables edificios románicos, islámicos, góticos, renacentistas y hasta barrocos, perfectamente conservados. Más adelante me centraré en los que más me impresionaron, pero aquí puedo citar, en la zona baja, la Concatedral de Santa María la Mayor, el Palacio Episcopal o el Palacio de los Toledo-Moctezuma, que tiene el Archivo Histórico Provincial y se puede visitar. En la parte de arriba están la Iglesia de San Mateo, el Palacio de las Cigüeñas (sede del Gobierno Militar), el Palacio de los Golfines de Arriba y el Parador de Turismo. También es muy bonita la ermita de San Antonio, que está en la judería vieja.
4. Plaza de San Jorge. La plaza más bonita de la ciudad monumental contiene la Iglesia de San Francisco Javier o de la Preciosa Sangre, caracterizada por sus dos torres blancas, al estilo canario. Puedes subir a las torres por un euro. A los pies de la iglesia hay una hornacina que tiene una estatua con la imagen de San Jorge matando al dragón. A la izquierda, varias tiendas venden recuerdos. También encontramos los intimistas y románticos jardines de Doña Cristina de Ulloa. A la derecha, la casa palacio de los Becerra, que en su planta baja contiene una exposición de muebles, pinturas y objetos de Doña Mercedes Calles, creadora de la fundación propietaria del edificio.
5. Palacio de los Golfines de Abajo. Es este un magnífico edificio a cuyo interior se puede acceder a través de una estupenda visita guiada en la que, por 2,50 euros, podrás comprobar cómo vivían los nobles. Eso sí, los turnos de visita se acaban muy rápido, así que consigue tus entradas cuanto antes o resérvalas con antelación por internet o por teléfono. Puedes recorrer una serie de salas lujosamente decoradas, la mayoría al estilo del siglo XIX. Sorprende la sala de armas, completamente distinta, pues tiene pinturas directamente realizadas sobre la pared, que datan del siglo XVI. Como curiosidad te contarán que los Reyes Católicos se alojaron aquí cuando visitaron Cáceres.
6. Museo arqueológico provincial. En la bella casa de las veletas, cuya fachada hay que observar detenidamente, se encuentra la colección de arqueología de Cáceres. Lo más curioso de ver es el aljibe árabe del sótano, que todavía contiene agua. Por lo demás, alberga una colección de piezas de escultura, pintura, grabado y orfebrería, que abarcan desde la prehistoria hasta la época visigoda. Llaman la atención las estelas funerarias romanas, pequeños monumentos que se colocaban en las tumbas. Puedes pasar horas descifrando sus inscripciones.
7. Casa museo árabe Yusuf al Burch. Soy muy aficionado a las casitas amuebladas. Esta es una reproducción de una casa árabe del siglo XII, con su aljibe en el sótano y todo. Por 1,5 euros puedes adentrarte en la vida cotidiana de una familia acomodada de la época. Encontrarás una sala de té, otra sala de armas, el harén, la bodega, el baño o hammam y otras habitaciones donde podrás apreciar la manera en que vivían, comían, se aseaban o se entretenían los cacereños antiguos.

lunes, 23 de julio de 2018

Siete libros del boom latinoamericano

El boom latinoamericano fue en fenómeno que surgió en los años sesenta del siglo XX, en el que se mezclan autores variopintos, dependiendo del cronista. Aquí lo vamos a usar como excusa para hablar de varios libros que me parecen imprescindibles.

1. Sobre héroes y tumbas. Ernesto Sábato (1961). Es imposible explicar el argumento de una novela como esta, pues a veces parece que no dice nada y otras veces te lo está diciendo todo. Es una narración que en ciertos momentos puede parecer deslavazada y que me recuerda en eso a Kafka o a Henry Miller, pero que completa su círculo de manera magistral. Es una historia de ¿amor? entre Martín y Alejandra, pero es más. Es la historia de una familia en progresiva decadencia, que puede recordar a García Márquez, pero es mucho más. Es surrealista pero también es existencialista. Desde que leí el "Informe sobre ciegos" que incluye la novela soy otra persona. Recomiendo la lectura de la obra de ficción completa de Sábato, que incluye El Túnel y Abbadón el Exterminador.

2. Rayuela. Julio Cortázar (1963). Una de las novelas más originales que se pueden leer es también una de las mejores. Su estructura de escenas sueltas, como el cine de Tarantino, permite comenzarla en el principio y acabarla en el final, pero también puedes terminar en un determinado capítulo o saltar de uno a otro según la secuencia que recomienda el autor. Es surrealista, caótica, como la vida, pero también introspectiva, pues buena parte de la misma es relatada por su protagonista, Horacio Oliveira. Lo normal es no entenderla a la primera. Ni del todo a la segunda, me temo. Pero nunca se olvida. Y siempre se puede acudir a ella para leer un capítulo suelto. Otras obras que recomiendo de Cortázar son 62 Modelo para armar, Bestiario, Historias de cronopios y de famas, Final del juego, Las armas secretas y Todos los fuegos el fuego.

3. La ciudad y los perros. Mario Vargas Llosa (1963). La primera novela del nobel peruano fue también la primera de él que leí y me sorprendió gratamente. Supuestamente realista pero también muy simbólica en un sentido sociológico, en ella encontramos la maestría en el dominio del castellano que perdurará en toda la obra de Vargas Llosa. La ciudad es Lima y los perros son los cadetes más jóvenes de una academia militar de la capital del Perú. Todo hombre que haya sido adolescente se verá reflejado en el carácter, las cuitas y las andanzas de El Poeta, El Jaguar o El Esclavo, o en todos ellos. Un autor que te atrapa siempre. Muy recomendables también Los jefes, Los cachorros, La casa verde, Conversación en la Catedral, Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el escribidor, La guerra del fin del mundo, Historia de Mayta, Elogio de la madrastra, La fiesta del Chivo y El héroe discreto.

4. Cien años de soledad. Gabriel García Márquez (1967). Esta es la novela. Su lectura es obligatoria, pues forma parte del patrimonio consciente colectivo de la humanidad. Narra la historia de un pueblo llamado Macondo y de una familia de apellido Buendía, como el mío. Pero en esta epopeya casi bíblica, la soledad del título y la falta de capacidad de amar me parecen realmente el tema central. En ella se encuentra el realismo mágico en todo su esplendor, insertando lo mágico en lo cotidiano. No hay que dejarse aturullar por la cantidad de Aurelianos y José Arcadios, que suponen simplemente un divertimento más. Es lo mejor que se ha escrito nunca en castellano, con permiso del Quijote, por eso se puede paladear cada párrafo, del primero al último. Otros trabajos del premio nobel colombiano que también recomiendo encarecidamente son El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca, Crónica de una muerta anunciada, El amor en los tiempos del cólera, El general en su laberinto, Memoria de mis putas tristes, Relato de un náufrago, Noticia de un secuestro, De viaje por Europa del Este y Vivir para contarla.

5. Tres tristes tigres. Guillermo Cabrera Infante (1967). Dentro de los experimentos del boom encontramos esta novela que no está escrita en español, sino en cubano, en la que se cuentan las andanzas de tres amigos durante una noche por La Habana de 1958. Podrás hallar en ella una serie de capítulos a priori inconexos entre sí, pero que te introducen hipnóticamente en el calor, la humedad, el trapicheo, el alcohol y, en general, en el mosaico de la vida nocturna de la capital cubana. El autor demuestra su dominio de la lengua para, con una serie de técnicas, modismos y trucos, engendrar este arrollador discurso tropical, que a veces te atropella. Humorística y procaz, es gracioso recordar cómo fue prohibida por el régimen comunista cubano y recortada por el franquista.

6. La casa de los espíritus. Isabel Allende (1982). En una época posterior al boom, pero dentro del realismo mágico, se escribió esta novela, que narra las peripecias de varias generaciones de la familia Trueba. Influenciada notablemente por Cien años de soledad, pero con los pies más en la tierra, es un magnífico relato que te atrapa desde el principio. Aunque los hombres parecen los protagonistas, la historia de Nívea, Clara, Blanca y Alba es la de unas mujeres con ideas propias, en una época y un lugar donde la sociedad no se las concedía, un país muy parecido al Chile del siglo XX. Otra obra de esta autora que me gustó fue La isla bajo el mar.

7. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Pablo Neruda (1924). Escrito cuarenta años antes del boom y no siendo una novela sino un librito de poemas, mucho más romántico e incluso modernista que moderno, no puedo resistirme a incluir a Neruda entre mis autores latinoamericanos favoritos. Parece mentira el dominio del verso alejandrino y la introspección que consiguió un muchacho de menos de veinte años para lograr escribir un clásico. "Me gusta cuando callas" o "Puedo escribir los versos" forman parte del acervo cultural de la humanidad y todos deberíamos conocerlos. Hazlo, que cuesta muy poco.

domingo, 1 de julio de 2018

Siete nociones clave sobre la verdad

Vamos a aprender algo sobre la verdad, un concepto con muchos matices:

1. Definición de la verdad. La verdad es la correspondencia entre lo que afirmamos y lo que pensamos, sentimos o sabemos. La verdad es la interpretación mental de la realidad transmitida por los sentidos. Pero esa interpretación mental incluye creencias, valores y la consciencia, que filtran la verdad a través de nuestra subjetividad, construyendo una verdad para cada uno de nosotros. También podemos decir, como Aristóteles y Popper, que la verdad es la correspondencia entre una proposición y los hechos (o la realidad). Pero aprendemos a ver la realidad seleccionando los mensajes que llegan a nuestro conocimiento subjetivo de esa realidad, por lo que en la mayoría de los casos debemos conformarnos con llegar lo más cerca posible de una verdad que no podemos poseer completamente.

2. La verdad como conocimiento superior. La alegoría de la caverna de Platón nos enseña que el mundo se presenta ante cada ser humano de una forma distinta. Esta interpretación personal se define a través de la carga biológica y las creencias culturales. No obstante, dichas representaciones no capturan realmente la esencia de las cosas, y la mayor parte de las personas viven en un mundo de relativa ignorancia. El ser humano debe enfrentarse al miedo a cegarse, debe salir de la cueva y ver el mundo bajo el prisma de la razón, para acercarse a la verdad.

3. La verdad absoluta es peligrosa. La verdad absoluta es aquella cuyas proposiciones son verdaderas para todas las culturas y eras, aún si las personas que viven en ellas no lo saben. Cuidado con esto, porque la verdad absoluta muchas veces contiene la idea de Dios. Pero como para cada cultura existe un Dios absolutamente verdadero, hay que convencer a los demás de que tu Dios es el único y legítimo. Y hay que convencerlos, si es necesario, a garrotazos. Las religiones siempre desconfían del relativista, de aquel que piensa que la verdad depende del punto de vista. Aunque creamos haber encontrado la verdad, lo más probable es que, a la vuelta de la esquina, exista otra verdad distinta que nos sorprenderá.

4. La verdad versus la libertad. En teoría, los seres humanos debemos ser fieles a la verdad para alcanzar la libertad. Pero verdad y libertad, desde Kant, pueden entrar en contradicción. Este filósofo afirmaba que el hombre es libre porque la razón práctica le dice que existe una realidad objetiva, cual es la ley moral, que obliga a los hombres a actuar de una determinada manera. Pero esta verdad está supeditada a la existencia de Dios, por lo que, sin la existencia de Dios ni de la inmortalidad del alma, la ley moral sería una pura ilusión de la razón práctica. ¿Cómo os quedáis? Yo me quedo picueto con estas cábalas.

5. La verdad pertenece a quien ostenta el poder. Siempre se ha dicho que la historia la escriben los vencedores. En los conflictos, cada una de las partes implicadas ha luchado defendiendo una verdad en la que "firmemente" creían. El que vence en la guerra demuestra que "su" verdad era la verdad objetiva, la que no se puede discutir. Cuando los europeos dominaban el mundo era fácil conocer la verdad, que era la que la Iglesia decía. Ahora todo se ha enredado y no tenemos un poder central que nos diga que nosotros somos los buenos y ellos son los malos.

6. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Es este el título de un libro muy interesante (que se lee en un ratito) sobre la verdad, escrito por Nietzsche. El filósofo alemán piensa que el hombre no quiere la verdad, lo que quiere es la felicidad. Por eso distingue al hombre racional, que piensa que todo es regular y previsible, lo que le acarrea desgracias, porque el universo es un ente abstracto e irregular, y el hombre intuitivo, para quien la verdad es aquello que le interesa, aquello que le hace feliz. Este último sale mejor parado, porque acepta el cambio y vive la vida con pasión.

7. Más allá de la verdad. Hay quien piensa (Gianni Vattimo) que deberíamos renunciar a la pretensión de basar nuestra concepción del mundo política, social, científica y religiosa en un saber científico objetivo. Teniendo en cuenta que muchos líderes ya no se sienten atados por lo que durante siglos se ha llamado la verdad, y que la ciencia "no piensa", sería deseable basar la verdad en un diálogo social e intercultural abierto y sin condiciones. Este adiós a la verdad sería lo contrario de la política de la posverdad, que supone la apelación a las emociones del pueblo (populismo) basándose en argumentos falaces o directamente falsos, pero no en aras del diálogo, sino de la confrontación y la búsqueda del conflicto. Enfrentar a los pobres de aquí contra los de allá para seguir dominándolos a todos.

domingo, 24 de junio de 2018

El hombre que pudo triunfar

Ahora que, después de dejar la basura en los contenedores, aprovecho para echar un cigarro antes de bajar el cierre del búrguer, recuerdo aquél día de verano en que pudo cambiar mi vida.

Era 1981. Si paseabas sin Loden por Princesa, Argüelles o Moncloa, los maderos te paraban constantemente. Mucho peor si llevabas pitillos y el pelo enredado.

Sin embargo, en Usera tus pintas podían ser una mezcla de Iggy Pop y Ozzy, tal como los habías visto en los Popular 1 desde 1978. Además, si cantabas imitando a Freddy Mercury en una banda de rock, pues cojonudo. Y si la banda sonaba bien ya era la hostia.

Porque éramos muy buenos. Charlie, mi guitarrista, era autodidacto, pero sabía hacer hablar a su instrumento. El Christian y el Frenos, al bajo y a la batería, formaban una base rítmica compacta y sin fisuras. Nos pasábamos las tardes y las noches ensayando, después de los curros, hasta que conseguimos un sonido increíble de heavy metal. Mis letras no desentonaban y en nuestro repertorio había tres o cuatro himnos que cerca de cien incondicionales coreaban en los conciertos.

Por eso éramos los favoritos. Después de vernos en un ensayo, El Fortu había comentado con algunos colegas que su grupo no tenía nada que hacer contra nosotros, y que aspiraban al segundo puesto del Rock Villa de Madrid.

Así llegamos a semifinales. El ambiente en el local era brutal, todo el barrio estaba allí metido para ver como arrasábamos. Naturalmente, nos habían colocado los últimos. En teoría se había hecho por sorteo, pero todos sabían que íbamos a ganar. Debíamos ser el colofón de una noche inolvidable.

Pues ¿Qué creéis que pasó cuando salíamos al escenario? Un apagón. No me jodas. Se recuerdan los disturbios que se produjeron en la cárcel de Carabanchel aquél día. Pero pocos hablan de la movida en nuestro concurso. Confusión, gritos, patadas, puñetazos. Unos cuantos aprovechados arramblaron con todo lo que había en el escenario. Desde los micros hasta los amplis. Incluso quisieron arrancarle al Christian el bajo de las manos.

Un desastre. La organización suspendió la semifinal y El Fortu y su banda pasaron a la última ronda, que ganaron con comodidad. Aquél día mi suerte pudo haber cambiado. Pero no me quejo. Tuve mi momento y no lo aproveché. Algunos nunca llegarán a rozar la gloria con la punta de los dedos.

Echemos el cierre, que mañana hay que madrugar.